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Objetivos de desarrollo

17 objetivos para transformar nuestro mundo.

La Agenda de Acción Addis Abeba, en julio de 2015 fue el resultado de la Tercera Conferencia Internacional sobre la Financiación para el Desarrollo, preveía políticas y medidas concretas para apoyar la aplicación de la nueva agenda. Que sustituía “Los Objetivos del Milenio” 2000-2015, al cumplirse el plazo para alcanzar los 8 Objetivos de Desarrollo del Milenio (ODM), los Estados acordaron una nueva agenda para el Desarrollo Sostenible.

Los Objetivos de Desarrollo Sostenible (ODS) constituyeron en 2015 un llamamiento universal a la acción para poner fin a la pobreza, proteger el planeta y mejorar las vidas y las perspectivas de las personas en todo el mundo. En aquel año, todos los Estados Miembros de las Naciones Unidas aprobaron 17 Objetivos como parte de la Agenda 2030 para el Desarrollo Sostenible, en la cual se establecía un plan para alcanzar los Objetivos en 15 años. Un año tiene 37,7 millones de segundos, han transcurrido seis años, 226.2 millones de segundos; en 2019 los cisnes negros anunciaron la llegada del SAR-COV-2 y con ello, enfermedad, muerte, pobreza, desempleo, desigualdad e incertidumbre. Analicemos algunos de ellos….

Los Objetivos de Desarrollo Sostenible son planes, propósitos y compromisos, para acabar con la pobreza y el hambre, hacer frente a la crisis climática y combatir la desigualdad, entre otras muchas cosas, en los próximos nueve años. Bajo la nueva realidad, aun presente la incertidumbre, los ODS indican el camino para conseguir una sólida recuperación tras la COVID-19 y un mejor futuro para todos en un planeta seguro y saludable. Un camino complejo a todas luces.

Nos enfrentamos a una crisis de salud global, a diferencia de cualquier otra en la historia de 75 años de las Naciones Unidas, propagando el sufrimiento humano y trastocando la vida en cientos de millones de personas. Esto es mucho más que una crisis de salud. Es una crisis humana. La pandemia coronavirus (COVID-19) atacó el núcleo de los países  y sus sociedades.

La pandemia de coronavirus no sólo ha señalado los límites de la globalización del mercado, también señala los límites incluso más fatales del populismo nacionalista que insiste en una plena soberanía estatal: el lema << ¡Estados Unidos, primero! >> (O el país que sea) ya no tiene ningún sentido, pues aun como país poderoso, sólo podrá salvarse a través de una coordinación y colaboración global. No se habla de ninguna utopía, no se apela a una solidaridad idealizada entre la gente. Por el contrario la crisis actual demuestra claramente que la solidaridad y la cooperación global tienen como finalidad la supervivencia de todos y cada uno de nosotros, no que obedecen a una pura motivación irracional y egoísta.

En 2015, la ONU aprobó la Agenda 2030 sobre el Desarrollo Sostenible, una oportunidad para que los países y sus sociedades emprendan un nuevo camino para mejorar la vida de todos, sin dejar a nadie atrás. La Agenda cuenta con 17 Objetivos de Desarrollo Sostenible, que incluyen desde la eliminación de la pobreza, el hambre o el desempleo, hasta el cambio climático, los ecosistemas, la salud, la educación, la desigualdad, la defensa del medio ambiente, el diseño de nuestras ciudades, la Paz y la Justicia.

   El cumplimiento y el éxito de la agenda se basan en las políticas, planes y programas de desarrollo sostenible de los países bajo una alianza global revitalizada para apoyar las iniciativas nacionales.

    ¿POR QUÉ TENEMOS ESPERANZA?

   El espíritu del esfuerzo humano ha demostrado una gran capacidad compartida para conseguir algo extraordinario. La Agenda 2030 conforma nuestra hoja de ruta para construir el mundo que queremos. Los Objetivos Mundiales son la mayor esperanza; para las personas, para el planeta, la prosperidad, la paz y las alianzas globales.

El escape más grande de la historia humana es huir de la pobreza y la muerte. Por miles de años aquellos que tuvieron la suerte de escapar de la muerte en la niñez enfrentaron años de pobreza opresiva….ahora en pleno siglo XXI con la pandemia COVID-19 la disminución de las tasas de pobreza se ha ralentizado, aumentando las preocupaciones por lograr el objetivo de poner fin a la pobreza para 2030.

Podemos suponer que la gente tiende a estar satisfecha con la forma como  funcionan o son gestionados los asuntos colectivos cuando su vida personal funciona bien, e insatisfecha y airada cuando sus expectativas se ven frustradas. Nadie estaría en desacuerdo con que la pobreza, de cualquier modo como se defina, no es deseable: el desafío radica en demostrar que la desigualdad de ingresos y la concentración de la riqueza como tal tiene efectos negativos en nuestras vidas, más que la pobreza o el futuro con el que se nos puede asociar. Nuestro desafío fundamental no es el hecho de que nuestros ingresos sean desiguales. Es más bien el hecho de que mucha gente se hunde en la pobreza.

El mundo se encuentra ante una crisis humanitaria y sanitaria sin precedentes en más de un siglo. La enfermedad por coronavirus (COVID-19) ha golpeado a economías debilitadas por el lento crecimiento y el aumento de la desigualdad. Ante la incertidumbre sobre el alcance de la pandemia, las economías y las sociedades se cierran y paralizan. Los efectos de corto e incluso mediano plazo pueden ser devastadores.

Sin embargo, la gravedad del momento no debe ocultar que muchos de los factores que exacerban los efectos de la pandemia ya estaban presentes en el contexto mundial y regional, así como en las realidades nacionales. Por ello, la respuesta a la crisis sanitaria debe ser acompañada de una reflexión —y luego la acción— para no mantener cursos de acción insostenibles, como los aplicados hasta el presente.

La región de América Latina y el Caribe enfrenta esta crisis en una situación de crecimiento económico insuficiente para reducir la pobreza y aumentar el empleo al ritmo que necesitan sus sociedades. En este contexto, la Agenda 2030 para el Desarrollo Sostenible y sus 17 Objetivos de Desarrollo Sostenible (ODS) siguen más vigentes que nunca.

La pobreza, la desigualdad y la injusticia, así como los conflictos, los desastres y otras emergencias humanitarias, persistentes en muchas partes del mundo constituyen una amenaza para los avances y para el logro de la prosperidad compartida.

Objetivo- 1.  FIN DE LA POBREZA

A nivel mundial, el número de personas que viven en situación de extrema pobreza disminuyó desde un 36 % en 1990 hasta un 10 % en 2015. No obstante, el ritmo al que se produce este cambio está disminuyendo, y la crisis de la COVID-19 ha puesto en riesgo décadas     de progreso en la lucha contra la pobreza. Una nueva investigación publicada por el Instituto Mundial de Investigaciones de Economía del Desarrollo de la Universidad de las Naciones Unidas advierte de que las consecuencias económicas de la pandemia mundial podrían incrementar la pobreza en todo el mundo hasta llegar a afectar a 500 millones de personas más, o lo que es lo mismo, a un 8 % más de la población total mundial. Esta sería la primera vez que la pobreza aumente en todo el mundo en 30 años, desde 1990.

Unos 783 millones de personas viven por debajo del umbral de pobreza   internacional, con 1,90 dólares diarios.

• En 2016, menos del 10 por ciento de los trabajadores de todo el mundo vivían con sus familias con menos de 1,90 dólares diarios por persona.

• La mayoría de las personas que viven por debajo del umbral de la pobreza viven en dos regiones: Asia meridional y África subsahariana.

Podemos observar graves cambios económicos y sociales que subyacen a la crisis política en curso, especialmente la escisión de la clase media y la consiguiente polarización social y política.

Objetivo-2 Hambre cero

Objetivo-3 Salud y Bienestar. No subestimemos con ligereza lo que han hecho posible los progresos de la medicina y la higiene, la cirugía, las vacunas y los productos farmacéuticos. En el siglo XVIII, la Esperanza de vida al nacer era de 25 años, casi un recién nacido de cada tres moría antes de cumplir un año, una criatura de cada dos no llegaba a la edad adulta, el 10% de las mujeres morían después de un parto.

• Tres millones de muertes, pasos atrás en la lucha contra el VIH, la malaria y tuberculosis en dos décadas. La COVID-19 asestó un golpe histórico a la lucha contra la tuberculosis y el VIH, también frenó el progreso frente a la malaria en 2020.

Objetivo-4 Educación de Calidad

Objetivo-5 Igualdad de Género

Objetivo-6 Agua Limpia y Saneamiento

Objetivo-7 Energía Asequible y no Contaminante: La transición hacia una economía más respetuosa del medio ambiente requerirá de, y debería inspirarse en, la contribución de las <<Directrices de política para una transición justa hacia economías y sociedades ambientalmente sostenibles para todos>> La Economía verde es el futuro.

Objetivo- 8 Trabajo Decente y Crecimiento Económico.

El reto en 2015 era crear más de 600 millones de nuevos empleos para 2030, sólo para seguir el ritmo de crecimiento de la población mundial en edad de trabajar. Esto representa alrededor de 40 millones de empleos nuevos por año.

En 2015 diversos países habían regresado al crecimiento, o lo habían mantenido, desde la crisis financiera de 2008. Pero en muchos casos se trató de un crecimiento sin empleo. Las economías del mundo estaban obteniendo mejores resultados, pero las personas no percibieron que hubiera mayores posibilidades de encontrar un trabajo decente. Y llegó la pandemia motivo por el cual la situación no es sostenible.

Luchar por el derecho a un trabajo decente, seguro y sano sea reconocido como derecho inalienable para todos los trabajadores y trabajadoras, piedra angular e la protección del medio ambiente y el desarrollo sostenible.

Salud en el trabajo: El Convenio 155 de la OIT, entre otros, permite que los principios de  prevención y protección se apliquen en los aspectos prácticos diarios de las actividades en el lugar de trabajo, ya que fomenta el compromiso común de los protagonistas para proteger el medio ambiente en el lugar de trabajo.

Objetivo-10 Reducción de las Desigualdades.

Garantizar la igualdad de oportunidades y reducir la desigualdad promoviendo leyes, políticas y medidas adecuadas a ese respecto. El Latinobarómetro refleja un descontento social debido a la pandemia. El informe de 2021 muestra que el disgusto con la política se refuerza entre los latinoamericanos, cansados por la incapacidad de sus gobernantes de poner fin a la desigualdad.

Es necesario mirar retrospectivamente y examinar el registro histórico de la desigualdad. ¿Cuándo, en el pasado, ha disminuido la desigualdad? ¿Qué podemos aprender de esos periodos?. En la búsqueda de lecciones derivadas de las estadísticas sobre desigualdad, tenemos que confiar en la calidad de los datos que estamos usando. Muy frecuentemente los economistas se apresuran extrayendo conclusiones de datos que por casualidad estaban disponibles sin preguntarse si los datos eran actualizados.

Anthony B. Atkinson (1944-2017) Ocupa un lugar especial entre los economistas. Se trató de un investigador que consiguió, durante medio siglo, contra todo pronóstico, poner el foco en la cuestión de las desigualdades y demostró que la economía es sobre todo una ciencia social y moral.

Ante la desigualdad económica y social, cada vez más acentuada en todo el mundo, aún hay soluciones. Para Anthony B. Atkinson -quien estuvo durante décadas a la vanguardia en el estudio intensivo de los altos ingresos y la pobreza- las soluciones se encuentran, por un lado, en obtener todas las lecciones posibles del pasado haciendo un registro  histórico de la desigualdad económica y de cómo ha cambiado, abarcando más de cien años, lo cual nos arroja luz sobre ciertos mecanismos igualatorios que pueden amortiguar la brecha de desigualdad.

La esperanza surge con expectativas de un cambio positivo. ¿Podremos acabar con los errores del pasado, que han conducido a un mundo injusto, sobreexplotado y desigual, aprovechando esa experiencia para empezar a trabajar en un futuro más equitativo y sostenible?

Objetivo-16 Paz, Justicia e Instituciones Sólidas.

  *Promover el Estado de derecho en los planos nacional e internacional y garantizar la igualdad de acceso a la justicia para todos.

Cumplir los Objetivos  de Desarrollo Sostenible de Naciones Unidas adoptados en 2015 tenían graves dificultades por los acuerdos de gobernanza mundial predominantes, ahora, con los efectos de una pandemia ha llevado las capacidades estatales y de los mercados más allá del punto de quiebre, la tarea es sumamente  difícil  sino imposible. La actual situación de incertidumbre urge por un fundamental consenso global para la supervivencia de la humanidad. De ahí la importancia del Objetivo- 17: Alianzas para lograr los Objetivos.

Será importante seguir los acuerdos a que se  llegue para superar estos grandes desafíos en la ya próxima Reunión del G-20 el 30-31 de octubre, porque es importante dejar atrás “Las Reglas del Juego” impuestas por los organismos financieros internacionales, son obsoletas para superar retos que requieren coordinación y gestión a gran escala, nuevas vías hacia una gobernanza más representativa, eficaz y responsable para un mundo globalizado. Las innovaciones generadas por la digitalización, la automatización, el comercio internacional y la movilidad de las inversiones de capital, si bien aumentaron con éxito la productividad, también han generado algunas decepciones profundas con respecto al progreso social y la movilidad ascendente. Para muchas personas, la perspectiva de recompensas futuras por el sufrimiento actual es remota e incierta.

El Consenso de Washington definió las reglas del juego para la economía mundial durante casi medio siglo. El término se puso de moda en 1989 —el año en que el capitalismo al estilo occidental consolidó su alcance mundial— para describir la batería de políticas fiscales, impositivas y comerciales fomentadas por el Fondo Monetario Internacional y el Banco Mundial. Se convirtió en el lema de la globalización neoliberal y fue atacado —incluso por las figuras más eminentes de sus instituciones centrales, Stiglitz por ejem. Señala que el FMI presta escasa atención a los derechos laborales — exacerba las desigualdades y perpetua la subordinación de los países del Sur global a los del Norte.

El premio Nobel 2021 otorgado a David Card, Joshua Angrist y Guido Imbens por la investigación del mundo real en la década de los años 1990, demostrando, empíricamente, que la idea defendida por los economistas conservadores según la cual salarios mínimos más altos significan menos empleos, no se basa en hechos.

G-7 junio 2021 Cumbre de Cornualles, Reino Unido país que ocupa la presidencia  del G-7 hasta el 31 de diciembre de 2021 Llamó a crear un futuro más ecológico y próspero.

Una alternativa sería el propuesto Consenso de Cornwall (Cornualles). El de Washington minimizó el papel del Estado en la economía y presionó a favor de una agresiva agenda de libre mercado, desregulación, privatización y liberalización comercial; el Consenso de Cornwall (que refleja los compromisos expresados en la cumbre del G-7 en <Cornualles> en junio pasado) invertiría esos mandatos. Con la revitalización del papel económico del Estado, nos permitiría dedicarnos a implementar metas sociales, crear solidaridad a escala internacional y reformar la gobernanza mundial en pos de un nuevo orden social.

Esto significa que, para obtener subsidios e inversiones de las organizaciones multilaterales, los beneficiarios estarían obligados a implementar una rápida descarbonización (en vez de implantar reformas estructurales que exigen los préstamos del FMI). Y los gobiernos pasarían de reparar —intervenir solo cuando el daño ya fue hecho— a prevenir: actuar anticipadamente para protegernos de los riesgos e impactos futuros.

¿Por qué es necesario un nuevo consenso? La respuesta más obvia es que el modelo anterior ya no produce beneficios ampliamente distribuidos, si es que alguna vez lo hizo. Demostró ser desastrosamente incapaz de responder con eficacia a los grandes impactos económicos, ecológicos y epidemiológicos.

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