Secretos del trabajo para la vida
Cuando el trabajo es un placer, la vida es bella, pero cuando nos es impuesto, la vida es un tormento.
—Máximo Gorki
En el trabajo, hay reglas que no están escritas en la legislación, se parecen más a secretos que se aprenden con la edad y el servicio; pero en realidad, están escritas en nuestro “ADN” socio laboral; todos las intuimos, pero a veces nos dejamos engañar con la verdad, así somos; compartiré algunos que Usted seguramente percibe.
1.- Socialmente, somos lo que hacemos en el trabajo. Parece mentira, pero así es, en nuestra sociedad, el trabajo define nuestra posición, es nuestra carta de presentación, la etiqueta de valor en nuestra comunidad, en gran medida impone el mérito, el karma o el desprestigio.
Al médico, al cura o al maestro, automáticamente se les respeta y hasta se les quiere sólo por ejercer esos oficios, en cambio, al policía judicial, simplemente los repudiamos.
Pero, por caprichoso que parezca y en esto subyace una gran ironía, hay niveles y de estos depende la consideración social; a los jefes, hagan lo que hagan se les respeta, aunque sean policías judiciales, en cambio a los últimos de la organización, se les ve con desdén, aunque sean profesores, médicos o curas.
Pero en ese catálogo social, también cuenta la ley de la oferta y demanda, el único estilista, mecánico o cerrajero de la ciudad se vuelve un cotizado príncipe por ser el único. ¿Curioso no?, así somos.
De esta idea, aprendamos que es fundamental elegir un buen trabajo, ser asertivo en eso y desarrollarnos en él con pasión y constancia nos asegura cuando menos el 70% de éxito en nuestro estatus social.
2.- El progreso laboral genera envidias. Es cierto, el mejor posicionado en la chamba, tiene mejor acceso al dinero, a estatus y relaciones personales selectas y fama, proximidad a los jefes, logra una mejor oficina, privilegios, toma de decisiones etc.
Pero, eso tiene un costo, es el más expuesto a envidias, tentaciones, a exhibirse, a quebrantar normas y a ser repudiado por los compas del trabajo. ¡Que paradójico!, destacar produce recelos entre los que eran nuestros iguales pero sin duda, ¡Es peor, mantenerse en la mediocridad!.
Es nuestro deber luchar por sobresalir, por ser mejores, pero necesitamos crecer sin perder sencillez ni calidad humana, ambos son valores infalibles contra las muy humanas y casi inevitables envidias.
3.-¿Cuánto valemos? Dicen que un ser humano no tiene precio, ¿Será…..?, en el trabajo sí, quién dude, que consulte el mercado de salarios.
Es cierto que, en toda organización, nadie es indispensable, pero tampoco ninguna está para desdeñar a sus mejores hombres, no hay patrón que quiera desprenderse de sus fieles y talentosos colaboradores a quienes ha entrenado invirtiéndoles confianza y tiempo.
Por eso, al patrón le duele que se vaya un trabajador valioso y más cuando se lo piratea la competencia; por eso se lamenta de no haberlos tratado mejor y ayudarlos a crecer; pero, a ese patrón que pierde una estrella, le duele aún más quedarse con el empleado en quien jamás invirtió, con el que no podrá sustituir al valioso porque ahora será una carga y tendrá el hueco que debe llenar.
Irónico ¿No?, por eso, señor patrón, invierta en todos sus colaboradores, haga que ganen mejor y trátenos bien; nosotros, superémonos para cotizarnos; es por nuestro bien y el de nuestras familias.
4.- Al patrón ni todo el amor, ni todo mi tiempo, ni todas mis firmas. Las lealtades en el trabajo suelen ser sólo de ida, no de vuelta como la vivimos entre amigos o en la familia.
Las lealtades en el trabajo tienen reglas propias, volátiles y caprichosas que nos seducen con sus ilusiones, pero quién se confunda siempre pierde, con el pretexto de la lealtad sobreviene el abuso.
En el trabajo, un solo error termina con la lealtad, o en una crisis de confusiones y las consecuencias suelen ser repentinas y desastrosas, así que, cuidado con las firmas, con los valores aparentemente entendidos y con las tentaciones, en la chamba, cada firma, debe asentarse como resultado de poner mucho cuidado porque conlleva la responsabilidad de responder.
La enseñanza de esto, es que nuestra seguridad personal y las lágrimas de nuestras familias, jamás pueden quedar en manos de jefes o compañeros que nos expongan.
5.- Si estás en una organización, trabaja en equipo, ningún solitario es mejor que el grupo, intégrate en un buen ambiente o te desecharán, la individualidad es ermitaña, aislante, hace que nos estanquemos, en cambio, el ambiente de equipo alegra, retroalimenta, socializa, nos ayuda a no perder piso y hasta nos permite cultivar amigos; es indispensable para la buena vibra.
6.- Ama tu trabajo y desempéñalo con alegría, disfrútalo, tú eliges, si optas por sufrirlo te arrastrará hasta destruirte. ¡Es cierto!, si identificamos el trabajo como plataforma de desarrollo, creceremos en todos los ámbitos personales, si lo entendemos como una maldición, sufriremos hasta la ignominia, no descansemos hasta encontrar un buen trabajo, al que le podamos apostar nuestro desarrollo.
7.- Vive tu trabajo, sin renunciar a la vida. Asegúrate que no te consuma, dale el tiempo necesario para que dignifique tu vida, pero sin sacrificar a la familia, ni tu salud, ni tu vinculación con el deporte, arte, cultura o el amor, el ser humano necesita todas esas facetas para ser feliz y realizarse; el trabajo siendo muy importante, no lo es todo; la vida se va y el tiempo no perdona; nadie, jamás en su lecho de muerte ha lamentado no haber trabajado más, vive en equilibrio con tu trabajo.
Amigo lector, he aquí siete reglas fundamentales para convivir bien en una chamba, ojalá le sean útiles.
¡MUCHAS FELICIDADES! a nuestro Director General José Medel, a nuestro Director Editorial Evaristo Corona y a todo el espléndido equipo de colaboradores y compañeros que producen esta gran revista por su edición número 100.
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