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Trabajan ignorados

Calvario infantil

La explotación infantil, también llamada esclavitud infantil, es la utilización de niños en trabajos normales o peligrosos, para fines económicos familiares o de otra índole, de menores de edad por parte de adultos, afectando con ello el desarrollo personal y emocional de los menores y el disfrute de sus derechos. Algunos autores utilizan este término como sinónimo de trabajo infantil, aunque otros emplean este último de un modo más amplio, sin una necesaria carga negativa.

Eliminar la explotación laboral infantil es una prioridad por los efectos que las actividades laborales tienen sobre la salud y el desarrollo de los menores de edad.

Igualmente está demostrado que cuando los menores de edad trabajan en condiciones que afectan el ejercicio de sus derechos, con frecuencia son explotados al no recibir salario o porque las jornadas de trabajo son usualmente extensas.

El próximo 30 de abril habrá de celebrarse, una vez más, el Día del Niño y algunos estudios muestran que en la medida que más trabaje el menor de edad se expone a sufrir una mayor accidentalidad y enfermedades.

El trabajo de menores también afecta la educación al generar deserción escolar. Está demostrado que el atraso escolar se relaciona con las horas de trabajo en la niñez.

En 1992, la OIT creó el programa internacional para la erradicación del trabajo infantil para combatir el trabajo de los niños y niñas que atentan con su desarrollo y en 2014 el fundador del Centro Internacional sobre trabajo infantil y educación, Kailash Satyarthi fue galardonado con el Premio Nobel de la Paz por su lucha contra la explotación infantil en la India.

Las condiciones de trabajo en muchos casos son de peligro, debiéndose reglamentar los trabajos peligrosos para evitar el trabajo de niños, niñas y adolescentes.

POBREZA, FACTOR DETERMINANTE

La pobreza en las familias impide que dispongan de los recursos necesarios para comprar alimentos, ropa, acceder a una vivienda, a sanidad o a educación, llegando incluso a dejar los estudios. Esos menores se ven en la situación de contribuir a la economía familiar realizando trabajos que ponen en peligro su vida.

Hay menores que son explotados en fábricas e industrias debido a la pobreza de los países en vías de desarrollo y la necesidad de mano de obra barata. Los niños son forzados a trabajar en agri- cultura, en las calles con los riesgos que ello conlleva.

Los niños abandonados o que viven situación de calle están solos tienen que buscar un trabajo para sobrevivir. En ocasiones, estos menores se ven convertidos en esclavos sexuales.

Los infantes que no pueden acceder a la educación tienen más probabilidades de convertirse en víctimas de tra- bajo infantil. Ir a la escuela les permite conservar sus oportunidades de futuro, les ayuda a mejorar las relaciones con las comunidades de acogida y les devuelve su infancia.

Conforme al análisis que se hace en el informe El trabajo infantil en México: avances y desafíos, elaborado por la Secretaría del Trabajo y Previsión Social (STPS), la principal causa del trabajo infantil es la pobreza.

Además se considera que son factores causantes de este fenómeno social, la demanda en hogares, granjas o negocios familiares para que los niños participen en el trabajo; las normas y actitudes sociales y, los costos que implica la educación (uniformes, transporte, material escolar, inscripciones).

Ahí se establece que solamente uno de cada cuatro niños trabajadores concluye su educación básica de lo cual se desprenden problemas como el analfabetismo y el ausentismo escolar, altos índices de reprobación, bajo aprovechamiento y deserción escolar.

El documento explica que los motivos por los cuales los niños laboran son los siguientes: 23.3 por ciento trabaja para pagar sus gastos o para la escuela; el 22.5 por ciento lo hace para completar el gasto de sus hogares; 22.4 por ciento realiza estas labores sólo por ayudar y, 13.5 por ciento labora para aprender un oficio.

Indica que el trabajo infantil es un problema de escala mundial y aunque en México se ha ido reduciendo, el informe señala que aún hay un estimado de 2 millones 500 mil niños y adolescentes de 5 a 17 años laborando sin prestaciones sociales, fuera de la legalidad y en situaciones de verdadera marginación social.

La OIT, UNICEF y la oficina de la UNESCO en México exhortan al país a centrar su atención en el acceso a una educación de calidad de todas las niñas, niños y adolescentes como factor clave en la lucha contra el trabajo infantil.

Está considerado que la primera razón por la que las niñas y niños no asisten a la escuela es la falta de interés o actitud, en este sentido es necesario se les dé un seguimiento educativo en comunidades indígenas, con discapacidad o migrantes (como las hijas y los hijos de jornaleros agrícolas).

REALIDAD INNEGABLE

México es el segundo país de Amé- rica Latina con mayor nivel de trabajo infantil, sólo por debajo de Brasil. Cerca de 3.3 millones de niñas, niños y adolescentes se encuentran trabajando y el sector agropecuario es donde se con- centra la mayor parte de este trabajo, de acuerdo con cifras del INEGI.

A pesar de que se han dado pasos importantes en materia legal, el problema persiste y así lo enfatiza la Encuesta Nacional de Trabajo Infantil (ENTI).

La Comisión de Derechos Huma- nos de la Ciudad de México (CDHCM) ha expresado su preocupación por la reciente reforma al numeral 8 de la fracción II del Artículo 176, de la Ley Federal del Trabajo, en la que elimina la prohibición absoluta del trabajo infantil de personas adolescentes entre 15 y 17 años en las actividades agrícolas, forestales, de aserrado, silvícolas, de caza y pesca por ser labores peligrosas.

Sin embargo las limita a solamente aquellas que impliquen el uso de químicos, manejo de maquinaria, vehículos pesados, y los que determine la autoridad competente, señalando como justificación que, en la práctica, el trabajo infantil en dichas labores se realiza de hecho  y, por esa razón, esa medida legislativa generará condiciones para el reconocimiento de derechos laborales de la niñez, cuando en realidad tal reforma normativa, transgrede el principio de progresividad en derechos humanos y naturaliza prácticas que el Estado Mexicano tiene la obligación de erradicar.

La fracción II, del Apartado A del Artículo 123 de la Constitución Política de los Estados Unidos Mexicanos precisa que están prohibidas, las labores peligrosas de las personas menores de 16 años de edad.

En el año 2000, el Estado mexicano ratificó el Convenio 182 de la Organización Internacional del Trabajo (OIT), sobre la prohibición de las peores formas de trabajo infantil y la acción inmediata para su eliminación. El Artículo 3, fracción d), de ese instrumento define que la expresión peores formas del trabajo infantil abarca aquél que por su naturaleza o por las condiciones en que se lleva a cabo, es probable que dañe la salud, la seguridad o la moralidad de los niños.

La OIT instituyó el primer Día Mundial contra el Trabajo Infantil el 12 de junio de 2002 como una manera de poner atención en el trabajo infantil que se considera peligroso y el cual debe erradicarse.

Además define que no todas las tareas realizadas por las niñas y los niños deben ser clasificadas de esa manera.

Considera que la ayuda prestada por la población infantil en sus hogares o negocios familiares, así como las tareas que realizan fuera del horario escolar y durante las vacaciones para ganar dinero, son actividades provechosas para su desarrollo y el bienestar de su familia pues le proporcionan calificaciones y experiencia, lo que forma parte del proceso de preparación para ser integrantes productivos de la sociedad en su edad adulta.

Conforme al criterio de la OIT, el trabajo infantil se define como “todo trabajo que priva a los niños/as de su niñez, su potencial y su dignidad, y que es perjudicial para su desarrollo físico y psicológico.

El término alude al trabajo que es peligroso y perjudicial para el bienestar físico, mental o moral del niño/a; inter- fi  re con su escolarización puesto que: les priva de la posibilidad de asistir a clases, les obliga a abandonar la escuela de forma prematura o les exige combinar el estudio con un trabajo pesado y que consume mucho tiempo”.

En México, la Ley Federal del Trabajo, cuya reforma más reciente fue publicada en el Diario Oficial de la Federación el 17 de enero de 2006, establece en sus artículos 22 y 23 la edad mínima a la que pueden trabajar las personas:

Artículo 22. Queda prohibida la utilización del trabajo de los menores de catorce años y de los mayores de esta edad y menores de dieciséis que no hayan terminado su educación obligatoria, salvo los casos de excepción que apruebe la autoridad correspondiente en que a su juicio haya compatibilidad entre los estudios y el trabajo.

Artículo 23. Los mayores de dieciséis años pueden prestar libremente sus servicios, con las limitaciones establecidas en esta Ley. Los mayores de catorce y menores de dieciséis necesitan autorización de sus padres o tutores y a falta de ellos, del sindicato a que pertenezcan, de la Junta de Conciliación y Arbitraje, del Inspector del Trabajo o de la Autoridad Política.

En su artículo 56 señala que a la población infantil se le deben brindar las mismas condiciones de trabajo que a las personas de más edad.

Artículo 56. Las condiciones de trabajo en ningún caso podrán ser inferiores a las fijadas en esta Ley y deberán ser proporcionadas a la importancia de los servicios iguales para trabajos iguales, sin que puedan establecerse diferencias por motivo de raza, nacionalidad, sexo, edad, credo religioso o doctrina política, salvo las modalidades expresamente consignadas en esta Ley.

El Instituto Nacional de las Mujeres considera que esas características ocupacionales de las niñas y los niños de 5 a 17 años, que han sido captados en el Módulo de Trabajo Infantil de la Encuesta Nacional de Ocupación y Empleo 2007 (ENOE).

Informa que “nuestro interés se centra en conocer la magnitud y estudiar los rasgos del trabajo infantil, y con ello contribuir a la planeación de políticas públicas dirigidas a este sector de la población”.

Incluso señala que resulta útil para llamar la atención del gobierno, de las empresarias/os, la sociedad civil, las instituciones educativas, los medios de comunicación y demás interlocutoras/ es interesadas/os en vigilar el cumplimiento de las actividades económicas de la población infantil bajo los están- dares permitidos.

Estamos conscientes de la importancia del trabajo informal que desempeña la población infantil en situación de calle, sin embargo, para el propósito de este boletín no es posible incluir esta categoría analítica pues no se cuenta con información estadística reciente y representativa a nivel nacional.

PANORAMA  AÑEJO

Los primeros ejercicios para estimar el trabajo infantil en México se dieron a mediados de la década de los ochenta; se estudió principalmente el trabajo realizado por niñas y niños en situación de calle, y paulatinamente fueron incorporándose otros grupos de población infantil trabajadora del medio urbano-marginal.

En lo que se refiere a encuestas levantadas en hogares para medir el trabajo infantil, económico y doméstico, destaca el Módulo de Trabajo Infantil anexo a la Encuesta Nacional de Empleo en Zonas Indígenas de 1997, con cobertura en las principales zonas indígenas del país.

Para dar continuidad al proyecto, se hizo el segundo levantamiento del Módulo de Trabajo Infantil, utilizando una submuestra de la Encuesta Nacional de Empleo (ENOE) de 1999, con representatividad a nivel nacional. En el levantamiento de 2007 hubo un importante avance en cuanto a cobertura geográfica  y contenido temático, lo que permite disponer de mejores estimaciones del trabajo infantil en el país.

A mediados de 1990 el gobierno federal impulsó acciones para reducir las brechas de género en la asistencia a la escuela mediante programas de transferencias de dinero en efectivo a los hogares en condiciones de pobreza.

La entrega de becas quedó sujeta a la condición de que niñas, niños y jóvenes de ambos sexos asistan a la escuela.

Los altos niveles de pobreza están directamente relacionados con el trabajo infantil, la OIT estima que por cada punto porcentual que aumenta la pobreza el trabajo infantil crece 0.7 por ciento.

Persiste el trabajo infantil que sola- pan empresas, evaden la inscripción de los trabajadores en el Seguro Social faltan viviendas dignas y sobre todo, faltan guarderías.

El trabajo infantil suele ser visto como indeseable al disminuir el acervo de capital humano en el mediano y largo plazos, lo que limita los niveles de crecimiento económico futuros.

A diferencia de lo que normalmente se piensa, el trabajo infantil no sólo es producto del egoísmo de los padres, sino que surge a partir de la estrategia del hogar para sobrevivir y obtener una mayor cantidad de bienes.

El trabajo de los niños y adolescentes es un síntoma de otros problemas en el país, como lo son la presencia de sistemas educativos deficientes, actos de discriminación dentro de las familias y la falta de oportunidades para ciertos sectores de la población.

En un estudio del colegio de la Frontera Pedro Orracano concluye que en México el 67.9% de los trabajadores infantiles son varones, mientras que 48.3% de los menores que trabajan re- portan que no reciben ninguna remuneración por sus tareas. Adicionalmente, el trabajo infantil tiende a ser más común en las zonas rurales que en las urbanas, donde 37.5% del total de los trabajadores infantiles reside en localidades con menos de 2 500 habitantes.

 

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