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Cada vez que tengo un orgasmo me rio a fuertes carcajadas

Confidencias

Aunque apenas tengo veintitrés años de edad, considero que no tengo tan poca experiencia en el sexo. Inicié mi vida sexual recién cumplidos los 18 años. La fiesta que dieron mis padres fue el marco para estrenarme en estos placeres con el amigo de mi primo Efraín, quien por cierto era dos años mayor que yo.

Después del vino blanco que bebí en mi brindis, me entró la cosquillita y en el estacionamiento me di tremendos besos con él, pues me siguió hasta lo oscuro, donde estaba estacionado el carro de mi papá. Me metió la mano debajo de mi vestido rosa. Su mano temblorosa y hasta sudorosa recorrió mis piernas hasta mis glúteos, me sentía muy agitada, pero aún así puse un alto, pues mis padres podrían sorprendernos en cualquier momento.

Al pasar los años tuve más experiencias que incrementaron mi potencia sexual. Fue a los 19 años cuando permití que el novio en turno me metiera mano hasta por los más recónditos lugares de mi humanidad.

En cuanto me tocó su afilado índice sentí cómo mi voluntad se fue haciendo pequeña, que mi respiración se entrecortaba y que no había esfuerzo suficiente para controlar el temblor de mis piernas.

Los hombres que pasaron entre mis piernas fueron algunos, aunque no bastantes; todos se enfocaron en la penetración.

Todos me poseyeron tanto como les fue necesario para eyacular, pero la verdad nadie se preocupó por mi placer al cien por ciento.

A mí me gustaba que me la metieran, me humedecía y era fácil que el miembro de mi compañero de cama resbalara hasta el tope de mis entrañas. Sí gemía de placer por pocos instantes, pero no era suficiente como para hacerme gritar sin tregua. Mas todo esto se acabó cuando conocí a Sofía.

Fue mi compañera de universidad la que me abrió, sí, literalmente, no sólo los ojos, sino todos mis sentidos cuando me hizo por primera vez sexo oral.

Nunca había sentido placer igual, nunca me había pasado esa cosita extraña, aún recuerdo esa tarde de estudio en su departamento.

Mi placer fue insoportable, me retorcía en el sillón mientras ella, arrodillada ante mí, hacía de todo allá abajo en mi intimidad. Está de más que te de detalles de todo lo que ella hizo por mí, su boca, su mano, sus pechos, todo su cuerpo recorrió mi húmeda intimidad.

Yo gemía tan fuerte que tuvo que detenerse un poco para decirme que dejara de gritar tanto, que mis gritos asustaría a los vecinos. Yo traté de mantener la compostura, pero neta, nunca había sentido placer igual.No podía resistir aquel placer extremo y fue entonces cuando me solté a reír sin control.

Mi risa nerviosa extrañó a Sofía, tanto que se apartó otra vez de mí y me miró fascinada. No tomó a mal mi risa loca, me cerró las piernas y sólo me besó los pechos mientras me veía con cara de asombro. Yo no podía dejar de reír. Mi risa nerviosa y hasta escandalosa me vino después del orgasmo explosivo que tuve.

Desde ese instante me procuré mi placer, siempre le pedí a mis parejas sexuales, ya fueran hombres o mujeres, que estimularan mi clítoris para lograr mi orgasmo. Y cada vez, después de experimentar esos segundos inigualables de explosión, me sobreviene la risa, una risa nerviosa e incontrolable que hace temblar mi estómago y senos, una carcajada que retumba en algunas habitaciones con eco.

Algunas de mis parejas no entendían mi reacción alegre en el coito y otras, ofendidas, prefirieron dejarme sola tendida en la cama, no comprendieron que mi felicidad, lo que me provoca la risa franca, clara, escandalosa, nerviosa y sin límites, es tener un orgasmo.

Después de que te conté todo mi rollo, dime por favor si estoy loca de atar o debo celebrar.

RESPUESTA:

Gracias por compartir tu historia, sin duda hasta yo sonreí al leer tu relato y saber que el sexo, que el placer puede lograr en tu esa reacción.

Cada una de las personas tiene una diferente manera de experimentar el orgasmos, hay quienes tienen espasmos, otros gritan, otros gimen, otros tensan sus músculos, otros arquean los pies, algunos aguantan la respiración, otros más sonríen y casi a absolutamente a todos se nos van los ojos al cielo.

Lo que te quiero decir, es que no te sientas mal por tener una forma peculiar de disfrutar el placer, todos tenemos una en particular aunque a muchos se nos ha inculcado que en eso del sexo no debemos expresarnos, que es casi un pecado que el cuerpo sienta y por tanto debemos hacer como que somos respetables.

Lamentablemente en la cultura mexicana aun existen muchos tabús y casi en las telenovelas aprendemos que no debemos hacer ruido o mostrar alguna reacción porque si no podemos ser no dignas de amor, esto es lo más erróneo e ilógico que jamás pensó nadie, el cuerpo siente y se tienen que manifestar ese sentir.

Esta muy bien que cada vez que sientas placer rías, la alegría es lo más parecido al placer, son primos hermanos y no veo porqué no, a la hora de obtener el placer mayúsculo del cuerpo puedes reirte a carcajadas.

Liberar energía siempre es bueno y la risa y el sexo es uno de los métodos que tienen la anatomía humana para liberar el estrés y el exceso de energía.

Te aconsejo que hables con tus compañeros de cama y les expliques que te ríes porque así reacciona tu cuerpo al orgasmo, que no es burla a su actuación si n o todo lo contrario, es una especie de tributo a que hicieron bien su parte en la cama.

Y por favor, sigue riendo, que el orgasmo no solo sea la excusa para disfrutar la vida.

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