En México, una persona de la comunidad LGBTI no puede trabajar en paz. Son señalados y perseguidos con la mirada o comentarios por parte de sus compañeros debido a su preferencia, la sociedad traslada su intolerancia y odio al terreno laboral y obstaculiza el desarrollo profesional de quienes tienen una orientación sexual diferente al resto.
El Diagnóstico Nacional sobre Discriminación hacia personas LGBT en nuestro país, indica que seis de cada diez personas perciben que su orientación sexual les ha impedido conseguir un empleo, el 43 por ciento trabaja pero vive un constante hostigamiento y el 25 por ciento reconoce un mal trato e incluso muy mal trato por parte de sus compañeros y superiores.
Te puede interesar: Lucha contra la discriminación sexual en el trabajo avanza lento
A diferencia del resto de sus compañeros de trabajo, les son requeridos exámenes médicos como la prueba de VIH y test psicológicos, son sometidos a métodos de selección distintos en los que tratan de indagar sobre sus preferencias sexuales, sin que eso tenga que ver con el puesto que van a desempeñar, indica el estudio presentado en marzo pasado, y la serie de obstáculos institucionales o corporativos que padecen las personas de la comunidad LGBTI los orilla a desarrollar actividades independientes en el terreno formal e informal.
La Comisión Ejecutiva de Atención a Víctimas (CEAV) y la Fundación Arcoíris por el respeto a la Diversidad Sexual, quienes elaboraron el documento, sostienen que los cuestionamientos sobre identidad de género son actos de discriminación que pueden ser denunciados y castigados por la autoridad.
El artículo 23 de la Declaración Universal de los Derechos Humanos, aprobada por las Naciones Unidas en 1948, establece que toda persona tiene derecho al trabajo sin discriminación alguna, mientras que la Organización Internacional del Trabajo advierte que se consideran actos de discriminación en el lugar laboral la violencia verbal, psicológica y física, además de enfrentar manifestaciones de odio; discriminación si consta o se sospecha que son lesbianas, gays, bisexuales o trans; negación de empleo, despido o ascenso; acoso en forma de bromas indeseables, indirectas y comentarios tendenciosos, abuso verbal, chismes difamatorios, apodos, intimidación y hostigamiento, falsas acusaciones de pedofilia, frases insultantes en lugares visibles, llamadas telefónicas insultantes, mensajes anónimos, daños a los bienes, chantaje, violencia e incluso amenazas de muerte; negación de prestaciones como permiso por el nacimiento de un hijo, licencia parental, cuidado de la pareja enferma, pérdida de un familiar; prestaciones educacionales para los trabajadores y su familia; suministro de bienes y servicios de calidad por parte del empleador; prestaciones de supervivencia en los regímenes de pensiones profesionales o a los efectos del seguro de vida, y seguro de enfermedad para los trabajadores y su familia; y la pero de todas, la autoexclusión.
En el trabajo, ¿ser gay o esconderlo?
No importa el tamaño de la empresa, el giro o el puesto que tenga la persona LGBTI, si a sus directivos no les parece su preferencia sexual, se van.
Así fue el caso del abogado Armando Ocampo, quien trabajaba para la reconocida consultora fiscal Chevez Ruíz Zamarripa, pero fue despedido tras haber contraído matrimonio con su pareja, del mismo sexo, en el 2015.
También puedes leer: Inserción de mujeres a mercado laboral permite más crecimiento económico
El tema fue muy sonado en medios informativos, sobre todo en los especializados en temas de la comunidad gay, ya que la experiencia profesional del acusado le permitió ser su propio defensor y emprendió una demanda por discriminación, la cual ganó y sentó el precedente sobre la discriminación que sufrió.
El triunfo fue una victoria amarga pues lo bloquearon de grandes corporativos y despachos de prestigio, por lo que tuvo que empezar desde cero en su propia empresa en la que ahora defiende casos de discriminación con gran éxito.
Sin embargo, ¿cuántos de las personas que han sido despedidas por externar su preferencia sexual pueden emprender una batalla legal a muerte?, la respuesta es pocos.
El Diagnóstico Nacional sobre Discriminación hacia personas LGBT señala que sólo el 8 por ciento de las personas expresan su condición en el trabajo y un 29.8 la guarda en secreto haciéndose pasar por heterosexuales o evadiendo cuestionamientos al respecto, mientras que el 34 por ciento resiste los actos de hostigamiento y acoso, con tal de conservar su empleo.
Los “raritos” nunca ascienden
Carlos es homosexual, trabaja en una televisora pública, en el área de postproducción de programas de corte juvenil, ingresó hace tres años haciendo su servicio social y después lo contrataron.
Te puede interesar: Solicitan regularizar derechos de las trabajadoras del hogar
“Sí, soy amanerado, mi voz es estridente, pero así soy yo, así soy feliz, mi capacidad y mi creatividad están por encima de lo que me gusta hacer en mi vida íntima. Aquí les costó trabajo entenderlo, hay gente de edad que le hacía mucho ruido mi presencia, pero poco a poco hemos aprendido a convivir o simplemente coexistir en favor de nuestro trabajo”, expuso.
Sin embargo, en los años que tiene laborando en ese lugar, ha visto como gente nueva que llega al canal asciende sin que él sea considerado, pese a contar con la experiencia, propuestas y ganas.
“He estado a punto de meter una queja ante la Comisión Nacional de Derechos Humanos, porque estoy seguro que muchas de mis trabas se deben a que soy el ‘jotito’ del canal, pero a la vez, he notado que la línea moral la imponen los directivos, que aquí cambian a cada rato, así que no hay nada eterno y confío en que llegará mi momento de crecer”, comentó.
La socióloga Esther Cordero consideró que pese a los avances de la sociedad en temas de inclusión, persiste la discriminación hacia la comunidad LGBTI, en especial para quienes externan su preferencia.
Dijo que en muchas empresas ha habido notables cambios en el comportamiento de los empleados respecto a sus compañeros con preferencias distintas a las suyas, apegados a los códigos de ética se comportan de forma que se respetan mutuamente y son productivos en sus respectivas áreas. Existen los casos diametralmente opuestos, señala, pues en donde la planta laboral la constituyen personas con muchos años en las empresas, les es difícil adaptarse y no todos optan por la tolerancia, sino que asumen la postura de defensa moral y les hacen la vida imposible.
También puedes leer: Derechos laborales; los retos por venir
Otro escenario, “que existe y también debe externarse” es el de empresas donde el personal es 100 por ciento LGBTI, destacados en ramos creativos, de diseño, moda, estilismo, en donde al llegar algún trabajador con preferencia distinta, en este caso la heterosexual, hay un acoso constante hacia ellos.
“También hay discriminación y acoso por parte de los LGBTI, todos debemos ser tolerantes con la preferencia sexual del de a lado, porque en el terreno laboral, lo importante es la productividad”, apuntó.
La luz al final del arcoíris
No todo el escenario laboral es malo y hay empresas que ponen el ejemplo para igualar oportunidades a todas las personas. Unidas en la Federación Mexicana de Empresarios LGBTI+ asesoran a otras instituciones públicas y privadas para implementar programas que garanticen la inclusión, el desarrollo profesional de las personas reconocidas como LGBTI+ y las vincula con espacios libres de discriminación, además de ser una red de soporte, además de otras actividades.
Entre sus principales socios destaca el banco Scotiabank, los hoteles Marriot, Aeroméxico, Pepsico, Google, Le Meridien, Intel, Nacoional Financiera, entre otros.