Diván de la utopía

Juan Ayala, un cadáver insepulto

Durante el pasado Consejo Nacional Extraordinario de la FSTSE, un tufillo nauseabundo propio de los cuerpos en descomposición se percibía en el estrado y se acentuaba cuando los asistentes sentían la proximidad del menguado líder de los trabajadores del gobierno de la CDMX, Juan Ayala Rivero, sin duda, un cadáver político al que sus antes aliados comenzaron hace unas semanas a tejerle su mortaja y las nuevas leyes laborales a cantarle su réquiem.

Sostenido de una ficción política extinta tras la derrota de la coalición PAN, PRD Movimiento Ciudadano que buscó llevar a la presidencia a Ricardo Anaya y a la jefatura de gobierno a Alejandra Barrales, Ayala Rivero porfía en arrancar horas extras a un periodo sindical marcado por la sumisión, la antidemocracia y el abandono de los derechos laborales de miles de trabajadores.

Hace unas semanas, Ayala se enteró de su nueva realidad cuando una docena de sus secretarios de las secciones mayoritarias se apostaron en el Zócalo Capitalino para desconocerlo como presidente de su organización. En el acto donde cuestionaron su falta de interlocución con las autoridades lo retaron a imponerles sanciones para acudir en tropel a sacarlo de sus oficinas en la sede sindical de Antonio Caso.

El trasfondo del rompimiento tuvo su origen en el incumplimiento de Ayala Rivero de no pasarse a retirarse como había acordado con sus dirigentes menores e intentar reelegirse una vez más. En su supina ignorancia, Ayala le sigue apostando a sacar la maleta de recursos malhabidos para, como es costumbre en el Sindicato Único de Trabajadores del Gobierno de la CDMX, comprar los suficientes votos de los delegados y extenderse por un periodo más.

El asunto ahora ya no es cuánto dinero pueda invertir en tal propósito pues este sistema antidemocrático y obsoleto carece de validez alguna en las nuevas leyes laborales que condicionan la legitimidad de los liderazgos al voto directo, libre y secreto de todos los agremiados y no solo de una reducida cúpula.

Contrario a lo que muchos piensan, Ayala no es lo listo que dice ser pues si así fuera, desde la llegada de la nueva Jefa de Gobierno, hubiera entregado las llaves de la organización a quién estuviera dispuesto a sentirse libre de pecado y de no haber arrojado ninguna piedra contra Claudia Sheinbaum y el hoy presidente, Andrés Manuel López Obrador.

Quienes conocen los orígenes de Ayala saben que siempre fue un personaje de quinta, sin ideología ni preparación política, acostumbrado a escalar por las viejas reglas del servilismo corporativo; ahora que ha invocado a la autonomía sindical para continuar con sus fechorías nadie lo toma en cuenta pues se la pasó caravaneando y tirándose al piso con el ex Jefe de Gobierno, Miguel Ángel Mancera y funcionarios como el truculento, Héctor Serrano y el Subsecretario, Miguel Ángel Vázquez, en su desmedido afán por ser diputado.

El ahora defenestrado dirigente jamás invocó esa autonomía para defender a los trabajadores y permitir saqueos a sus ingresos como la retención del ISR que suma varios cientos de millones de pesos. Ayala y sus antes “leales” arrastran las culpas de un gobierno que los utilizó en la comisión de delitos electorales a cambio de permitirles toda suerte de corruptelas y excesos.

Ahora, muchos de ellos como Héctor Carreón de la Sección 12 de la Rama Médica, que lanzaron en las redes insultos y ataques personales tanto a la doctora Sheinbaum como al Jefe del Ejecutivo, buscan congraciarse con las autoridades capitalinas en algo así como un imposible “borrón y cuenta nueva”. Confiados y distraídos replican sus excentricidades y hasta se dicen promotores de eventos deportivos de supuesta caridad, olvidando que diversas carpetas de investigación los esperan en la barandilla del Ministerio Público.

En este sinsentido político y jurídico de las arenas movedizas en las que se hunden de manera irremisible los dirigentes del SUTCDMX, Ayala Rivero lanzó el pasado 5 de junio su convocatoria al Consejero General Ordinario de Delegados, a celebrarse el próximo día 21 de los corrientes, con el objeto de establecer la hora, fecha y lugar del LX Congreso General Ordinario en que buscará reelegirse por otro periodo.

La Reforma Laboral aprobada en el Congreso implicó cambios a la Ley Federal del Trabajo y a la Ley Federal de los Trabajadores al Servicio del Estado, en específico a su artículo 69, para que las elecciones de las dirigencias burocráticas se definan mediante el ejercicio del voto libre, directo y secreto, obligando a los sindicatos en general a adecuar sus estatutos en este sentido, en un plazo de 240 días que comenzó a correr desde el pasado primero de mayo.

Aunque son variadas las interpretaciones de los interesados en llegar a la dirigencia del sindicato burocrático mayoritario de la CDMX a las nuevas disposiciones, lo que no admite discusión es que los métodos cupulares de elecciones ya no tendrán validez alguna. Y si bien Juan Ayala puede convocar y realizar los congresos que guste, comprando las adhesiones de los delegados para reelegirse, será tirar dinero a la basura, porque esa ampliación de periodo estará solo en su imaginación pero no en la nueva realidad jurídica.

Por si esto no bastara para la debacle de Ayala Rivero, el propio Tribunal Federal de Conciliación y Arbitraje (TFCA), le envió hace unas semanas su epitafio en forma de notificación, con la sentencia mediante la cual se invalidan sus torcidas reelecciones. Demanda promovida por la Coalición del Frente Democrático de Trabajadores del Gobierno de la Ciudad de México y Alcaldías; movimiento que ha venido luchado a brazo partido al lado de los agremiados para abrir paso a la depuración del sindicato único. De tal forma que para estas horas el mermado líder ya sabe de sobra que no representa a nadie.

Al tenor de la nueva democracia sindical hay diversas corrientes que buscarán ir tras el voto mayoritario de los más de 110 mil agremiados del Único; una por demás visible es la de los secretarios seccionales que rompieron lanzas con Ayala y en cuyo grupo se ubican personajes francamente impresentables como Héctor Carreón. En lo que será un hecho inédito, por primera vez los sindicalizados del gobierno capitalino decidirán quiénes desean que los representen y esperaran propuestas en su beneficio más que huecas frases cliché.

Desde este momento, el Diván de la Utopía les plantea a los aspirantes realizar un debate para que los agremiados del Único los conozcan y se enteren de sus planteamientos. Es hora de comenzar a tejer una nueva democracia sindical y hablar de frente a los trabajadores, pues serán ellos los que con su voto, definan a sus nuevas dirigencias. ¿Quién es el primero en alzar la mano? Claro está, cadáveres insepultos no cuentan.

Nuestro correo: rugidosrs@gmail.com

ENTRESACADO

Intenta reelegirse apoyado

por delegados, ignorando

la Reforma Laboral

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