En la sede de la Confederación de Trabajadores de México (CTM), un inmueble viejo que alberga al antiguo brazo político del PRI, se realizó el encuentro “Nuestras voces cuentan”, a propósito del Día Mundial contra el Trabajo Infantil, que se conmemora cada 12 de junio.
México es segundo país con más niños y trabajando, el primero es Brasil. La cifras más recientes hablan de 3.3 millones de menores de edad realizando alguna labor económica.
De ese total, 2 millones hacen trabajos peligrosos o no permitidos para su edad, según el Instituto Nacional de Estadística y Geografía (Inegi).
“¿Quién entiende mejor las problemáticas que vivimos que nosotros y nosotras mismas? Se proponen y aprueban proyectos sin preguntarnos cómo nos sentimos”, les dijo a las personas adultas Valeria Sofía Carbajal, de 11 años de edad y una de las niñas que habló en el evento.
La menor recordó también que la situación es muy diferente entre los niños y niñas que viven en las ciudades, aquellos que viven en zonas rurales, las de los menores inmigrantes, los que tienen alguna discapacidad o aquellos con disidencias sexuales.
Casi al terminar el evento, un niño le preguntó a la secretaria Luisa María Alcalde cuál es la propuesta del gobierno para eliminar la desigualdad entre las infancias.
“Estamos en la consolidación de un nuevo proyecto de nación”, comenzó respondiéndole ella.
Y luego le dio una larga explicación sobre política económica, neoliberalismo, falta de oportunidades, la caída del salario mínimo, la concentración de riqueza, el sindicalismo mexicano, la corrupción y el desvío de recursos, todo el discurso que maneja el gobierno federal desde sus inicios.
En el evento estuco presente Carlos Aceves del Olmo, secretario general del Comité Nacional de la CTM y senador del PRI, quien no pronunció discuros.
También la secretaria del Trabajo y Previsión Social, Luisa María Alcalde Luján, y el director de la Oficina de País de la Organización Internacional del Trabajo (OIT) para México y Cuba, Pedro Américo Furtado, entre otros.
Lee la nota completa en El Economista
