Investigaciones especiales

Trabajos sin contrato, la realidad de 4 de cada 10 mexicanos

La ignorancia en torno a los derechos laborales orilla a los trabajadores a no firmar contratos.

La informalidad laboral en México no solo se relaciona con las ventas de productos en la vía pública, al trabajo “casero” o a las “chambitas” con las que se completa la quincena; también alcanza a quienes tienen un trabajo formal, con obligaciones verbales que cumplir, un sueldo fijo pero sin contrato firmado lo que expone a los trabajadores a una serie de abusos.

La Encuesta Nacional de Ocupación y Empleo (ENOE) revela que cuatro de cada diez trabajadores carecen de contrato laboral firmado con la empresa y debidamente respaldado por la legislación mexicana, por lo que son sujetos de arbitrariedades y omisión en el respeto de sus derechos laborales.

Silvia trabaja desde hace dos años en un local donde venden productos importados en Acapulco, Guerrero. Entró a la tienda por recomendación de su vecina quien también está ahí, ambas fueron a preguntar por el anuncio que colocaron en una cartulina afuera del negocio donde pedían personal y ofrecían a cambio “sueldo base más bonos, dos días de descanso y descuentos”, nunca les especificaron que era sin contrato formal.

“Nos ofrecieron 1200 pesos a la semana por trabajar de 9 de la mañana a seis de la tarde, con nuestra hora de comida. Los descansos son un día a la semana y el domingo. Los bonos son cuando nos toca estar en pasillos y atendemos a los clientes, les damos una tarjeta con nuestro nombre y al pagar la entregan con lo que juntamos puntos que al final del día se convierten en hasta 100 pesos más”, narró en entrevista con RS.

“Nos atendió la licenciada Rosas, nos explicó de qué se trataba el trabajo y ambas dijimos que sí y al otro día ya estábamos de turno. En la oficina donde checamos hay una cartulina donde viene explicada la forma en que conseguimos los bonos. Cada semana, al finalizar el turno tenemos que subir a la oficina de la licenciada y nos da en efectivo el sueldo y el bono si es que nos los ganamos. Ya depende de cada quien administrar su dinero”, añadió.

Esta forma de trabajo es común en todo el país, las empresas no elaboran contratos formales, legales y menos aún permanentes con los trabajadores, todo queda en acuerdos de palabra, abusando de la necesidad de las personas que con tal de recibir un ingreso no exigen, menos aún, presionan, por tener y firmar el contrato.

Situaciones como éstas se repiten en todo el país, en diferente medida, pero desafortunadamente para los trabajadores de menores ingresos son comunes.

El momento en que los afectados se dan cuenta de la gravedad de haber trabajado bajo esas condiciones es cuando requieren atención médica o buscan jubilarse. No hay nada para ellos.

“Un compañero se enfermó de Covid, fue bien feo porque la licenciada no quiso cerrar la tienda porque ya habían perdido mucha venta. Solo nos dijo que pilas con el uso de cubrebocas y que atendiéramos lo más rápido posible a la gente para que no estuviera tanto tiempo en la tienda. Como no tenemos seguro, ni el ISSSTE, el compañero tuvo que pagarse todos los gastos de su enfermedad, se puso muy malo, la libró pero ya no regresó a trabajar. Aquí hicimos una coperacha para darle a su esposa mientras estuvo internado, la empresa no le dio nada, solo lo dieron de baja en los turnos. Aquí nunca nos han realizado pruebas de Covid, solo nos dan el gel que es para darle a los clientes, la protección la debemos traer nosotros”, añadió Silvia en torno a la seguridad social de la que carece.

Para el abogado Saúl Gutiérrez, especialista en temas laborales, la razón por las que las empresas no utilizan contratos con sus empleados es para reducir la carga fiscal, legal y una realidad es que también les sirve para sobrellevar una operación informal paralela a la que tienen registrada de manera formal.

“Digamos que los trabajadores sin contrato son fuerza laboral prácticamente gratis que no le cuesta fiscalmente a la empresa, les pagan, eso es un hecho, pero sin la cantidad de impuestos que deberían retener y reportar al fisco”, detalló.

Dijo que un contrato no es cualquier documento, su contenido se basa en el marco legal mexicano, requiere el aval de un abogado y debe reportarse a la autoridad laboral federal o estatal según en donde se realice.

“Es papeleo, son trámites que muchos se quieren ahorrar y los trabajadores por ignorancia y necesidad lo aceptan”, añadió.

El especialista comentó que la firrma de un contrato asusta también a muchos trabajadores ya que representa la obligación de realizar su trabajo y sin el documento consideran que hay libertad para hacer o no hacer a su anotojo. Aquí los que pierden son tanto ellos como la empresa.

Explicó que se ha tratado de impulsar que existan contratos básicos, con elementos mínimos que permitan “a la señora de la fonda o al dueño de la carnicería” que sus trabajadores estén contratados con derechos y obligaciones, pero la respuesta ha sido poca por parte de los patrones que prefieren dejar que la relación laboral se dé o no se dé, sin formalizar nada.

Comentó que la cifra dada a conocer por el INEGI es alarmante porque 4 de cada diez, es casi pensar en que la mitad trabaja sin contrato, por lo que el reto para revertir esta situación está inicialmente en las empresas, en los patrones y solo así las relaciones laborales serán serias, se elevará la productividad y al final será un ganar-ganar para todos.

La ENOE indica que al cierre del primer trimestre del año los trabajadores subordinados y remunerados concentraron 46.8 por ciento del total de la población ocupada, lo que representó un decremento de 25 mil respecto a la misma fecha el año anterior. En cuanto a la duración de la jornada de trabajo durante el segundo trimestre del año, 58 mil personas, que representan el 27.1 por ciento, labora de 15 a 34 horas semanales.

Jóvenes se ponen a trabajar

Sin importar si hay contrato o no, muchos jóvenes tuvieron que ponerse a trabajar en esta pandemia por necesidad. Desde el contagio o fallecimiento de un familiar o el cierre de la fuente de ingresos en casa los obligó a salir al mercado laboral haciendo a un lado sus estudios o combinándolos.

La Encuesta sobre Covid-19 y Mercado Laboral (ECOVID-ML) del INEGI mostró que un 42 por ciento de la población menor de 18 años está ocupada en actividades relacionadas con el comercio, seguido del sector de alimentos con un 25 por ciento y la prestación de servicios, con 12 por ciento.

El 64 por ciento de los jóvenes trabajan cuatro horas con un sueldo de entre 2 mil 100 a 3 mil 200 pesos al mes en actividades en tiendas de conveniencia, tiendas de ropa, ayudantes de construcción, servicios de alimentos, entre otras.

Empresas formales que han abierto las puertas a los menores de edad sí los contratan formalmente e incluso los inscriben ante el IMSS con lo que inicia su cotización en términos de Seguridad Social, sin embargo, el problema con ellos son los salarios que apenas alcanzan el mínimo y por la edad, no pueden realizar jornadas completas, lo que reduce  aún más su ingreso.

Una de ellas es McDonalds que permite que menores de edad, a partir de los 17 años, trabajen en la cocina, como dependiente o atención al cliente. Ofrece dentro de la empresa crecimiento personal en diferentes áreas, depende del compromiso del jóven. El sueldo es mínimo y se acompaña de comida gratis o actividades recreativas para motivar a que continúen trabajando ahí.

En mujeres se suma la disparidad salarial

Para las mujeres la inclusión laboral es una carrera contracorriente. Pese a que el gobierno y la iniciativa privada se han comprometido públicamente a procurar la igualdad, la realidad aún está desfasada.

La falta de políticas públicas que fomenten y garanticen trabajos formales y bien remunerados es uno de los grandes pendientes, consideró la Comisionada del Partido del Trabajo en la Ciudad de México, Magdalena Núñez Monreal.

“Las mujeres se mantienen en un nivel de ingreso laboral que casi no ha variado. De hecho, son incluso más pobres. Cuando mencionan las autoridades que la equidad laboral y la lucha de igualdad implicaría reducir los salarios masculinos creímos que obtendrían las mujeres más oportunidades, pero parece que es sólo un dicho, la realidad, por desgracia, es otra”, indicó.

Expuso que aún persiste la ausencia de mujeres en puestos de alto nivel, directivos o con mejor remuneración que los hombres. Aunque muchas se dedican al autoempleo con la venta de productos por catálogo o servicios, no alcanzan a considerarse como emprendedoras o generadoras de empleos.

Ante esto, la Comisionada del PTCDMX exhortó a que el gobierno federal y local, así como la iniciativa privada para implementar políticas dirigidas a ese sector de la población para que puedan acceder a un empleo formal bien remunerado.

Según datos de la Encuesta Nacional de Ocupación y Empleo del INEGI, la población femenina ocupada al cierre del primer semestre del 2021 fue de 55 millones 77 mil personas, lo que representa todavía un faltante de 670 mil plazas adicionales que se tenían en febrero del 2020 antes de iniciar la pandemia.

“A pesar de que las autoridades han implementado acciones para recuperar empleos y reactivar la economía, estas no se han enfocado en las mujeres quienes continúan en el rezago laboral al no encontrar un empleo formal y con una buena remuneración, volviéndose un tema verdaderamente preocupante para este sector”, aseveró.

Concluyó que el empleo es cada vez más desproporcionado en términos de género porque, por cada fuente laboral que se ha cerrado para los varones, ha sido del triple para las mujeres, lo que resulta inaceptable.

La organización “México, ¿cómo vamos?” (MCV) en su publicación de “Pobreza e informalidad laboral“, de agosto de 2021 revela que la pobreza laboral continua en una tendencia descendente, lo que sería una noticia positiva, pero en la parte que aún resulta alarmante son las mujeres las protagonistas.

“Hay 49.1 millones de mexicanas que viven en una situación en la que los ingresos laborales de su hogar no son suficientes para adquirir la canasta alimentaria básica para todos sus integrantes. Comparado con el periodo previo a la pandemia e incluso con la disminución del indicador entre el primer y segundo trimestre de 2021, la pobreza laboral sigue por encima del nivel del primer trimestre del  2020 en 4.3 millones de personas”, señala.

De acuerdo con el reporte de la organización, el porcentaje de mujeres en situación de pobreza laboral es 3.9 puntos porcentuales mayor que el de los hombres a nivel nacional, y en todos los estados del país, hay más mujeres que hombres en situación de pobreza laboral.

“A nivel nacional, por cada 100 hombres en pobreza laboral, hay 111 mujeres en esta situación. Los cinco estados que presentan un menor porcentaje de personas en situación de pobreza laboral, cuatro de ellos: Jalisco, Colima, Nuevo León y Baja California, presentan también las mayores brechas entre hombre y mujeres; destaca Nuevo León, estado en el que por cada 100 hombres en pobreza laboral hay 124 mujeres”, detalla el reporte.

¿Qué es un contrato y qué debe incluir?

La Ley Federal del Trabajo establece que un contrato de trabajo es un acuerdo legal, formal y por escrito entre un patrón y el empleado en el que se establecen las condiciones, derechos y obligaciones de quién realiza la labor en cuestión.

El artículo 35 de la LFT contempla las diferentes relaciones de trabajo que se pueden desarrollar en torno a los distintos tipos de contratos laborales como son aquellos por tiempo indeterminado, por obra, por tiempo determinado, por temporada, por capacitación inicial o sujeto a prueba.

El marco legal mexicano establece los siguientes puntos básicos a considerar en los contratos:

  1. Trabajo material a realizar
  2. Subordinación
  3. Remuneración
  4. Duración de la relación de trabajo
  5. Lugar donde se realizará
  6. Duración de la jornada
  7. Día y lugar en donde se pagará el sueldo
  8. Días de decanso, vacaciones y prestaciones
  9. Beneficiarios para la indemnización en caso de incapacidad o muerte

Por necesidad trabajan sin contrato

El Instituto Mexicano para la Competitividad (IMCO) identificó diez carreras universitarias que a raíz de la pandemia por Covid19 tienen un mayor riesgo a trabajar sin contrato y de manera informarl con tal de recibir algun ingreso en la época de crisis.

  1. Bellas Artes
  2. Terapia y rehabilitación
  3. Sociología y antropología
  4. Veterinaria
  5. Criminología
  6. Producción y explotación agrícola y ganadera
  7. Ingeniería de vehículos de motor, barcos y aeronaves
  8. Técnicas audiovisuales y producción de medios
  9. Industria de la alimentaciónnto
  10. Lenguas extranjeras
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