Risible la noticia de que los priistas encabezados por Alito Moreno le negaran al sinaloense Quirino Ordaz el permiso para incorporarse a las tareas ofertadas por el presidente López Obrador.
El Partido Revolucionario Institucional (PRI) no está para darse el lujo de prohibir o vetar a militantes. Es tan precaria su presencia en el mundo político que debiera abrir las puertas para recibir a quienes puedan engrosar sus filas. Figuras militantes han renunciado a lo que queda del partido-aplanadora y cada vez está más mermado.
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La arremetida de Paco Ignacio Taibo en contra de Ricardo Monreal es apenas una probadita de lo que viene. Sin poder despojarse de la investidura que llevan desde que las tribus perredistas les hicieron creer que son dueños de la vida de los demás, serán protagonistas de hechos bochornosos cuanto más se acerca el tiempo de las definiciones.
La guerra entre los seguidores de quienes figuran como precandidatos a la Presidencia de la República será cruel. Ya tienen sus equipos destructivos listos para combatir. Piensa que verse en las nóminas gubernamentales les otorga la facultad de aniquilar.
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Donde se encuentre, El Negro Carlos Sansores Pérez estará con la cara llena de vergüenza por el servilismo que su hija Layda presume y exhibe sin pudor alguno. Político de altos vuelos, el campechano fue un profesional que los llevó a negociar con sus opositores sin necesidad de perder la dignidad.
Ahora la gobernadora campechana se arrastra para quemar incienso y adular sin restricción alguna. Públicamente muestra por qué pudo llegar a un sitio en el que la ambición será uno de sus principales valores.
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El polémico Jaime Bonilla ya entregó la gubernatura de Baja California y, de inicio, se reincorpora a su escaño como Senador de la República. Dada su amistad con el Jefe del Ejecutivo espera verse premiado con un lugar en gabinete. Falta saber qué opina su protector.
Por lo mientras ya hace sus movimientos para dejar correr que pronto se convertirá en secretario de Estado. Sus promotores se desviven por presentarlo como lo que no es, un conciliador y promotor de grandes proyectos. Así se las gastan.
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La explosión registrada en un ducto petrolero en el estado de Puebla es una muestra más de que el combate al guachicoleo no sólo sigue vigente, sino que las autoridades estatales y federales lo permiten, lo protegen y hacen que lo ignoran.
Miguel Barbosa, gobernador poblano que se consume por sus enfermedades, y Octavio Romero Oropeza, que presume sus incapacidades, saben que el problema crece y no se detiene. Pero son felices con hacer pensar que todo está bajo control, pero de quienes se beneficiar con el robo desmedido de combustibles.