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El valor de la experiencia

“La experiencia es la madre de la sabiduría.”

Anónimo

Para casi todo trabajo los empleadores piden experiencia, con mayor razón para puestos directivos; ¿Por qué? Si nadie nació sabiendo, ¡No hay escuelas que la enseñen!, suele molestarnos y percibimos el requisito como arbitrario.

Verá Usted.

La experiencia, es el conocimiento adquirido por la práctica, es el aprendizaje derivado de haber sentido, conocido o presenciado algo; es un valor indispensable cuando se trata de tomar decisiones trascendentes, es la luz que orienta nuestro desenvolvimiento en la vida.

Es gracias a la experiencia que aprendimos a caminar y a no volvernos a caer, a no tocar el fuego otra vez, a no saltar al vacío, a no cruzar la calle con autos circulando, es el piloto automático que nos mantiene a salvo de muchos riesgos.

No es gratuita, solamente se adquiere reflexionando lo que vivimos, exige un análisis cuidadoso de lo que hacemos, la comprensión de sus causas profundas, motivaciones, actitudes, situaciones y contexto; requiere de intuición, de actitud de aprender.

A diferencia, no logra adquirir una experiencia valiosa quién vive inercialmente, quién transita su vida sin detenerse a escudriñar ¿Qué pasó?  Y ¿Por qué pasó?; no la adquiere quien vive aprisa o ahogado en su rutina y se abandona a si mismo sin reflexionar ni aprender de lo que vivió.

Su condena por renunciar a la inteligencia, al análisis de lo que hace, será no evolucionar, hacer lo mismo como máquina, sin darse cuenta de lo que subyace, en los aspectos no visibles de una tarea que se volverá aburrida.

Quién se detiene a apreciar los detalles y analiza con cuidado cada vivencia, entiende lo que hace y cada vez lo mejora; por eso, el buen médico sabe que una parte muy importante de la cura de su paciente es escucharlo con cuidado y darle calidez; el abogado que no entendió porque le dieron una paliza en la audiencia, sufrirá la lección tantas veces como su necedad y miopía persistan.

Adquirir experiencia, es un acto de inteligencia, de sentido común, de empatía con la ilustración, de armonía con nosotros mismos con relación al mundo, por eso, los seres humanos se hacen asertivos en sus decisiones y liderazgo.

Por eso, sólo es sabio quien ha vivido sin renunciar a la inteligencia, a la conversación de fondo, a la lectura, a la comprensión de lo que se vive.

El maestro Roque Barcia en su célebre diccionario de sinónimos castellanos, nos dice que “La experiencia, es la cátedra universal en que todos somos maestros y discípulos a la vez, es una pintura en que todos tenemos una pincelada; es un dolor en que todos tenemos un gemido, si no profanáramos una idea sagrada, podríamos decir que es un calvario en que todos los hombres tenemos una cruz”.

¡Tiene razón!, la experiencia es al trabajo como la sabiduría al consejo, como el alma al cuerpo, como la gracia a la mujer, como la música al silencio, como la sonrisa al rostro, por eso es tan apreciada por quien la posee y para su empleador.

El hombre de experiencia, identifica sus riesgos y los elude, aprende a escuchar, a observar, a medir, a pensar, a aportar un valor agregado en cada acto y a sacar el mejor provecho de cada situación, prevé resultados y reconoce las mejores rutas.

Gracias a ella, un artista improvisa en el escenario, un político discursa en público, unos padres enseñan a sus hijos con amor, un general gana una batalla, un líder dirige con ejemplo.

Una persona experta es un baluarte, para conversar, para compartir una idea, para aprender, para ser compañero.

La experiencia impide la improvisación, el desgaste innecesario, la impertinencia, la inmadurez, la estridencia y el error, es sustento de la prudencia, de la paciencia y de la comprensión de cada situación.

No es casual que las grandes instituciones públicas y privadas sean dirigidas por agentes maduros, probados en múltiples ámbitos, por líderes fogueados y curtidos en trayectorias ricas en vivencias.

Un empleador que contrata novatos, tendrá que pagar además de su salario, las afectaciones derivadas de decisiones inexpertas.

Por las mismas razones que usted preferire a un compañero con experiencia, un patrón prefiere contratar a un trabajador experto que a un novato.

El valor de la experiencia es tan alto que no es descabellado pensar que el mercado de trabajo evoluciona a preferirla por sobre otros valores para elegir liderazgos, ya es una tendencia marcada en las organizaciones a gran escala.

Después de todo, la experiencia es el valor que mejor garantiza la asertividad.

Como ya expliqué, amigo lector, no es tan difícil volvernos expertos, basta asumir la actitud permanente de desentrañar con cuidado y atención los secretos de lo que hacemos y eso, en automático nos hará mejores.

Lo mismo ayuda en la crianza de hijos, en la relación con nuestras compañeras de vida, en las que mantenemos con amigos, para conducirnos, para amar y para vivir.

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