En pie de lucha

Toma AMLO la ciudad

Enojado por la derrota electoral en la Ciudad de México, Andrés Manuel López Obrador decidió dedicarse en los próximo meses a lo que mejor sabe hacer: desplegará una intensa campaña política para que Morena recupere la capital del país.

Además de salvar lo que durante 25 años había sido el bastión de la izquierda, el presidente tiene en mente reconquistar a los capitalinos, con miras a la consulta que sobre la revocación de su mandato se llevará a cabo el año próximo.

Y es que el proyecto del tabasqueño no soportaría una nueva derrota en las urnas, que lo pondría fuera del gobierno federal, de acuerdo con las bases de la consulta que organizará el Instituto Nacional Electoral.

Por esa razón, en las últimas semanas dispuso que sus principales operadores hagan base en la capital del país, a fin de recomponer el tejido electoral en los territorios, y de paso levantar el ratting a Claudia Sheinbaum.

En primera instancia instruyó a Gabriel García Hernández, su operador de cabecera durante los últimos años, a que se dedicara a la tarea electoral, que es donde se mueve como pez en el agua.

Incluso ordenó que una de las integrantes de su ayudantía -guaruras, para que se entienda- sea la nueva superdelegada del gobierno federal en la CDMX, para que se encargue de la dispersión de los programas sociales.

Todo mundo tiene claro que López Obrador agarrará personalmente las riendas en la capital del país, pues además de la revocación de mandato, tiene que empezar a generar las condiciones para el relevo presidencial de 2024.

Y como es claro que sigue pensando como primera opción en Sheinbaum, que es quien le podría garantizar la continuidad de su proyecto, busca salvarla de dos problemas fundamentales que la jefa de Gobierno no ha podido resolver.

Uno de ellos es precisamente la aplastante derrota electoral de la 4-T en la capital, y el otro es la tragedia de la Línea 12 del Metro, que generó una gran indignación entre los ciudadanos, quienes se cobraron en las urnas el mal manejo del accidente.

Apenas la semana pasada la propia Sheinbaum anunció que todo lo relativo al asunto de la también llamada Línea Dorada, será manejado desde Palacio Nacional, a pesar de que se trata de un organismo netamente capitalino.

La decisión de la gobernante le trajo críticas entre la población, pues un amplio sector considera que está arrojando el arpa porque no puede con un tema tan importante, y que necesita ser rescatada por su jefe.

El rescate que hará el inquilino de Palacio Nacional mandará un mensaje hacia el interior de Morena de que nadie se debe hacer bolas, y que la consentida sigue siendo la jefa de Gobierno, lo cual calmará un poco las ansias de quienes empiezan a correr para el 24.

Eso esta bien para los pejistas, pero hacia fuera del partido deja a Claudia muy mal parada, porque la hace ver débil y sometida a los designios de su jefe, renunciando a la autonomía que la propia Constitución de la Ciudad de México le mandata.

Tiene que acatar el discurso presidencial de que la derrota de Morena se debió “a la clase media aspiracionista, que se deja manipular fácilmente con discursos de odio y noticias falsas en contra del proyecto de la 4-T”.

El discurso de López Obrador en contra de la clase media pone contra la pared a la jefa de Gobierno, pues la Ciudad de México se caracteriza por tener habitantes que aspiran a tener una mejor calidad de vida y a aumentar sus ingresos.

Aquí viven los que tienen la ilusión de que sus hijos tengan una mejor educación para que en un futuro puedan destacar en el ámbito profesional y les pueda ir mejor. La mayoría de estas personas están ofendidas por esos ataques.

En la capital confluyen las mejores escuelas, trabajos, hospitales y servicios en general, y durante años ha sido la aspiración de muchos mexicanos provenientes del interior del país -incluyendo a López Obrador-, a fin de buscar un mejor futuro para sus familias.

Es, por definición, una ciudad aspiracionista, toda vez que su habitantes son gente luchona, trabajadora y, por lo regular, nada conformista.

Habría que definir primero qué entiende el presidente por clase media.

Porque si está pensando en que son los ricos que no alcanzan aun el rango de millonarios, se equivoca rotundamente. La clase media capitalina se define entre profesionistas, comerciantes, pequeños empresarios, empleados, burócratas y emprendedores.

O sea, en general se distingue por ser un sector aspiracionista que sueña con tener más y dejar atrás las carencias que pudieron haber tenido en sus hogares; en todo el mundo es natural que la gente quiera superarse.

El presidente culpa a ese sector de su derrota en la capital. Para nada piensa que pudo haber sido por la corrupción de su gobierno; el despedido de miles de trabajadores; el desempleo; el pésimo manejo de la pandemia, la falta de medicamentos y el nulo crecimiento.

O que fue la impunidad de su familia, desde su hermano Pio que fue filmado agarrado dinero de un funcionario del gobierno de Chiapas para apoyar a Morena, hasta los negocios de su prima Felipa y sus parientes haciéndose pasar por indígenas para obtener una diputación.

También la falta de apoyo a la cultura, la ciencia, el deporte, la educación de calidad, el comercio y los servicios en general. Todo eso le cobró factura al obradorismo y por eso perdieron en las elecciones en la ciudad.

El tema del tomate a la corrupción, que ha sido su bandera, fue una gran mentira. Ningún pez gordo está en la cárcel, y funcionarios de su propia administración han sido exhibidos por corruptos.

Ahora López Obrador decide meterse a la ciudad para hacer campaña; haber si su base le alcanza para revertir la derrota.

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