La participación de las mujeres en los sindicatos, está condicionada por causas externas, derivadas de su propia situación socio-laboral, obligadas a compaginar empleo y responsabilidades familiares, y por otras derivadas del funcionamiento interno de la propia organización sindical, todavía notablemente masculinizada en todos los aspectos.
Trabajar en un sindicato es tomar conciencia de que todo está mediatizado por un sistema de relaciones que es difícil de analizar, porque tiende a naturalizarse. Hay que subir a la conciencia crítica, desarrollar un pensamiento crítico sobre el sistema de relaciones entre hombres y mujeres.
Es cierto que el número de mujeres afiliadas a los sindicatos es inferior al número de hombres (entre 30 y el 50% del total es afiliación femenina), también es inferior el número de mujeres con empleo. A menudo en el interno del sindicato lo que se percibe es que se trasladan miméticamente la posición que tienen las mujeres en la sociedad, y se no se les trata de igual manera.
La participación directa de las mujeres sindicalistas a todos los niveles, desde el de delegada son elegidas miembros del Comité, pero no son ellas las que negocian los Contratos Colectivos de Trabajo. La escasez de mujeres en los órganos de dirección se debe a que se les excluye abierta y deliberadamente.
Las cifras que nos arroja las elecciones del pasado 6 de junio del año en curso, nos dicen que habrá siete gobernadoras, a saber Claudia Sheinbaum Pardo, en la Ciudad de México; Indira Vizcaíno Silva, en el Estado de Colima; Layda Sansores San Román, por Campeche; Marina del Pilar Ávila Olmedo gobernará Baja California; en Chihuahua María Eugenia Campos Galván; en tanto que en Guerrero lo hará Evelyn Salgado Pineda; por último Tlaxcala será gobernada por Lorena Cuellar Cisneros.
En el Congreso de la Unión el género femenino estará presente con 241 diputadas, el 48.2% de 500 diputados; así como 63 senadoras, el 49.2%del total de 128 senadores.
Además el 42% de los secretarios de estado son mujeres, otro dato, el 21.7% de las Presidencias Municipales están bajo la responsabilidad de mujeres.
La Ciudad de México estará gobernada en un 50% por mujeres, al resultar electas 8 mujeres como Alcaldesas, de un total de 16.
Los sindicatos están actualmente en proceso de adaptación a las nuevas realidades sociales. Los cambios experimentados en el mercado laboral han hecho necesario resituar el sindicalismo.
Todavía hoy, sindicalismo y género son dos conceptos difíciles de asociar.
La gente que ha trabajado el concepto de conciencia de clase, como son los sindicalistas, tiene que entender la necesidad de construir la conciencia de género.
A menudo se comprueba cómo las mujeres que aspiran a formar parte de las candidaturas en los órganos de máxima dirección son tachadas de ambiciosas. Los estereotipos prevalecen y, con ello, el modelo típicamente masculino.
En la organización tiene que haber oxígeno. Aprovechar las aportaciones de todos y todas, que serán muchas más si se trabaja sobre la base de propiciar un buen ambiente de trabajo. La motivación es la clave del éxito.
Un buen dirigente tiene que formar equipos de gente diversa, porque de iguales no enriquece.
Trabajar en un sindicato, es convivir con la discrepancia. Sabemos que la construcción de modelos paralelos es un esfuerzo inútil, el modelo sigue, es muy poderoso. Hay que construir, transformar el modelo desde el mismo modelo.
El discurso ya no vale. Hoy los mensajes feministas están teóricamente asumidos por todos, pero en la práctica nos están vendiendo el mismo producto con diferente empaque.
La teoría no basta, se requiere una transformación personal, de todas y todos, reconocerse iguales.
Se pueden encontrar a mujeres muy comprometidas que sienten mayor coincidencia con organizaciones mixtas que con las puramente feministas.
El sindicato es un espacio a conquistar por las mujeres.