Entre denuncias de que la cadena de custodia de las pruebas recabadas en el sitio del accidente fue violada, la empresa noruega DNV señaló que el derrumbe en la Línea 12 del Metro se debió a que la obra fue construida sin respetar ni los planos ni los materiales adecuados.
Es decir, que la obra insignia del gobierno de Marcelo Ebrard fue hecha con las patas, y que ello ocasionó la tragedia que enlutó 26 hogares y dejó lesiones en más de 80 personas.
Si los peritajes de especialistas internacionales son tan claros, la autoridad judicial tiene entonces elementos suficientes para proceder penalmente contra los responsables, que tendrían que pagar con muchos años de cárcel.
El tema es importante porque el principal señalado es uno de los favoritos de Andrés Manuel López Obrador para sucederlo en el cargo en 2024, y si se aplica la ley correcta- mente, quedaría no sólo inhabilitad para pelear el cargo, sino al borde de la prisión.
Para nadie es nuevo que durante la construcción de la Línea 12, el entonces jefe de Gobierno del Distrito Federal presionó a constructores para que la obra estuviera termina- da antes de diciembre de 2012, fecha en que tendría que dejar el cargo.
Quería ser el que inaugurara la llamada Línea Dorada, pues no iba permitir que su sucesor se llevara los reflectores del trabajo que él hizo. Y es que desde que la izquierda llegó al poder en 1997, ninguno de sus gobiernos había construido un metro de Metro.
El hoy canciller fue alertado de que había problemas para expropiar algunos de los terrenos en Tláhuac, necesarios para respetar el trazo original del diseño, por lo que llevaría más tiempo construir la parte final, en lo que se desahogaban los amparos judiciales.
Pero Ebrard no aceptó esa situación y dio la orden de que se buscara una solución alterna, a fin de que la obra estuviera en los tiempos políticos que a él le convenían.
Los encargados del proyecto le propusieron continuarla por debajo de la tierra, que esa zona es bastante inestable, pero que el costo económico se dispararía, lo cual fue rechazado por el jefe de Gobierno.
La otra alternativa era modificar la ruta original esquivando los terrenos que faltaban por expropiar, pero implicaba el trazo de una prolongada curva, que ocasionaría un desgaste excesivo de las vías y un costo altísimo de mantenimiento.
Marcelo se aferró a esa última propuesta, con la única condición de que la obra estuviera terminada antes de que él dejará su cargo, pues quería cortar el listón inaugural.
Y así se hizo, con la agravante de que a última hora se decidió que en lugar de que los trenes usaran neumáticos, como en prácticamente todas las demás línea del Metro, se iba a utilizar la redada férrea.
A pesar de que el entonces director del Sistema de Transporte Colectivo, Francisco Bojórquez, se oponía a esa decisión, su opinión no fue tomada en cuenta y se compraron trenes con llantas metálicas.
La Línea 12 fue inaugurada en octubre de 2012 sin estar completamente terminada, pues faltaban escaleras, torniquetes, señalización, sin contar que los trenes eran más pequeños de lo estimado en el proyecto, por lo que los andenes quedaron muy grandes.
Nada de eso importó, Ebrard dio el banderazo y dejó la bronca a su sucesor, Miguel Ángel Mancera, quien a poco más de un año de funcionamiento de esa línea, tuvo que cerrar once de sus estaciones para rehabilitarlas, pues se ponía en riesgo a cerca de medio millón de usuarios.
Desde entonces quedó claro que la obra tuvo importan- tes vicios de origen, y que el manejo financiero de la misma estuvo muy poco claro. Eso distanció a Mancera de Ebrard y obligó a este último a huir del país ante el riesgo de ser dete- nido.
Con el triunfo de Morena en 2018, el ex jefe de Gobierno pudo regresar y formar parte de la administración federal, con aspiraciones presidenciales, pero se le atravesó la tragedia del tres de mayo pasado.
Si bien hubo fallas de origen en la construcción de la Línea 12, la otra parte importante es que la actual administración dejó mucho que desear en lo que se refiere al mantenimiento de esa línea, y no oyó incluso las advertencias de los propios trabajadores sobre probables fallas.
A pesar de la importancia del tema, y de que López Obrador había anunciado que solamente él daría información sobre todo lo que tuviera que ver con eso, ni siquiera se ha referido a ello en sus mañaneras.
Y es que el presidente tendría que dejar fuera de la la pe-lea a uno de sus dos favoritos para sucederlo: Ebrard o Claudia Sheinbaum.
Parece que al hoy canciller lo persigue la fatalidad, pues precisamente cuando fue jefe de la Policía durante el gobierno de Andrés Manuel en el DF, le lincharon a tres policías federales también en Tláhuac, cuando investigaban temas de narcotráfico y secuestro.
Mientras todo el país veía en vivo cómo eran quemados estos agentes, Marcelo argumentaba que, “por la orografía del lugar”, sus policías no podían llegar al sitio, aunque muy cerca estaba el Agrupamiento de los Zorros, además de tener los helicópteros del Agrupamiento Cóndores.
¿Cómo le hicieron entonces los periodistas para llegar al sitio y transmitir en vivo el linchamiento?
El canciller está metido en problemas; si no legales, sí políticos.