La pandemia por Covid 19 recrudeció la brecha salarial y la igualdad laboral entre hombres y mujeres en México.
Aunque en los últimos años la diferencia se estaba acortando lentamente como respuesta a la lucha por la igualdad de derechos laborales, la suspensión de actividades por cuestiones de salud y la carga social que implicó para las mujeres permanecer en casa por el confinamiento opacó todos los avances.
Hilda Rodríguez, economista y maestra en Demografía por la UNAM, explicó que en el tercer trimestre del 2019 alrededor de 22.4 millones de mujeres participaban en el mercado laboral, lo cual representaba el 44.9 por ciento de ese sector de la población, pero tras la pandemia la cifra cambió y en el mismo periodo pero del 2020 bajó a 39.9 por ciento, lo que representó una caída de cinco puntos porcentuales, alrededor de 2 millones de ellas se quedaron sin trabajo.
“El COVID19 nos perjudicó más porque hubo un retroceso impresionante. La participación de las mujeres iba en ascenso pero esos cinco puntos porcentuales nos regresó diez años atrás, ahora es crear nuevamente las condiciones para que las mujeres puedan incorporarse nuevamente al mercado de trabajo, pero además en mejores condiciones. Nos perjudicó mucho más de lo que imaginamos y no estábamos preparados para ello”, comentó en entrevista para RS Sindical.
Con base en la Encuesta Nacional de Ocupación y Empleo (ENOE) del último trimestre del 2020 fue evidente la disminución en el mercado laboral general a raíz de la pandemia ya sea por despido o por descanso obligado y eso afectó los niveles de ingreso de las familias.
Hubo también mujeres a quienes les redujeron el salario, ya de por sí desigual, con el argumento de bajas ventas durante la pandemia y es hora que no se los han ajustado. Un ejemplo con las maestras de escuelas privadas en niveles básico y medio a quienes les redujeron el sueldo mientras las empresas cobraban a los padres de familia las colegiaturas completas por lo que el ingreso sería completo, pero no así el pago a los trabajadores, situación recurrente en muchas otras esferas.
La brecha se enfermó y agravó
Con base en información de la Secretaría de Trabajo y Previsión Social (STPS) en el primer trimestre del 2021, 31 de las 32 entidades en el país mantuvieron la brecha en el salario entre hombres y mujeres
La brecha promedio general es de 54 pesos que representan un -12 por ciento y que se traduce en 449.57 pesos de salario promedio diario de los hombres, frente a 395.48 pesos que reciben las mujeres.
Del total de entidades, las que tienen la diferencia más estrecha entre unos y otros son Quintana Roo con el -0.3 por ciento; Yucatán con -2.1 por ciento; Chiapas con -5.5 por ciento; Nayarit -6.9 por ciento y la Ciudad de México con -8 por ciento.
En el resto de las entidades, las diferencias llegan hasta el 22 por ciento como el caso de Coahuila, según el reporte de la dependencia.
La única entidad que quedó fuera de la lista es Veracruz, al reportar una diferencia del 2.4 por ciento en el monto de percepciones ya que las mujeres ganan en promedio 443.57 pesos frente a 433.16 pesos de salario mínimo que reciben los hombres.
A pesar de la brecha salarial, hay cuatro entidades en donde las mujeres tienen los salarios más altos, éstas son Nuevo León, Querétaro, Veracruz y la Ciudad de México en donde la participación de mujeres en el mercado es alta y aún así resintió el golpe de la pandemia.
Según registros oficiales el 50.9 por ciento de la población femenina trabajaba en el 2019 pero bajó a 41 a 2020.
Para este año comienza a verse una recuperación, indicó la académica de la UNAM al registrarse un 41.7 por ciento, pero aún está lejos del 44.9 por ciento que había en el 2019 antes de la pandemia.
“Esperemos ver qué es lo que sucede este año con la vacunación, con el retomar las actividades económicas, esperamos que no se tarde tanto porque estamos hablando de un buen porcentaje de mujeres que requieren estar en las actividades laborales para satisfacer necesidades”, señaló.
Hasta el momento, en los niveles de ingreso de hasta un salario mínimo es en donde las mujeres tienen una participación muy alta, en 2019 la participación era de 30.4 por ciento, subió en 2020 a 33 por ciento y en 2021 llegó a 33 por ciento.
“La brecha disminuyó entre 2019 y 2020, pero volvió a aumentar en 2021. Esta brecha es desfavorable y significa que las mujeres están participando más ampliamente en este nivel de ingreso tan bajo de hasta un salario mínimo”
En el siguiente nivel, el de quienes perciben ingresos de 1 hasta 2 salarios mínimos es donde hay mayor participación de las mujeres con 36.3 de la población en 2019, 36.7 en 2020 y en 2021 subió a 38.1 por ciento.
“Ahí se ve como las mujeres están concentradas, más que los hombres, en estos niveles de ingreso bajos y disminuyen muy claramente su participación en los siguientes niveles de ingreso”, dijo Rodríguez.
Conforme al análisis que la demógrafa hace de las cifras en la ENOE, el porcentaje de participación disminuye conforme hay más ingresos en las mujeres.
“Esto habla de una descomposición de las condiciones de trabajo tanto para hombres como para mujeres, se comparte más la pobreza, compartiendo más la inestabilidad laboral y los ingresos menores, eso no puede ser un festejo de la igualdad, estamos compartiendo este deterioro de condiciones de vida, ese es el gran problema”, refirió.
Por su parte, el Instituto Mexicano para la Competitividad, IMCO, reportó a finales del año pasado que desde 2017 y hasta el inicio de la pandemia la diferencia salarial con los hombres era de 15 pesos.
Destaca que la preparación profesional es uno de los elementos que ayuda a reducir la brecha pero no la desaparece; y del otro extremo, cuando tienen la menor preparación o solo la primaria concluida, la diferencia se extiende al 23 por ciento entre las percepciones de unos y otros.
En cuanto a los sectores en donde son más visibles las diferencias salariales, pese a realizar un mismo trabajo, destaca el comercio, la manufactura y los servicios lo que emplean al 95 por ciento de las mujeres dedicadas al sector.
El Instituto Nacional de las Mujeres reconoce que la diferencia salarial entre hombres y mujeres que realizan una misma actividad es una de las más amplias entre los países miembros de la Organización para la Cooperación y el Desarrollo Económicos (OCDE).
Estima que en el 2019 se llegó hasta un 18.8 por ciento de separación entre un salario y otro, muy por encima de la media internacional de 13 por ciento.
“A medida que más mujeres se enfrentan a dificultades económicas debido a la COVID-19, la lucha por la igualdad salarial cobra una nueva urgencia porque quienes ganan menos son quienes más daños sufren por la discrepancia en los ingresos”, expuso Nadine Gasman, titular de Inmujeres durante el conversatorio “Cerrar la brecha. La importancia de cerrar la brecha salarial de género”, organizado por la Embajada de Gran Bretaña en México en el marco del Día Internacional por la Igualdad Salarial celebrado hen septiembre del año pasado.
De acuerdo al estudio “Discriminación estructural y desigualdad social” realizado por la Secretaría de Gobernación, Consejo Nacional para Prevenir y Erradicar la Discriminación (Conapred) y la Comisión Económica para América Latina y el Caribe (CEPAL), para que una mujer pueda percibir el mismo salario de un hombre, teniendo la misma formación profesional y condiciones de trabajo, tendría que triplicar su jornada.
Gasman refirió que ONU Mujeres identificó que en Estados Unidos por cada dólar que gana un hombre como salario, las mujeres afroamericanas reciben solo 62 centavos, las mujeres indígenas 57 centavos y las latinas 54 centavos.
Brecha interna
Aunque la diferencia salarial entre un hombre y una mujer ha sido tema de análisis y de aplicación de políticas públicas para contenerla, hay otra realidad: las diferencias en percepciones entre las propias mujeres.
El IMCO señala que hasta septiembre del 2020 quienes trabajaban en la formalidad recibían hasta 42 por ciento más que quienes lo hacían en la informalidad. Aún así, los montos siguen siendo menores a los que reciben los hombres por el mismo tipo de actividades.
¿Qué causa la brecha?
El Inmujeres identifica cuatro causas de la brecha salarial: la discriminación en el lugar de trabajo, sectores laborales socialmente exclusivos de hombres, escasa participación de mujeres en puesto de liderazgo y alta dirección; y la falta de políticas de conciliación entre la vida personal y profesional.
Resalta la iniciativa del gobierno para impulsar la paridad salarial, medidas de conciliación para que una mujer pueda atender su vida laboral, familiar y personal sin que eso implique una menor percepción salarial, así como incentivar la paridad en la designación de nombramientos en mandos directivos de la Administración Pública Federal.
“Sigamos promoviendo el cierre de las brechas de desigualdad de género desde sus trincheras. Con su colaboración y al compartirnos buenas prácticas también contribuyen de manera importante a la búsqueda de soluciones viables y, sobre todo, efectivas”, dijo la titular de Inmujeres.
A su vez, ONU Mujeres América Latina y el Caribe identificó no solo a los factores que generan la brecha salarial, sino quienes son los responsables.
El empleo parcial es uno de los factores identificados, ya que las mujeres deben reducir su jornada para atender a su familia, en especial después de convertirse en mamás, lo cual automáticamente reduce a la mitad o menos el salario que reciben. Identifica como responsables de esta situación a las empresas que no ofrecen ayudas y posibilidades de conciliar lo que limita la disponibilidad de las mujeres.
Otro es la mala calidad de los empleos ofertados a las mujeres y con ello su mala remuneración. Indica que hay menos posibilidades de obtener empleos de mayor nivel, y de progresar en su carrera profesional, siendo la maternidad una de las circunstancias que provocan esa discriminación. Los responsables según ONU Mujeres son los estereotipos de género en las empresas y organizaciones, que asocian los cargos de responsabilidad a los hombres y la falta de regulación y sanción a quienes discriminan por razón de género.
Aparecen en el mapa los trabajos altamente demandantes pero con poco o sin remuneración como son los cuidados en casa. De inicio, indica que está feminizado el cuidado a adultos mayores, infantil e incluso de limpieza en los hogares y adjudica la responsabilidad de que esto ocurra y abone a la brecha salarial a la sociedad patriarcal que establece como naturales e incluso obligatorios ese tipo de trabajos para las mujeres. Sin embargo, pone en manos de las organizaciones sindicales la posibilidad de trabajar para lograr el reconocimiento y pago justo por su trabajo.
Al respecto la economista Rodríguez coincidió en que los sindicatos deben contribuir a mejorar dichas condiciones con opciones políticas, planteando propuestas como aumentos de salario paulatinos de tal forma que no afecte la producción; y también que es responsabilidad de empresas y gobierno resolver la desigualdad que hay en la distribución del trabajo y su respectivo salario.
“La igualdad en el mercado del trabajo requiere de cambios no solo en la organización del mercado del trabajo en términos de tiempos, recursos, salarios, sino también en la organización del trabajo no remunerado con la participación del estado, las empresas y por supuesto las familias”, apuntó.
Finalmente, la ONU Mujeres puso sobre la mesa una realidad, la “autominusvaloración” de las mujeres dentro del mercado laboral en el que padecen discriminación y además aceptar condiciones inferiores a las del resto con tal de mantener un ingreso
La ignorancia, como tal, de los empleadores públicos y privados que no analizan a detalle las remuneraciones de sus trabajadoras versus sus trabajadores, y cuando lo saben, lo toleran sin que haya alguna sanción al respecto.
“Los poderes públicos deben promover que los empleadores realicen las correspondientes mediciones, y también elaborar estadísticas armonizadas con análisis precisos”, sugiere.