En 1929, al decretarse la autonomía de la Universidad, los trabajadores de la misma perdieron el estatuto de empleados federales, por lo que se inició un movimiento para integrar una agrupación sindical dentro de la Máxima Casa de Estudios. Ese mismo año se formó el Sindicato Único de Empleados de la Universidad Nacional, que trató de afiliar a los profesores y buscó el apoyo de los estudiantes, el sector más organizado de la comunidad en aquellos ayeres.
A finales de 1930, el sindicato fue reemplazado por la Unión de Empleados de la Universidad Nacional de México-Autónoma (UEUNA). En febrero de 1932, se pactó la firma del que es considerado el primer contrato colectivo de trabajo en una universidad mexicana.
La Unión fue suplida el 7 de noviembre de 1932 por el Sindicato de Trabajadores de la Universidad Nacional de México-Autónoma, y el 18 de octubre de 1933 se fundó el Sindicato de Empleados y Obreros de la Universidad Autónoma de México (SEOUAM), en aquel entonces les tocó enfrentar la Ley Orgánica de 1933 que otorgaba plena autonomía a la Universidad, le retiraba el subsidio oficial, reorganizaba al personal y reducía los salarios.
El 9 de octubre de 1945 se creó el Sindicato de Trabajadores de la UNAM, que tuvo una vida efímera. Su lucha central consistió en demandar de las autoridades la firma del Estatuto del Personal Administrativo que regulara las relaciones laborales. Pasó el tiempo y sus aspiraciones fueron desechadas por los rectores de aquellos años y, más aún, en pleno gobierno de Miguel Alemán, se canceló el registro que en los años treinta había logrado el SEOUAM.
En 1965 surgió el Sindicato de Empleados y Obreros de la UNAM (SEOUNAM). Esta organización tampoco obtuvo registro formal pero consiguió que el rector Ignacio Chávez se comprometiera a elaborar, junto con ellos, un estatuto para el personal administrativo, mismo que fue aprobado en 1966, aunque prohibía la existencia de agrupación alguna que ostentara el nombre de sindicato.
Así, el 25 de abril de 1966 se constituyó la Asociación de Trabajadores Administrativos de la UNAM y se disolvió el SEOUNAM. La ATAUNAM tampoco obtuvo registro sindical, pero sí logró el reconocimiento de las autoridades universitarias. En 1970, la ATAUNAM organizó el primer encuentro de trabajadores universitarios y volvió a solicitar el registro legal de la organización, mismo que no consiguieron.
El 12 de noviembre de 1971 el STEUNAM se constituyó para lograr su reconocimiento como organización sindical y la firma con las autoridades de la UNAM de un contrato colectivo de trabajo. Con Evaristo Perea Arreola como secretario general, el sindicato estallo la primera huelga de trabajadores administrativos en la historia de la institución, la cual duró 81 días. Como resultado de esta lucha se pactó con las autoridades universitarias el primer convenio colectivo de trabajo, que recogió varias prestaciones significativas.
El personal docente también creo su propia organización, la Federación de Asociaciones de Personal Académico, la que poco después se transformaría en la Asociación Autónoma de Personal Académico (AAPAUNAM).
El 27 de marzo de 1977, el STEUNAN y el SPAUNAM se fusionaron en el STUNAM, El 1 de abril se intentó negociar infructuosamente un contrato colectivo, que fue rechazado, por lo que el 20 de junio de ese año el sindicato comenzó una huelga, declarada ilegal por la Junta Local de Conciliación y Arbitraje. El 7 de julio la policía entro en la Ciudad Universitaria y desalojo a los huelguistas.
Pese a todo, el 10 de julio las autoridades universitarias reconocieron al STUNAM, que de ese año a 1989 estuvo dirigido por Evaristo Pérez Arreola, quién fue sustituido por Nicolás Olivos Cuellar, el 11 de mayo de 1995 llega a la dirigencia Agustín Rodríguez Fuentes, quien el año pasado fue nuevamente elegido por un periodo más, de tres años, para seguir al frente del STUNAM.
Ingeniero electricista, originario de Oaxaca, señala que gracias a la sociedad civil, del sindicalismo independiente y del movimiento democrático movilizado se ha dado con la posposición de la aprobación en el pleno del Senado de la segunda parte de la llamada reforma laboral, considera que tenían razón al oponerse a las modificaciones laborales que a todas luces atentaban contra conquistas históricas de los mexicanos.
Insiste que es urgente la creación de fuentes de trabajo donde se paguen salarios decorosos, el emprender programas de recuperación del poder adquisitivo de los asalariados y políticas que fortalezcan el mercado interno. Se declara a favor de una justicia laboral expedita, ajustada a derecho y con una filosofía de protección hacia los trabajadores.
Él es Agustín Rodríguez Fuentes, secretario general de uno de los sindicatos que goza de grandes ventajas en materia de prestaciones, gracias a un generoso contrato laboral consensado con las autoridades universitarias. Quien considera que el sindicalismo tiene que responder a la defensa de los intereses legítimos de los trabajadores; pero también el desarrollo y fortalecimiento de la empresa o institución en que se encuentren. El Contrato Colectivo de Trabajo (CCT) del STUNAM, hay que reconocerlo, es ejemplo a seguir para las universidades del país y del continente.