Está a punto de cumplir 60 años de llevar entre sus manos una escoba y empujar un carrito para la recolección de basura en un tramo de las colonias Marte y Reforma Iztaccihuatl, de la alcaldía Iztacalco.
Trabajo que le ha permitido mantener una relación amable con los vecinos a quienes brinda su servicio y con quienes mantiene un trato cordial que le es recompensado con gratitud y aprecio.
Recuerda que fue en el año de 1963 cuando ingresó al Departamento de Limpias y Transportes del Distrito Federal, tiempos en los que la regencia era ocupada por Ernesto P. Uruchurtu.
Originario de Zapotitlán Lagunas, Oaxaca, zona que colinda con la montaña del estado de Guerrero y desde donde viajó con maletas llenas de sueños y aspiraciones para hacer su vida.
Fui a visitar a unos amigos y paisanos que trabajaban en Mixcalco, del barrio de La Merced y sin que yo se los pidiera me dijeron que si quería trabajar. No lo pensé ni un momento y de inmediato me sume a las tareas en las que sigo activo, dice.
Macarena Rivera cuenta que a lo largo de esas seis décadas de trabajo no solamente se ha encariñado con la gente, sino que les vive agradecidos por darles la oportunidad de servirles.
El año que entra cumplirá 60 años de servicio y todavía está pensando si ya es tiempo de retirarse porque tiene fuerza suficiente para continuar barriendo y recolectando la basura que se produce en la zona.
No se resigna a pensar que pronto vivirá el retiro y por tanto dejará de ver a las personas que diariamente trata. Tampoco acepta a pensarse alejado de la escoba, su arma principal de trabajo.
Don Santiago, a quienes sus compañeros llaman El Diablo porque siempre le gustó hacerles travesuras que no ofenden ni lastiman, piensa que hay Macarena para rato.
Macarena, repite para sí mismo, como el Gallero de Chinconcua que tiene su corrido y que la gente disfruta cuando escucha esa música que es alegre como yo.
Madrugador desde siempre, porque el trabajo del barrendero así lo requiere, tiene que presentarse a las 5 de la mañana para empezar la limpieza de las calles y que la gente las vea bonitas cuando sale a sus ocupaciones.
Gustoso platica que con sus tareas ha conocido a gente importante de muchas actividades, aunque para él toda gente es importante y hay que brindarle respeto.
Recuerdo especialmente a don Enrique Llanes, un luchador que fue famoso y un valiente cuando se enfrentaba a sus adversarios como El Santo y Blue Demon, platica.
Luego se volvió cronista de box y lucha libre, un hombre generoso y atento. Siempre educado y con el que pude conversar en muchas ocasiones. Enrique Llanes, era originario de Otumba, Estado de México.
Macarena Rivera tiene presente Manuel Ramos Gurrión, político del PRI que fue diputado federal y senador de la República. Una persona destacada que nunca perdió la sencillez ni el buen trato. Muerto el año pasado, pero el trato con su familia continúa.
Al matrimonio formado por el músico Pepe Arévalo y la actriz Alejandra Meyer.
Al Cantante que nació con el nombre de José Luis Aguilar Oseguera, en el Rancho El Pitayo, municipio de Cotija de la Paz, Michoacán, México, en 1937. Pero que artísticamente triunfó como Felipe Arriaga.
Dice “El Diablo” que en pasadas épocas los trabajadores de la escoba y los agentes de tránsito recibían regalos en épocas navideñas. Arcones, comida y detalles que son de gran significado porque muestran el aprecio de los vecinos que agradecer su labor.
Santiago Macarena Rivera, quien es padre de 8 hijos y muchos nietos, tantos que no recuerda cuántos son, ya tiene biznietos y ha formado una familia que es unida.
Pude darles estudios gracias a mi trabajo de barrer las calles y recoger la basura de las casas, estoy muy agradecido de haber encontrado un trabajo que disfruto, expresa.
Mientras forja sus escobas de perlilla, la vara que es resistente y es usada por los barrenderos, platica que a él nunca le interesó meterse a la política sindical. Uno es hombre de trabajo, comenta.
Reconoce que a la hora del retiro será difícil olvidarse de la escoba y de la gente a la que trata diariamente y de la cual ha recibido grandes muestras de afecto, pero llegado el momento no habrá más que disfrutar la nueva vida que le espera.