El rencor
A sabiendas de que la batalla está perdida por no contar con la mayoría calificada en la Cámara de Diputados, donde debe tenerse las dos terceras partes de los 500 legisladores, viene una nueva lucha para buscar una reforma que nacer muerta.
Porque la propuesta de Reforma Electoral que envió el presidente Andrés Manuel López Obrador a San Lázaro en la que plantea sustituir el INE por el Instituto Nacional de Elecciones y Consultas, con 7 consejeros, que los partidos reciban dinero sólo para procesos electorales, eliminar plurinominales del Congreso y hasta regidores no prosperará.
La iniciativa, que habrá de discutirse, fue presentada por el Secretario de Gobernación, Adán Augusto López; Horacio Duarte, titular de Aduanas; y Pablo Gómez, titular de la UIF.
Propone que el nuevo instituto electoral que sustituya al INE cuente con 7 consejeros que serán elegidos por los ciudadanos y propuestos por los tres Poderes de la Unión.
Además contempla que los legisladores plurinominales desaparezcan, que se eliminarán del Congreso federal y de los Congresos estatales.
Con ello la Cámara de Diputados pasaría de 500 a 300 legisladores y el Senado de 128 a 96, como estaba hace 30 años.
En los estados, se establecerían rangos mínimos de 15 legisladores y máximo 45, de acuerdo con la población de cada entidad.
También que a los partidos políticos se les dé dinero sólo para procesos electorales y no de forma permanente.
Sin duda contiene medidas que debieron imperar hace tiempo, pero ahora analistas, políticos y legisladores, consideran que es una reacción basada en el rencor y no en la lógica de buscar fortalecer los procesos democráticos.
Horacio Duarte indicó que también se acota el número de regidores de los Ayuntamientos y el ahorro será para otras inversiones.
Dijo que el país tendrá un ahorro de 24 mil millones de pesos. Cifras con las que busca maquillarse un procedimiento en la que él mismo y Pablo Gómez se practican el hara kiri.
Éste último había sido un ejemplar trapecista que bajo la bandera de haber sido dirigente estudiantil en 1968, se columpió en las nóminas legislativas en lo que parecía ser eterno.
Fue necesario que en el proceso electoral pasado se sometiera al voto popular, para que viviera su realidad. Fue derrotado en las urnas porque ya no sería plurinominal.
Pero la iniciativa va más allá porque con la federalización de las elecciones desaparecerían los Organismos Públicos Locales Electorales y los tribunales electorales locales.
Es decir que no habría competencia estatal para organizar, vigilar y validar los procesos de presidentes municipales, gobernadores y diputados locales, además de los componentes de los cabildos.
Una aberración que tendría como consecuencia el caos electoral y la impunidad para validar los cacicazgos de todos los colores partidistas.
Habría de aparecer un tema que despierta suspicacias motivadas en la búsqueda de querer eternizarse en el poder por parte del partido político gobernante en el plano federal: el voto electrónico, con el cual se busca que los ciudadanos hagan uso de su derecho y que el Estado mexicano garantice el acceso a derecho al voto.
La reforma tiene avances sustanciales, pero también sesgos con los que se pretende imponer sistemas de manipulación en beneficio de los demócratas simulados.
Contempla también una disminución de tiempos de Radio y Televisión en lo electoral para que todo el tiempo lo tengan los partidos, los candidatos y las autoridades electorales no.
Eso es amarar las manos de la autoridad que es promotora del fortalecimiento democrático donde se orienta, informa y ayuda a los ciudadanos.
Se plantean además modificaciones en propaganda gubernamental, para que las autoridades puedan difundir información. Es decir, la Iglesia en manos de los pecadores. Ser juez y parte para difundir lo que les conviene para mantener una estructura clientelar.
Pregonan el empoderamiento de los ciudadanos con la reforma, sin embargo la realidad demuestra que es el fortalecimiento para no perder un gobierno al que quieren y buscan aferrarse para no ser desplazados vía el voto popular.
Argumentan regresar a un modelo donde sean los ciudadanos los que decidan a las autoridades electorales y no las cúpulas de los partidos que hacen acuerdos en el Congreso.
Pero llegado el momento ya se verá que las reforma diseñadas a modo por los genios de la izquierda que siguen aferrados a las nóminas oficiales, no tendrá éxito.