Opinión

Los bajos salarios, una bomba de tiempo

La situación parece no importarle al gobierno ni a los otros núcleos de decisión empresarial, sindical, cultural, todo queda en discursos de ocasión.

Si una sociedad libre no puede ayudar a sus muchos pobres, tampoco podrá salvar a sus pocos ricos.

—John Fitzgerald Kennedy 

Si trabajo duro, ¿Por qué soy pobre?, esa es una pregunta existencial, la lana jamás alcanza, ¿Que está pasando?, la respuesta es multifactorial, nos debe importar a todos.

Trataré de formular una idea básica desde diferentes perspectivas y llamar la atención acerca de la urgencia por resolver esa infamia.

Desde la macroeconomía laboral, en nuestra sociedad, somos muchos los que ofrecemos mano de obra y pocos los empleadores; se impone la ley de oferta y demanda, a mayor oferta de mano de obra, menor es la paga.

La mayoría de trabajadores ofrece mano de obra no calificada, para ellos, su destino está prácticamente marcado, es muy difícil que logren ingresos calificados y eso se complica si entendemos que los puestos mejor pagados, se ocupan por talentos que van superando a la mayoría; eso incrementa los escases de oportunidades.

Desde la patronal. El salario es un costo como la seguridad social, los impuestos, los insumos para su negocio, la logística para mover sus mercancías, su publicidad y seguridad, por eso paga bajos salarios, el negocio pervive si paga cada vez menos.

Desde el Gobierno, la indiferencia es vergonzante, la política social es una simulación, la realidad es que desapareció se limitó a dádivas electoreras que no resuelven el problema, el Estado renunció a la tutela real de intereses sociales y traicionó su discurso artificial de ostentarse de izquierda y priorizar a los pobres.

En efecto, el Consejo Nacional de Evaluación de la Política y Desarrollo Social CONEVAL, recién reportó cifras alarmantes.

El ingreso laboral mensual promedio en México de los hombres ocupados durante el primer trimestre del 2021 fue de $4,787.40 y el de las mujeres, $3,930.86.  ¿Qué alcanza con eso?

El ingreso laboral real de los trabajadores indígenas fue de $2,173.14 mensuales, es decir, ¡Menos de la mitad!.

Con independencia de la injusticia implícita en la inequidad de género, en México ya hay 50.1 millones de pobres y un altísimo número de ellos en condiciones extremas y de desesperanza; lo grave es que el número continúa creciendo vertiginosamente ante la miopía y desinterés de quienes debieran hacer algo por resolverlo.

Esta miseria, propicias vidas frustradas, migración, aporta niños y jóvenes a grupos delincuenciales, genera madres solteras a muy corta edad, promiscuidad, marginalidad, obliga a los jóvenes a fugas y tentaciones inconvenientes, hay millones de mexicanos rotos e inmersos en la desesperanza.

La situación parece no importarle al gobierno ni a los otros núcleos de decisión empresarial, sindical, cultural, todo queda en discursos de ocasión.

El ambiente político y social se está caldeando cada vez más, la estridencia y el arrebato empiezan a ser constantes y se han instalado en nuestra normalidad pública, esas, son señales que debieran interpretarse como llamados de alerta de que se está gestando una explosión social que puede ser de incalculables consecuencias.

Todos los que tenemos algo que perder, debemos pensar, ¿Qué alternativa tienen los trabajadores que habiendo sido traicionados por su país con políticas laborales miserables ven los caminos cerrados para sus hijos?.

¿Qué haría yo por mis hijos?, evidentemente lo necesario y eso significa romper reglas, la necesidad de acabar con la maldición del destino obscuro es una necesidad que conducirá a reventar el sistema, algo está mal y eso debe corregirse por las buenas o las malas.

¡Aguas!, La historia enseña que los movimientos sociales cuestan mucha sangre y familias rotas, México ya ha padecido esas experiencias y parece no haber aprendido la lección.

Mientras tengamos políticos mediocres y una indiferencia generalizada, se gesta un estallido social de incalculables dimensiones, ya aprenderemos de nueva cuenta que la pobreza es una bomba de tiempo que estallará en nuestras narices cuando menos lo percibamos.

Abatir la pobreza es un tema vital de todo ser humano; lo lamentable y lo prueba la triste realidad, es que el trabajo dejó de ser la opción para millones de empleados.

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