Chambear con alegría, depende de mí, no del patrón
“Apórtate alegría a ti mismo, esa será tu mayor fortaleza”
—Anónimo
Ser serio trabajando, no significa hacer la chamba con cara de palo o con actitud fúnebre, ni agrio, ni antipático.
El trabajo es una magnífica oportunidad para pasarla bien, amigable y si se puede, hasta divertido.
En lo que sea que trabajemos, debemos encontrar la manera de hacerlo lúdico, empático, en ello nos va la salud emocional; si de todas formas tenemos que hacerlo, ¿A poco no es mejor que sea de buenas que de malas?
Hoy, vi a un Juez de oralidad atender una audiencia, con un rictus facial adusto y pedante, transmitiendo miedo, usando su toga, mallete y expresándose con lenguaje abigarrado para amenazar con sanciones si los presentes no guardábamos la compostura que él y su sobriedad deseaban y pensé, “pooooobre pelao”, ¡Que infeliz ha de ser!
El canijo, podía hacer su chamba, con amabilidad y eso ayudaría a resolver problemas que es justamente el objetivo de su trabajo y lo que necesitamos.
Ahora, imagínese los casos en taxistas, meseros, médicos, enfermeras, colaboradores o jefes insufribles que nos toquen con esos modos.
En cambio, trabajar de buenas es un placer, produce, bienestar, paz y un valor especial que es la alegría.
Ésta, es una virtud, un valor agregado que le ponemos a nuestra vida y a lo que hacemos, es el ingrediente esencial para que el trabajo no se vuelva una pesadilla, es una gracia cuando atendemos al público, es un tesoro en una entrevista y en la prestación de un servicio y nuestro mejor seguro de vida.
La alegría es un sentimiento de placer generalmente derivado de un suceso, favorable, se manifiesta con un buen estado de ánimo, satisfacción y a su vez produce risa o sonrisas.
La alegría en el trabajo, solamente surge como consecuencia de una buena actitud que sentimos cuando optamos por lo correcto y nuestra mente domina el caos que nos rodea y aportamos valor en lo que hacemos y no sólo desgaste.
La alegría es un estado del alma, es una opción que vale la pena tomar; es el secreto de la eterna juventud, es la magia que conquista, que genera afinidades, es lo que nos permite hacer mejor la chamba y crear con amigos.
Pero amigo lector, ahí le va un secreto; asómbrese, el sentimiento de alegría es electivo, nosotros elegimos si la sentimos o no; depende de nuestra disposición, ¡Jamás del jefe ni de terceros!
Observe que ante el mismo hecho cada persona sentimos y reaccionamos diferente y eso pasa por la predisposición o ánimo con el que estemos programados para reaccionar ante cada situación; sólo depende de la paz interna y armonía que tengamos con nosotros mismos.
Sentir alegría, paz o lo contrario como tristeza o desasosiego, depende de cómo percibamos los acontecimientos que nos rodean y en los que participamos.
Por supuesto, no se trata de engañarnos a nosotros mismos y vivir en un limbo como zombis pretendiendo ignorar los eventos incómodos o nocivos o ser alegres a fuerza; ¡Claro que no!
Hay trabajos agotadores que exigen un esfuerzo físico o mental agobiante, aceptamos esas responsabilidades por necesidad o desesperación si se quiere; ciertamente, es muy difícil encontrar motivos de alegría en esos quehaceres, pero sale peor vivir además de cansados, enfadados y resignados, ¡A eso debemos ponerle remedio a cualquier costo!; o lo corregimos o nos destruye.
Se trata de impedir que lo difícil del trabajo nos trastoque el humor, la forma como nos sentimos; es nuestra obligación enfrentar cada situación con ánimo, con buena actitud de corregir y superar las malas condiciones laborales.
¿Cómo hacerle?, aquí le propongo una buena receta. Primero, ¡Ubiquémonos con sensatez!, los problemas del trabajo, no son míos, tampoco el mal humor de terceros ni el pasado; por el contrario, concibámonos como la solución, como amigables componedores, si nos percibimos como la solución y no como parte del problema nos aseguraremos de ponernos a salvo de lo nocivo de la chamba y así no nos contaminaremos.
Segundo. Hagamos lo correcto, sin esfuerzos extremos sin sacrificios o locuras incompatibles con lo sensato; cualquiera que sea nuestro trabajo, hagamos lo razonable e inteligente, sin perder el foco, ni la objetividad.
Tercero. Encontremos los resortes o botones o palancas que debamos mover para mejorar las cosas, con cuidado, iniciativa, ingenio, con inteligencia, buena actitud y hagamos el cambio.
Después de todo amigo lector, más nos vale.
carblanc@yahoo.com