Layda hace peligrar a Morena
La desastrosa actuación de la campechana Layda Sansores en el Senado, órgano al que agarró como su banco particular para darse sus gustos más extravagantes, como la compra de pantimedias, vinos, carnes frías, tintes y cremas para el cabello pone en riesgo a Morena.
Ahora que las campañas políticas llegan a su recta final y se avizoran las elecciones, los escándalos de corrupción en el partido de Andrés Manuel López obrador arrecian y en la capital han cobrado fuerza.
En las redes sociales circula un video en el que se ve y se escucha a Layda Sansores, aspirante a alcaldesa en Álvaro Obregón, elogiar al ex presidente Carlos Salinas de Gortari, líder de la supuesta Mafia en el Poder.
En las imágenes aparece la hija del difunto Carlos “El Negro” Sansores, ex gobernador de Campeche y ex presidente nacional del PRI, reconocer que Salinas de Gortari es un hombre de palabra y que cumple los compromisos políticos.
La senadora con licencia recuerda que a finales de los 80 su padre le dijo al entonces presidente: “Laydita no tiene trabajo, ¿por qué no la ayuda?”.
Y que Salinas de Gortari modificó las listas para diputados plurinominales del PRI, ocasionando la inconformidad incluso de algunos líderes obreros y campesinos, pero le hizo un espacio a la campechana para que accediera a una curul.
Laydita dice en la entrevista que Salinas de Gortari es un hombre de palabra y que sabe cumplir sus compromisos políticos.
Su testimonio quedó grabado
Pero más que el agradecimiento a quien se supone que hoy es el principal enemigo de Morena, partido que la postula para la alcaldía obregonense, el video da fe de que Laydita está acostumbrada a que le regalen todo, pues cuando el PRI la descobijó se acercó al Movimiento Ciudadano, luego al PT y hoy está con López Obrador, su protector.
La apoyó para que llegara al Senado a través del PT, y para que la candidatura a alcaldesa la obtuviera sin tener que someterse a encuesta alguna. Fue la única candidata en la CDMX designada directamente por el partido.
Confiada en la popularidad de El Peje, Sansores se relajó y dejó de hacer campaña, en espera de que el tabasqueño la hiciera por ella y le acercara los votos suficientes para ganar la contienda.
Y aunque no iba en primer lugar de las encuestas, sí se mantenía en la pelea, hasta que Denise Mearker dio a conocer en su noticiario de Televisa que, aprovechando su cargo de senadora, en tan sólo dos años dispuso de seis millones de pesos para gastos personales.
Con dinero público, la candidata pagó desde foto-multas hasta cargos por verificación extemporánea de su camioneta Audi Q5 turbo, además de los respectivos servicios en la agencia.
Eso sería lo de menos, pues en todo se vería como un simple abuso de su cargo para ahorrarse unos gastitos, pero cuando se conoció que su avaricia llegó hasta hacer que le pagaran incluso las conchas que invitaba a sus amigas en Campeche, la cosa cambió.
Se conocieron facturas de sus tintes y cremas para el cabello, a fin de conservar la roja cabellera que luce desde hace algún tiempo, y hasta de las fibras para que la servidumbre lave los platos.
Esas cosas no sólo molestaron a las clases populares de la delegación que aspira a gobernar y que en muchas ocasiones no tiene ni para el transporte público o para la renta; también causó malestar en la clase alta de la demarcación.
La señora vive en Jardines del Pedregal, zona exclusiva de la CDMX, y a sus vecinos –ricos como ella- les cayó muy mal que Laydita haya caído tan bajo, al grado de cobrar al erario público hasta el costo de sus panty-protectores.
O de haber comprado a cargo del Senado una muñeca de cinco mil pesos para su nieta o una cafetera de 32 mil pesos para hacerle un cafecito a su esposo. Eso es ser muy pichicata, como lo definirían las abuelas.
Tan sólo en unas cuantas chucherías como cremas, jamón serrano, uvas, una plancha y hasta almohadas para su casa de Campeche, la senadora con licencia se gastó 731 mil pesos, según las facturas que ella misma entregó al Senado.
Por mucho que diga que se trata de un ataque y que son calumnias, el tema se conoció por una solicitud de información pública al Senado, cuya contenido desnudó por completo a la política, que quedó expuesta por transa.
La señora, que dice entender a los pobres pero con dinero público amuebla a todo lujo una de sus residencias en Campeche, se pasó de la raya al mandarse a hacer con una modista un vestido y una mascada con el rostro de los 43 desaparecidos en Ayotzinapa, por lo cual pagó 22 mil pesos… del Senado, por supuesto.
Y para colmo, cuando estalló el escándalo informativo, la candidata de su partido a la Jefatura de Gobierno, Claudia Sheinbaum, visitó su demarcación y, sin tomarse la molestia de al menos preguntar, defendió a Laydita y descalificó las “infamias” en su contra.
Pues Claudia se subió al ring y nada más se quemó, porque la información no solamente era cierta, sino que se trataba de la punta de la madeja, pues son cientos de documentos los que avalan los abusos de la campechana.
Cuando descalificó la información seguramente Claudia ni enterada estaba de la existencia de eso documentos, debidamente foliados y sellados por el Senado.
Si a la aspirante de Morena a jefa de Gobierno le parece “normal” que los legisladores de su partido dispongan en tan sólo dos años de seis millones de pesos para pagar sus tintes, pantimedias, vinos, carnes frías y hasta sus foto-multas, es un mal mensaje si llega.
Qué puntería tiene Claudia para defender a la gente más cuestionada por la ciudadanía y decir que son víctimas de “ataques infundados”, en lugar de reconocer la existencia de pruebas suficientes que demuestran lo pillos que son.
Las andanzas de “Laydita”, como se autonombra la aspirante a alcaldesa, no sólo afectan a ella misma o a la propia Sheinbaum, sino que también ponen en jaque a varios candidatos de Morena a diputados por Álvaro Obregón.
En lugar de reconocer el asunto y aceptar que estuvo muy mal, e incluso prometer que no lo volvería a hacer, la campechana quiso justificar su robo en despoblado subiendo algunos videos mal hechos, en donde aparecen personas agradeciendo planchas y regalos.
Es evidente que esos materiales son hechizos y que sólo la hunden más, pues con seis millones de pesos se podría comprar algo más que unas cuantas planchas y televisores.
Dicen que con seis millones de pesos se podrían alumbrar las calles de Álvaro Obregón o construir algunas guarderías, o hasta una clínica de especialidades, pero que Layda prefirió gastar en tintes, zapatos, bolsas y hasta en botanas el dinero público.
¿Y así quiere administrar el dinero de la tercera delegación más importante de la CDMX, con la bendición de quien aspira a la Jefatura de Gobierno por Morena?
Es claro que luego de este desliz, sus posibilidades de ganar la alcaldía bajan considerablemente, por lo que incluso en su propio equipo piensan que ya se cayó.
Ahora hay que esperar que sus andanzas no afecten a los demás candidatos de Morena en la demarcación, pues se podría generar un efecto dominó en contra de Morena.
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