En memoria a Don Fidel Velazquez Sánchez, 24/IV/1900. CXXI Aniversario de su natalicio.
Es necesario puntualizar aquí que el proletariado mexicano, como los proletariados de todas partes del mundo, debe tener la concepción de que la lucha a la cual se entra, por exigencias de las condiciones sociales, es una lucha permanente.
Con frecuencia hubo tiempos en que se hablaba del sentido políticosocial de las huelgas en Cananea, Rio Blanco y Santa Rosa y del encuentro entre obreros y tropa porfirista en Orizaba; mas, se ha dejado de hablar sobre ello y su importante contribución al fenómeno de permanencia del movimiento reivindicador y su dinámica controlada, aunque en ese tiempo fuera desconocido el sistema sindical de organización obrera y campesina, inaugurado, simultáneamente en la ciudad de México y el puerto de Veracruz, en 1911 y 1913 respectivamente.
Demos un repaso a ciertos antecedentes: La Fundacion de la Casa del Obrero Mundial el 15 de julio de 1912, creada con el propósito de difundir la doctrina anarco-sindicalista entre la clase trabajadora de nuestro país.
El Pacto firmado por la Casa del Obrero Mundial con el gobierno encabezado por Don Venustiano Carranza, el 17 de febrero de 1915, en el Puerto de Veracruz, y con ello la conformación de los Batallones Rojos para luchar contra las fuerzas militares, económicas y políticas del porfirismo, a cambio el propio Gobierno Constitucionalista se comprometió a proteger la causa de los trabajadores y apoyar el desenvolvimiento de la Organización Sindical.
El Primer Congreso Preliminar Obrero de Veracruz, realizado el mes de marzo de 1916, convocado con el propósito de crear la primera central obrera de la República. El segundo Congreso Preliminar Obrero reunido en Tampico en octubre de 1917, como un segundo intento de lograr la unidad obrera nacional con los sindicatos existentes. El Congreso Obrero Nacional en Saltillo, llevado a cabo en marzo de 1918, del cual surgió la Confederación Regional Obrera Mexicana como primera gran organización sindical.
El general Álvaro Obregón al postularse a la presidencia de la República por segunda ocasión, (a pesar de lo que señala la constitución, sobre la no reelección) habló de la existencia de dos clases sociales, las de los explotadores y la de los explotados; de haber llegado al poder, ¿cuál habría sido su postura política? ¿De qué lado hubiera inclinado su función?
Porque lo importante es alcanzar el poder, y la lucha de clases dentro de la ley ha ido de los anarquistas a los socialistas, de Miguel Bakumin a Karl Marx y en las propagandas, los mítines, las huelgas, las luchas, en fin, han constituido lo que los obreros ingleses hace doscientos años en los inicios de la primera revolución industrial llamaron acertadamente la “bandera sangrienta”. Se desconocía la bandera rojinegra.
Con el “Plan sexenal”, Lázaro Cárdenas emprende, en diciembre de 1933, una campaña electoral de amplitud geográfica y social inusitadas. Un año después, Cardenas era Presidente de México.
El Congreso de la Cámara Nacional del Trabajo el 17 de enero de 1934, fue un intento del Gobierno de la República para supeditar al movimiento obrero a sus designios e impedir el resurgimiento de la conciencia de clase de la masa trabajadora.
La formación del Comité Nacional de Defensa Proletaria, el 15 de junio de 1935, respuesta a la amenaza del General Plutarco Elías Calles, contra el gobierno del General Lázaro Cárdenas y contra el programa del movimiento obrero representado por la Confederación General de Obreros y Campesinos.
Todo eso quedaría atrás. En julio de 1935 el presidente Cárdenas se sacudió la hegemonía que pretendía ejercer el “jefe máximo“ sobre él; es el derrumbe del callismo y el último fenómeno hegemónico caudillista.
El Congreso Nacional de Unificación realizado durante los días del 26 al 29 de febrero de 1936, del cual surgió la Confederación de trabajadores de México, dio otro rostro al proletariado nacional, así se fueron marcando los principales antecedentes de la otrora poderosa organización, antecedentes que hoy recordamos para hacer un balance de su gloria y ocaso.
En el discurso de clausura del Congreso Constituyente, Lombardo Toledano tuvo estas palabras venturosas: “Camaradas: éste es un gran día para México; después de muchos años de lucha se crea, al fin, la primera central de trabajadores de la República”. Eran las 17 horas y 10 minutos del día 24 de febrero de 1936.
¿Que habría sucedido sin la inquietud de aquellos obreros franceses que en 1863 que se lanzaron a organizar el primer sindicato de resistencia al capitalismo y en 1864 crearon la Asociación Internacional de trabajadores? ¿Que suerte habría corrido la lucha emprendida en 1817 por Roberto Owen, por la reducción a ocho horas la jornada diaria de trabajo, sin la rudeza física de los que coronaron esa tarea inmortal con su sacrificio anarquista en las horcas de Chicago?
La Confederación de Trabajadores de México emergió con el perfil de su tiempo, no podía ser de otro modo; tiempo preñado de vicisitudes, comparable al de la Casa del Obrero Mundial organizando los primeros sindicatos, conmemora la jornada del 1o de Mayo con la solemnidad que a este acto corresponde, firma un convenio de mutua ayuda con la Revolución Mexicana, organiza los Batallones Rojos que parten a trincheras a dar ejemplos de idealismo, y contribuye a que la Constitución de 1917 tenga un artículo 123; todo ello en un instante de dramática y trágica conspiración por el surgimiento de un México mejor. Se equivocaron quienes auguraron el fracaso del congreso constituyente de la Confederación de Trabajadores de México. Pues es incuestionable que esta significó un impulso en el desarrollo de las luchas sociales, visto desde el ángulo que se quiera ver.
Al constituirse la Confederación de Trabajadores de México, en 1936, se realizó un acto de unidad del movimiento obrero, unificó en una central todas las fuerzas del trabajo que anteriormente estaban dispersas y ocupadas en reyertas intergremiales, desentendiéndose de lo fundamental que era la lucha por un mundo mejor. Se dotó a la clase trabajadora de un ideario avanzado, constituido por la declaración de principios y el programa de acción, estableciendo sus tácticas de lucha.
Una Asamblea Nacional con un quórum de 4,589 delegados, representando a 1,428,000 miembros de la CTM. Eso era la Confederación de Trabajadores de México en el año 1938. Y en este escenario estaban los cinco lobitos (ositos).
No se tenía memoria de una asamblea así, desde que irrumpió el sindicalismo en México, en el año de 1912, cincuenta años después de haberse fundado en la nación francesa el primer sindicato obrero como consecuencia de la transformación operada en el seno de las antiguas sociedades mutualistas por la Revolución Industrial; la historia de ese acontecimiento señala que tal cambio se debió a la labor que llevaron a cabo en las corporaciones dos mujeres: Flora Tristán, de quién se dice en el libro “La Capacidad Política de la Clase Obrera” de Pedro J. Proudhón: Debe ser recordada como una de las iniciadoras del movimiento que en 1864 logra fundar la Asociación Internacional de Trabajadores; así como a Paula Rolland se dice en en mismo libro “Debe ser considerada como la fundadora de las asociaciones de maestros y maestras sociales de 1848, primer y remoto principio del sindicalismo de los empleados públicos”.
Cinco años después de su gestión al frente de la CTM Vicente Lombardo Toledano se despide de sus compañeros con un elocuente discurso y entre los muchos conceptos y recomendaciones, tomaremos lo siguiente: “No es Lombardo Toledano la CTM. La CTM es el conjunto de agrupaciones que Lombardo ha capitaneado hasta hoy; pero viene un nuevo jefe y el nuevo jefe es también y será la expresión de ustedes, de las masas y de nuestros principios, no solo impresos, sino también llevados a la victoria en el terreno nacional e internacional”.
“Gracias a todos, jóvenes, infantería de hoy; jóvenes, ustedes mis amigos, que son el núcleo y el meollo, ustedes, mis amigos maestros que acaban apenas de salir de la escuela, ustedes, mis compañeros jóvenes de diversos oficios; piensen que la responsabilidad va a venirles pronto; aprendan, estudien, aumenten su experiencia, lean sin cesar, vivan con interés profundo la vida de hoy; quémense en las llamas de la vida; no esperen a que los encuentren las horas de responsabilidad impreparados. Trabajen, jóvenes, para hacer nuevos liíeres mañana, líderes honrados, limpios, capaces, vigorosos, amados por la clase trabajadora.
Luego se dirigió al próximo secretario general de la CTM; “Y usted camarada Velázquez, estimule a la juventud de nuestros sindicatos, elija a los mejores, a los que se distingan; rodeese usted de la juventud, forme o contribuya a formar nuevos dirigentes de nuestros sindicatos; la vida dentro de pocos años nos pondrá al margen de la lucha…..Vendrán nuevas generaciones a reemplazarnos, pero es preciso que la juventud que venga mañana sea una juventud mejor que la nuestra.
Y ustedes compañeras: Mujeres de nuestras Comunidades Agrarias, de nuestros ejidos, de nuestros sindicatos, tienen un papel muy importante para el porvenir. Es indispensable que la mujer mexicana se incorpore en la vida de México sobre una base de derechos económicos iguales que el hombre, y eso depende, no solo de ustedes, compañeras, sino particularmente de ustedes, compañeros miembros de los sindicatos; todavía tenemos muchos prejuicios respecto a la intervención de la mujer, no solo en la política, sino en la vida económica, que es la base para la acción cívica….. De otra manera no habrá progreso para México ni para la Revolución.
¡Gracias a todos!¡viva la CTM! ¡Viva la clase obrera! ¡Viva la Revolución Mexicana! Hasta luego camaradas. Así se despedía con orgullo y satisfacción Vicente Lombardo Toledano. Ahí acabo también su participación en el movimiento obrero.
El discurso de Don Fidel Velazquez como Secretario General de la CTM (primera vez en 1941-1947, en marzo de 1950 releva a Fernando Amilpa quien cubrió el periodo 1947-1950; y de 1950 hasta su muerte en 1997 fue reelecto cada seis años en Congresos Nacionales.
“Sus enseñanzas y sus orientaciones habrán de servir de norma para todos nuestros actos; jamás nos hemos de apartar de ellas, porque sabemos que esas orientaciones y esas enseñanzas son y serán muchos de los programas de la Confederación de Trabajadores de México. Marca Don Fidel en su discurso un llamado a la unidad, a la unidad real, efectiva, sin reservas”. << La Unidad de clase para promover el cambio social>>.
Don Fidel cuando tenía que tratar asuntos relacionados con la CTM, es decir sobre los derechos fundamentales de los trabajadores que auténticamente representaba con gran autoridad, era duro, muy duro. Siempre se opuso a las modificaciones del artículo 123, a las reformas laborales, o al cambio de los contratos colectivos de trabajo, a la desaparición del Infonavit o a la privatización del Instituto Mexicano del Seguro Social, por citar sólo unos ejemplos. Y muy atento a los trabajos previos de los Convenios de la OIT que eran favorables a nuestro país y su Ratificación en el Senado de la República. Don Fidel no negocio y menos lucro con los derechos de los trabajadores. Los defendió, con prudencia, razón e inteligencia a pesar de que bajo otra perspectiva e intereses hubo detractores.
Pero son tiempos para juzgar con razón histórica un ciclo completo del sistema para aquilatar las décadas de estabilidad y crecimiento que vivió un México ajeno a la anarquía, populismo y dictadura que fue la característica de varios países en la región latinoamericana en en siglo XX. México fue un oasis de paz y las páginas constructivas de esa historia se escribieron en la calle de Vallarta 8 de la Ciudad de México.
La CTM bajo el liderazgo de Don Fidel Velázquez vivió tiempos de gloria, grandes líderes de sindicatos nacionales de Industria, federaciones regionales, estatales y locales que llevaron con la negociación colectiva bienestar a la clase trabajadora representado al sindicato nacional de electricistas: Francisco Pérez Ríos (Don Paco); sindicato nacional de la industria azucarera: José Maria Martínez; sindicato de Alijadores: Jose Ma. Cruz; sindicato nacional de la industria textil: Francisco Márquez; sindicato nacional de trabajadores de la música: Juan José Osorio; sindicato nacional de la industria petroquimica: Hermenegildo J. Aldana; sindicato nacional de trabajadores de la industria petrolera: Joaquin Hernández Galicia (la quina); sindicato de trabajadores de la radio: Rafael Camacho Guzman; Federaciones estatales; Blas Chumacero: (Don Blas) Puebla; Heliodoro Hernandez: Jalisco; Lino Santacruz: Tlaxcala; Emilio M Gonzalez: Nayarit; Refugio Mar de la Rosa: Chihuahua; Jesus Yuren y Joaquin del Olmo: Federación de Trabajadores del Distrito Federal; la presencia internacional con Fernando Amilpa y Alfonso Sánchez Madariaga (Don Alfonso); se dio paso a la mujer trabajadora en la Federación obrera femenil; a la juventud en la Federación obrera juvenil y a los jóvenes profesionistas en el sindicato nacional de profesionistas, la CTM representaba una fuerza de más de cinco millones de trabajadores, una verdadera época de gloria: un pasado glorioso hoy en el ocaso.
El Maestro Luis Spota le hizo una entrevista, y habló sobre lo cual fue maestro: la política y el sindicalismo en México: “A las instituciones les pasa todo lo contrario que a los hombres; no envejecen por el tiempo, envejecen por sus actos. Si la CTM hubiera equivocado el camino no solo hubiera envejecido sino que hubiera muerto”.
El periodista Salvador Estrada le preguntó a Don Fidel ¿su opinión respecto a los periodistas que en sus editoriales, en sus escritos lo atacaban a veces, y en otras lo señalan como un líder eficaz, muy hábil?.
Don Fidel respondió: “creo que ellos desempeñan una función en la cual nosotros no podemos interferir de ninguna manera. No está en nuestras manos cambiar la mentalidad a ciertos periodistas y como todo hombre público, resistimos los ataques. Lo importante es que podamos demostrar siempre lo contrario de lo que se afirma en detrimento nuestro”.
Un día Don Fidel fue intervenido quirúrgicamente en el hospital ABC, y se corrió como en otras ocasiones que estaba muy grave, lo visite en su cuarto y me invitó a comer (comida libanesa), en compañía de doña Nora, su esposa, me despedí y le comenté que iba a salir con discreción porque había muchos reporteros; me dijo ¡no! sal y diles que me estoy muriendo…pero de risa; y así al saludar a los reporteros, les hice el comentario, incluyendo lo que habíamos comido.
El poder de don Fidel provenía de muchas fuentes; su trayectoria sindical, su liderazgo indiscutible desde los años 30, su visión, experiencia. “Colmillo“, prudencia, y sus razones; en mis diálogos con el, su respuesta: “yo no doy consejos, doy oportunidades”, “pero es que cuando hablo ante el presidente de la República temo equivocarme”; si te equivocas, no volverás a hablar. ¡Como no lo voy a extrañar!
¿Quién no lo recuerda?, con su eterno puro, el modo en que susurraba sus palabras en las célebres conferencias de los lunes y esa ironía suya, filosisima. Pero su poder tenía otra característica; su desinterés por el dinero, por el vanidoso prestigio de relumbrón y por el poder político. Don Fidel quiso y logró ser el líder indiscutible de los trabajadores pero, a diferencia de Morones y Lombardo, nunca quiso ser el presidente de los mexicanos. Don Fidel no enloqueció por llegar a la presidencia de la República; mucho menos por la riqueza material, jamás se incubó en él la codicia. Don Fidel nunca vio en la CTM una empresa familiar, por lo tanto su familia jamás se inmiscuyó en las decisiones que debía tomar el Comité Ejecutivo Nacional de la Organización, mucho menos ser parte de la nómina.
Recordemos que el presidente Lázaro Cárdenas y la Confederación de Trabajadores de México (a dos años de su creación) prominentes factores de la expropiación petrolera, vivamente enlazados en la historia y para certificar lo anterior debemos remitirnos a la actitud que asumió el Consejo Nacional Extraordinario de la CTM el 6 de enero de 1938.
“En honor del movimiento social de aquel año en México hay que subrayar: fue un triunfo del país; del gobierno del presidente Lázaro Cardenas y de la Confederación de Trabajadores de México”: Rosendo Salazar.
¿Será necesario recalcar la actitud patriótica de los trabajadores? ¿No se agiganta la figura del presidente Cárdenas, solidario con la clase trabajadora, sus objetivos libertarios y su sentido de responsabilidad cada 18 de marzo?
Será importante recordar comentarios de colaboradores cercanos al presidente López Mateos sobre su deseo de apoyarse en un movimiento obrero más amplio para emular al presidente Cárdenas. Aprovechando su experiencia como Secretario del Trabajo, quiso pues convertirse en el presidente obrero; pero a raíz del conflicto ferrocarrilero, el presidente tuvo que apoyarse en la habilidad de la dirección sindical burocrática.
No olvidar que existen indicios para pensar que el propio presidente Echeverría tuvo la intención de renovar el aparato sindical, pero que ante la imposibilidad de lograrlo terminó apoyándose en, y apoyando a su vez, a Don Fidel Velazquez. Lo mismo paso con De la Madrid, Salinas y Zedillo, pero la integridad de Don Fidel impidió mayores daños al país que marcaba el neoliberalismo.
Con las alianzas, equilibrios y coaliciones que predominaban en nuestro sistema político ningún dirigente parecía ser indispensable, nadie supo a ciencia cierta cuáles podían ser las consecuencias ante la ausencia de Don Fidel Velazquez. Por su gran experiencia y capacidad política se había creado una estructura de poder que en buena medida era evidente descansaba en su propia figura.
Hoy es incuestionable que la figura de Don Fidel Velazquez cómo Secretario General de la CTM fue indispensable, bajo una lógica apegada a la actual realidad su ausencia es evidente. Hoy, personas sin autoridad moral, han ido entregando conquistas históricas, garantizando impunidad; Don Fidel decía: “no se puede enfrentar al poder si el líder es corrupto”.
El siglo XXI ha sido particularmente desastroso para una clase obrera mexicana sin liderazgo, los gobiernos apoyados en reformas estructurales y entre ellas las reformas laborales llevaron entre otros objetivos la destrucción de la unidad y organización de la clase trabajadora; que decir sobre la torpeza de Ratificar el Convenio 98 de la OIT, setenta años después, cuando el mundo del trabajo es totalmente diferente. Hemos enfrentado dos crisis la del 2008 provocada por la codicia de un sector financiero internacional rapaz y la actual pandemia COVID-19 que ha dejado un terrible costo para los trabajadores del mundo. Ha cobrado millones de vidas y destruido millones de puestos de trabajo, 14 veces más grande que la crisis financiera de hace una década. A nivel mundial, el desempleo ha aumentado a niveles observados en los años 30, y la pobreza se agudiza entre los menos calificados.
En su ocaso el movimiento obrero no ha tomado en cuenta las ondas de la economía a que hizo referencia Nikolai Kondratiev, marcadas por ciclos de cincuenta años de ascenso y descenso de la economía y, sentado en los laureles de las glorias del pasado, olvido lo que también dijo Kondratiev, “el capitalismo no va a morir ya que tiene una gran capacidad para sortear las crisis y resurgir con mayor fortaleza adaptándose a todo cambio”. Parafraseando el comentario que señalo con acierto Don Fidel: A las instituciones les pasa todo lo contrario que a los hombres; no envejecen por el tiempo, envejecen por sus actos. “Si el movimiento obrero equivocó el camino no sólo habrá envejecido sino que enfrentará su ocaso”. ¡Don Fidel, líder inigualable e inolvidable!