Pasan los días y el anhelado “aplanamiento” de la llamada “curva de contagios” de la pandemia de coronavirus que enfrentamos en el país, nada más no la vemos por ningún lado. La emergencia sanitaria está firme y, aunque se ha ordenado el reinicio de las actividades en sectores esenciales para la vida económica de México, éste arranque está acompañado del Covid-19.
El número de contagios nuevos en promedio sigue siendo de 2 mil casos, lo que ha obligado a los cerca de 300 municipios que no registran caso alguno de coronavirus entre sus pobladores, a detener el reinicio de actividades hasta el próximo 1 de junio esperando se cumplan los pronósticos y estimaciones que las autoridades de Salud anuncian, un día sí el siguiente también.
El panorama de desafíos y retos para el país y el actual gobierno federal parece complicarse. Lo urgente sigue siendo superar la amenaza que enfrenta la salud pública en México, situación que aunque a cada momento se atiende, se siguen reportando fallecimientos, contagios, falta de camas para los enfermos e insumos para los trabajadores de la salud que atienden en la primera línea a las personas graves por esta pandemia.
Este fenómeno de salud mundial ha significado no solo un certero golpe al bienestar de cientos de miles de personas en todo el mundo, sino en buena medida obligó a las economías de las naciones en su conjunto, a detenerse. Cerrar micro, pequeñas, medianas y grandes empresas es parte del “tratamiento” que los países llevan a cabo para detener la letalidad de un virus el cual, entre otras cosas, aún no sabe de la existencia inmediata de una vacuna que lo detenga.
Bajar la cortina en los centros de trabajo, “receta” girada, sustentada en las medidas acordadas internacionalmente por los países para detener la ola de contagios, ha generado la nueva “pandemia laboral” representada por el desempleo de millones de personas en el mundo y que de acuerdo a estimaciones, en México podrían ser del orden de los 2 millones de personas las que podrían perder sus fuentes de trabajo.
De acuerdo al Instituto Mexicano del Seguro Social, entre los meses de marzo y abril los empleos formales perdidos fueron del orden de los 700 mil. Este número dejó de cotizar al IMSS y podrían sumarse más trabajadores en esta situación para los meses de mayo y junio, mes acordado para el reinicio gradual de las labores en los distintos sectores productivos formales.
Paralelo a ello no debemos olvidar al ejército de trabajadores, de todas las edades, los cuales se ubican en el subempleo, principal entre en el comercio informal donde de acuerdo a los reportes de las autoridades laborales federales, son más de 20 millones de personas las que se desempeñan en ese subsector y que durante el periodo de “Sana Distancia”, ordenada por las autoridades de salud se ha visto en la necesidad de no laborar.
Ante tal panorama y desafío social, el gobierno federal busca a través de microcréditos a la palabra -25 mil pesos por persona- detener la insolvencia, urgencia y desesperación de millones de mexicanos que cada día y por cientos, pasan la línea de mínimo bienestar para colocarse en la zona de la pobreza. Lo grave de ello es que no hay programas estructurados, sustentados y permanentes que tengan como objetivo fundamental la caída del empleo y evitar con ello la detonación de la pobreza en el país.
En este sentido, el fenómeno y grave problema de la pobreza podría crecer en su número. Entre 13 y 15 millones de personas pasarían a formar parte de este sector social, sumandose así a los 50 millones de mexicanos en pobreza que tiene calculado el propio Consejo Nacional de Evaluación de la Política de Desarrollo Social, conocido por sus siglas como Coneval.
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Ante este panorama se debe reconocer que aumenta aceleradamente la mortandad de las empresas en México, generadas en apenas 3 meses de confinamiento poblacional y cierre de comercios. De acuerdo al último reporte del Coneval, 35.7 por ciento de la población se encuentra en pobreza laboral, ésta originada durante el primer trimestre del presente año.
Las estimaciones dadas a conocer en este renglón, están reportadas por el Indice de Tendencia Laboral de la Pobreza, mecanismo que cada trimestre informa sobre la tendencia del poder adquisitivo del ingreso laboral a nivel nacional y para cada una de las 32 entidades federativas.
El Coneval deja en claro que éste indicador no constituye una medición de pobreza, puesto que no comprende todas las fuentes de ingreso, ni todas las dimensiones de la medición oficial de la pobreza dada a conocer por dicho organismo en diciembre de 2009. Este indicador sirve, se deja en claro, como señal preventiva de corto plazo sobre la situación del ingreso laboral de las familias en relación con el costo de la canasta alimentaria.
Ni duda cabe que la emergencia sanitaria –primera pandemia–, que aún vive el país, ha detonado la segunda de ellas –un creciente desempleo—para la cual no se tiene contemplado algún programa de acción anticíclico por parte del gobierno federal. Más aún, el gobierno del Presidente Andrés Manuel López Obrador mantiene su posición de rechazo a cualquier acuerdo con el sector empresarial para intentar salvar a las micro, pequeñas y medianas empresas, generadoras todas ellas del mayor número de empleos en territorio mexicano.
La atención tardía de las primeras dos pandemias –crisis sanitaria y desempleo–, detonará la tercera de ellas antes de iniciar el mes de julio del presente año. Quienes habitamos este país comenzaremos a registrar un ascenso súbito en los delitos de robo, asalto y muy posiblemente secuestro.