Editorial

Tiempos difíciles

México no puede vivir aislado de las dificultades económico-financieras que padece el mundo. Las repercusiones de la globalización saltan a la vista.

El Informe Mundial sobre Salarios constata que los salarios y el poder adquisitivo de los hogares han sufrido un menos cabo considerable durante los tres últimos años, debido primero a la pandemia de COVID‑19 y después, cuando la economía mundial empezaba a recuperarse de esa crisis, al aumento mundial de la inflación.

Los datos de 2022 disponibles hasta la fecha indican que el aumento de la inflación está situando el crecimiento de los salarios reales en cifras negativas en muchos países, lo que reduce el poder adquisitivo de la clase media y golpea con mayor dureza a los grupos de ingresos bajos.

La crisis del costo de la vida se suma a las importantes pérdidas de masa salarial soportadas por los trabajadores y sus familias durante la crisis de la COVID‑19, en particular los grupos de ingresos bajos. A falta de respuestas de política adecuadas, en un futuro próximo podríamos presenciar una profunda erosión de los ingresos reales de los trabajadores y sus familias junto a un aumento de las desigualdades, lo que agobia la recuperación económica y posiblemente avivaría aún más el malestar social.

El contexto económico y del mercado laboral en el mundo establece que la humanidad se ha enfrentado a varias crisis superpuestas: la pandemia de COVID‑19, el estallido de la guerra en Ucrania en febrero de 2022 y el aumento del costo de la vida que comenzó en 2021 y se intensificó rápidamente durante 2022 en todos los países y regiones.

No es de extrañar que, en este clima de incertidumbre, el Fondo Monetario Internacional hubiera rebajado su proyección de crecimiento mundial para 2022 del 3,6 por ciento previsto en abril de 2022 al 3,2 por ciento estimado en julio, mientras que las previsiones de octubre auguran una desaceleración del crecimiento mundial.

En ese contexto 2023 se percibe como un año de recesión. Por lo que respecta a los mercados de trabajo, en el segundo trimestre de 2022 se habían recuperado (en algunos casos superado) los niveles de empleo anteriores a la pandemia en los países de ingresos altos, mientras que en los países de ingresos medianos y bajos el empleo se mantenía en torno a un dos por ciento por debajo del nivel anterior a la pandemia.

Actualmente, una de las principales preocupaciones es el rápido aumento de las tasas de inflación en todo el mundo. Las presiones sobre los precios durante los dos últimos trimestres de 2022 resultan bastante persistentes a pesar de la respuesta mundial de endurecimiento de la política monetaria desde mediados de 2022.

A menos que los salarios y otros tipos de ingresos laborales se ajusten a la inflación, es probable que disminuya el nivel de vida de muchos trabajadores y de sus familias.

Las tendencias salariales a nivel mundial ponen de manifiesto una brusca caída de los salarios reales mensuales. Según las estimaciones del informe, los salarios mensuales a nivel mundial disminuyeron en términos reales.

Entre los países del G20, que representan alrededor del 60 por ciento de los trabajadores asalariados del mundo, se estima que los salarios reales en el primer semestre de 2022 disminuyeron en las economías avanzadas, mientras que en las economías emergentes el crecimiento salarial se desaceleró.

Esto indica claramente que los salarios nominales de muchos países no se ajustaron lo suficiente en el primer semestre de 2022 para compensar el aumento del costo de la vida.

El Informe Mundial sobre Salarios 2022-2023 en su capítulo El impacto de la inflación y de COVID-19 en los salarios y el poder adquisitivo señala una erosión de los salarios reales que ha venido a agravar algunas pérdidas salariales importantes sufridas por los trabajadores y sus familias durante la crisis de la COVID‑19.

Durante la etapa más violenta de la pandemia, hubo pérdida de puestos de trabajo y cambio en la composición del empleo en algunos grandes países, como los Estados Unidos de América.

En esos países, la mayoría de los trabajadores que perdieron el empleo y su fuente de ingresos durante la pandemia eran empleados con salarios bajos.

Frente ese panorama, se presenta la necesidad de que las políticas públicas reorienten el diseño de sus proyecciones para atenuar los impactos sociales.

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