Investigaciones especiales

Desempleo, tormento que apalea a jóvenes

Golpeados por el desempleo, uno de cada cinco jóvenes se encuentra desempleado.

El problema se acentúa más aún si se considera que de los jóvenes entre 15 a 29 años el 60% no estudian, siendo superior esta proporción en México y Centroamérica, según los estudios y análisis de la Organización Internacional del Trabajo OIT).

Esa desigualdad que impera en la región orilla a los jóvenes a buscar un empleo para subsistir o para apoyar la economía familiar, dejándolos así rezagados de una educación técnica o profesional que les proporcionaría la oportunidad de obtener empleos dignos y mejor remunerados.

Esta realidad latente se presenta como un desafío para los gobiernos e instituciones que deben generar alternativas de solución viables para que los jóvenes mejoren sus expectativas de vida, pero se opta por el  emprendimiento  juvenil,  el  cual  ofrece  una  alternativa  de autoempleo.

La Organización de las Naciones Unidas (ONU) describe que el emprendimiento y el autoempleo brindan oportunidades económicas para que una amplia población mundial conformada por hombres y mujeres jóvenes, canalicen sus actividades a pequeñas y medianas empresas (PYME).

Sin embargo, con un número creciente de jóvenes que ingresan al  mercado laboral y oportunidades limitadas para la creación  de  empleo, el desempleo y la desvinculación amenazan el desarrollo sostenible y la estabilidad social.

El problema del desempleo juvenil en Latinoamérica de acuerdo con la OCD los jóvenes con edades de 15 a 29 años en América Latina y el Caribe son más 163 millones, es decir la cuarta parte de la población de esta región.

El desafío ante un panorama de desaceleración económica representa el riesgo de no alcanzar el progreso social, político y económico suficiente para que la población pueda contar con una vida digna.

El riesgo mayor ubica a los jóvenes como  actores  centrales,  pues  se  estima  que  en  el  mundo  existen  73,4  millones  de  jóvenes desempleados

Los estudios sobre el particular establecen que de los jóvenes que trabajan el 60% lo hace en el sector informal y un 22% no realiza ninguna actividad (OIT, 2019).

Ese panorama detalla la necesidad de implementar políticas públicas más incluyentes  que permitan la participación de quienes se encuentran relegados.

El desempleo juvenil  es un factor que influye para que los jóvenes vivan en hogares pobres o vulnerables donde la mayoría de ellos soportan servicios de mala calidad, empleos precarios e informales, escasos ahorros y poca movilidad social.

Además de que como una consecuencia, los jóvenes  en  una  alta  proporción  abandonan  sus  actividades escolares sumándose al desempleo o a empleos informales y precarios.

Por tanto los jóvenes que se encuentran desempleado, no cursan estudios, ni tienen capacitación para el empleo, por lo que quedan excluidos del mercado laboral.

México se ubica entre los países donde los jóvenes de estratos socioeconómicos más bajos son los que se encuentran en esta situación.  La tasa de desempleo juvenil es el doble de la tasa mundial general y el triple de los adultos, por lo que los jóvenes son lo que resultan más perjudicados cuando se presentan crisis económicas, puesto que son más propensos a ocuparse en empleos temporales.

PRECARIEDAD, EL EFECTO

Trabajos precarios, baja productividad, bajos ingresos y pocas oportunidades para elevar su nivel de vida son efectos que se derivan de las condiciones laborales de los jóvenes.

En México predomina la contratación temporal, para reducir los costos de despido, lo que se traduce en baja productividad. Además de que se ubican con sueldos más bajos y reducción de prestaciones.

Por ejemplo el INEGI coloca a Coahuila con una de las tasas más altas de desempleo en el país, como uno de los sectores más afectados por los estragos derivados de la crisis por la contingencia sanitaria.

Con la pandemia por COVID-19, se presentó una situación extraordinaria en términos de salud que impactó a la economía con el cierre de negocios y el confinamiento, lo que generó un alto índice de desempleo.

Coahuila presentó una de las tasas más altas de desocupación en el país, en el cuarto trimestre de 2021, con 4.8%, ocupando el cuarto lugar, después de Ciudad de México (5.9%), Querétaro (5.7%) y Tabasco (5.1%). En Durango fue de 3.4%, por debajo del promedio nacional, de 3.7%.

Las tasas más bajas en la tasa de desocupación se reportaron en Guerrero (1.4%), Oaxaca (1.5%), Baja California (2%), Yucatán (2.1%), Morelos (2.4%) y Michoacán (2.5%).

En niveles de informalidad laboral, Oaxaca (81.8%), seguido de Guerrero (78.8%), Chiapas (73.4%), presentaron los porcentajes más altos de ocupados sin la protección laboral que corresponde a su trabajo o actividad.

En el último año, los recién graduados han visto un deterioro en las condiciones laborales, lo que ha generado mayor insatisfacción y al mismo tiempo perciben más competencia para incorporarse a un empleo.

Los egresados de la universidad experimentan un deterioro en el mercado laboral, con mayores dificultades para incorporarse a un empleo, menores salarios y prestaciones, de acuerdo con la Encuesta Nacional de Egresados 2022 (ENE) de la Universidad del Valle de México (UVM).

Uno de los hallazgos de la ENE, es que tanto en el sector privado como el público creció la proporción de egresados universitarios que tiene un empleo sin prestaciones de ley como aguinaldo, vacaciones pagadas o seguridad social.

En el sector privado al menos el 29% de los graduados no cuenta con prestaciones, una cifra que incrementó 7 puntos porcentuales en el último año. En las oficinas de gobierno la historia no es distinta, el 28% de los egresados asegura que no cuenta con las condiciones mínimas de Ley, esto implica un crecimiento de 5 puntos respecto a lo reportado en 2021.

Las mujeres graduadas son las que tienen más posibilidades de tener un empleo sin prestaciones. Mientras el 26% de los hombres reporta tener un trabajo sin ningún otro beneficio adicional al sueldo, el 32% de las jóvenes profesionistas está en esta condición.

Según la ENE, el ingreso promedio de los graduados que cuentan con un empleo subordinado es de 9,697 pesos mensuales, una cantidad 6% más baja del nivel de 2021. Sólo 13% de los encuestados se ubica en una remuneración por arriba de los 15,000 pesos, poco más de la mitad de los jóvenes profesionistas percibe un salario que no supera los 8,000 mensuales.

Los ingresos de los graduados pueden variar por distintos factores, uno de ellos, es que el trabajo actual esté alineado con la carrera universitaria. Sin embargo, al menos cuatro de cada 10 no cuentan con un empleo que se vincule totalmente con su formación académica.

“Los empleados en instituciones o empresas públicas y privadas también vieron afectaciones en los ingresos como en sus prestaciones. Esto puede notarse en los porcentajes de ingreso y en las respuestas de los egresados al subrayar el efecto negativo de la pandemia por COVID-19 en sus empleos, siendo en el sector privado donde se percibe mayor perjuicio ya que no vieron mejoras ni en su sueldo ni en prestaciones o crecimiento profesional.

Pero si la realidad de los graduados con un empleo se vio afectada por la pandemia, en la población desempleada también se registraron alteraciones negativas. En promedio el 46% de los egresados considera que la razón principal por la que no cuentan con un trabajo asalariado es porque el mercado laboral está saturado.

Los graduados de carreras vinculadas con ingeniería, manufactura, construcción, ciencias naturales, computación, ciencias sociales, administración y derecho, encabezan la lista donde se percibe mayor saturación en el mercado laboral para conseguir un empleo.

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