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La revictimización a Ciro

En su mañanera del viernes 20 de enero, realizada en la sede el Antiguo Ayuntamiento, el presidente Andrés Manuel López Obrador se refirió al atentado en contra del periodista Ciro Gómez Leyva, ocurrido la noche del 15 de diciembre pasado.

En una acción coordinada, un grupo de malosos intentó privar de la vida al conductor de noticias, que salvó la vida gracias al blindaje de la camioneta que Grupo Imagen, empresa para la que trabaja, le había proporcionado.

Aunque la Policía de la CDMX ha detenido a doce presuntos implicados en el caso, y dice que las investigaciones continúan a fondo, hasta finales de enero no había logrado establecer ni el móvil del atentado, ni mucho menos quién lo había ordenado.

A pesar de ello, el presidente anunció que en su mañanera del 20 de enero pasado se iba a referir al tema para darle una actualizada, y todo mundo pensó que daría a conocer la resolución del caso, que por eso había decido dar su mensaje desde la sede del Gobierno de la CDMX.

Todo coincidía, pues la jefa de Gobierno había sido duramente cuestionada por los continuos accidentes en el Metro, que incluso provocaron víctimas mortales, pero sobre todo por la entrada de la Guardia Nacional a ese transporte.

Los ataques contra Claudia Sheinbaum estaban en todo su apogeo, incluso empujados desde el interior de una ala de Morena, por lo que hacía sentido la versión de que se presentaría un anuncio importante, a fin de darle un respiro.

En lugar de ello, López Obrador se echó un choro mareador, de esos que son comunes en sus conferencias, y fiel a su estilo sólo cantinfleó -algunos dirían que capulineó-, porque se extendió en su rollo, para no aportar nada nuevo en el horizonte.

O sea, que hay detenidos, pero que aún no se sabe quién dio la orden de asesinar a Gómez Leyva. Todo eso se sabía con antelación, pues tanto la jefa de Gobierno como la Secretaria de Seguridad Ciudadana y la Fiscalía de la CDMX lo habían dicho durante toda la semana.

Al ver que su discurso había decepcionado hasta a sus propios chairos, el presidente se sacó de la manga una de sus clásicas ocurrencias, señalando que no descartaba que se hubiera tratado de un auto-atentado para perjudicar al gobierno de la 4-T.

En pocas palabras, que la víctima no era Gómez Leyva, sino él.

Seguramente a él mismo le parecieron graciosas y hasta geniales sus palabras para culpar al periodista de haber atentad contra él mismo, pues sabía que sus chairos comprarían esa versión sin chistar, como acostumbran.

Las palabras presidenciales acusaban a Ciro de haber contratado a sicarios que la misma Policía asegura que pertenecen a un peligrosa banda, para que lo siguieran, le cerraran el paso y ametrallaran su vehículo, y después salir a decir que lo habían querido matar.

Independientemente de la tontería dicha por López Obrador, hay un tema que no se puede pasar por alto, y es la revictimización de una persona que ha sufrido una agresión que pudo costarle la vida, y que en lugar de recibir ayuda del gobierno reciba acusaciones, y sea expuesta al público.

Eso es peor que decir que a las mujeres las violan porque Ciro Gómez Leyva se visten de una manera provocadora o porque dan motivos a los hombres para que les falten al respeto.

Sin la menor empatía por la víctima, a quien le cambiaron la vida para siempre, pues desde ese día está impedido para hacer una vida normal. Al menos la que realizaba antes de ser agredido, López Obrador lo crucifica públicamente.

Lo pone a nivel de cualquier delincuente, que incluso es capaz de pagar un dineral para exponer su propia vida y destrozar el vehículo que le habían facilitado en el trabajo, y todo para perjudicar al gobierno de la 4-T.

¿Pero el presidente se habrá puesto a pensar en la familia de Ciro, a la que seguramente los chairos, en caso de que la conozcan, también les harán burla o les dirán que el conductor es un farsante y mentiroso?

Claro que no, eso es lo que menos le preocupa a López Obrador, que incluso no deja de asegurar que Gómez Leyva es apoyado por los conservadores que -junto al periodista- perdieron privilegios.

En más de una vez el presidente ha pedido que no se metan con sus hijos, sobre todo con el menor, pero él sí lo hace sin ningún rubor, y desde la más alta tribuna mediática que son sus mañaneras, difundidas en cadena nacional con recursos públicos, ataca impunemente.

Se le olvida que a las víctimas de un delito hay que apoyarlas, no volver a victimizarlas

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