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Desafío para un nuevo horizonte

Las parálisis que impiden la transformación y el desarrollo, nacen de la inmovilidad y del letargo en que promueven quienes se oponen a los cambios y los llevan al retroceso.

Olvidan o ignoran, movidos por la búsqueda del beneficio propio, que el mundo del trabajo está experimentando un importante proceso de cambio.

Cierto que es un proceso complejo, pero dependen fundamentalmente de la voluntad propia para ir en búsqueda del progreso.

Pero las innovaciones requieren de un principio fundamental en el que la fuerza motriz estriba en la voluntad de evolucionar para dejar atrás viejos métodos y sistemas que perjudican.

Las dirigencias sindicales, tanto del sector público como privado, no pueden permanecer ajena a las fuerzas en acción que van desde la formación de nuevos cuadros y la modificación de criterios, hasta la constante marcha de la tecnología y el impacto del cambio climático o los métodos para dar nuevos horizontes a todo lo que se involucre con el empleo.

El futuro del trabajo implica comprender y responder eficazmente a los nuevos desafíos que se presentan y no verse atropellados por los intereses creados, individuales o de grupo, que terminan por llevar al abismo a quienes tienen en sus manos el futuro de la clase trabajadora.

El objetivo central de las actividades de formación de nuevos cuadros en las dirigencias sindicales implica que los sindicatos responder eficazmente a los cambios que se producen en el mundo del trabajo a fin de cumplir su mandato de justicia, inclusión, trabajo decente y justicia social.

La realidad social, económica, política y laboral que sufren nuestros trabajadores y trabajadoras, muestra una expresión de angustia por las incertidumbres que genera la pasividad y la inactividad de las dirigencias que se consumen en el dejar de hacer.

Los trabajadores sindicalizados, que son quienes resienten esa inmovilidad, están a la espera que se construyan alternativas para llevarlos a mejores estadios de vida.

Demandan políticas, estrategias, planes de trabajo y acciones concretas, que sean coherentes, contundentes y sostenibles por parte del movimiento sindical para alcanzar mejores niveles de vida para su familia y para ellos mismos.

Ese desafío, debe corresponder a una profunda reforma sindical, con el relanzamiento de un nuevo proyecto sindical en todos los ámbitos en el que se involucren las decisiones conjuntas, grupales y con una visión incluyente, no sectaria.

Por tanto urge la formación de una nueva generación de dirigentes  sindicales capaces de interpretar la realidad, sus condiciones y de conducir esta nueva etapa de la historia del movimiento organizado de los trabajadores y las trabajadoras.

Acción que no puede estar distante o divorciada de una respuesta formativa de alcances visionarios para hacer frente a las condiciones que diariamente se viven.

Reacciones que lleven a superar la fuerza de una crisis institucional, orgánica, estructural y política de los líderes que sumergidos en el pasado, se niegan a busca una transición que haga evolucionar a la clase trabajadora.

El sindicalismo está necesitado de un fortalecimiento de sus organizaciones para evitar el debilitamiento y la parálisis que los consuma.

Propuestas de contenidos que tengan no solamente la capacidad de convocatoria, sino que incluyan la articulación de un relevo generacional de avanzada que se base en la educación, la preparación y la conciencia de nuevos horizontes que garanticen mejores estándares de vida.

Cierto que el desafío es complejo, por lo que se impone la importancia estratégica de la formación sindical y laboral para la incorporación de quienes sean capaces de conducir a nuevos dirigentes que asuman la importancia de incluir a la mujer trabajadora y a los jóvenes sindicalistas para que afronten la necesidad del fortalecimiento gremial.

En este escenario es definitivo comprender la importancia de iniciar cambios profundos en las formas, modos y contenidos de los programas formativos. Los procesos de enseñanza y aprendizaje deben responder a nuestro tiempo, pero no sólo el que nos presenta el mundo del trabajo, sino incluida la globalización, la nueva estructura del poder político y los avances tecnológicos.

El sindicalismo tampoco puede ignorar el universo de las comunicaciones, los derechos y las reivindicaciones laborales que presenta la necesidad de refundarlo, formando una nueva generación de dirigentes sindicales.

Esperemos que pronto sea una realidad.

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