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Home office aumento la productividad de los trabajadores

Las nuevas tecnologías han permitido que los empleados trabajen más y mejor

El uso de la nube y las videoconferencias han permitido que el home office crezca y permita que los empleados sean más competitivos.

Una investigación publicada por el McKinsey Global Institute a fines de marzo señala que el aumento de la productividad en Europa y Estados Unidos será de casi un punto porcentual en los últimos tres años, gracias al uso de estas tecnologías.

Esto podría traducirse en aumentos en el Producto Interno Bruto (PIB) per cápita, que irían desde mil 500 dólares en España a alrededor de tres mil 500 dólares en Estados Unidos, según los autores del estudio.

“Esta aceleración en la tecnología es algo que se siente real y duradero”, asegura Jan Mischke, investigador del McKinsey Global Institute.

Los economistas de Goldman Sachs Group también son optimistas. En un informe del pasado 25 de abril, estiman que tres canales de disrupción tecnológica (el cambio al comercio electrónico, la digitalización de los centros de trabajo y la redistribución de capital humano y de inversión a medida que las empresas no rentables se achiquen o cierren) incrementarán la productividad de Estados Unidos en al menos un dos por ciento acumulado para 2022 con respecto a la tendencia, y potencialmente hasta en un siete por ciento.

Los datos van en contra de lo visto anteriormente: las recuperaciones de recesiones y desastres naturales suelen ir seguidas de años de débil crecimiento de la productividad, dice Gene Kindberg-Hanlon, economista del Banco Mundial.

Sin embargo, parece que en esta ocasión las empresas proyectan inversiones en nuevas tecnologías mucho más altas para los siguientes 5 años, que las que se tuvieron los cinco años previos a la pandemia.

Un estudio publicado en abril por José María Barrero, del Instituto Tecnológico Autónomo de México (ITAM), Nicholas Bloom, de Stanford, y Steven Davis, de la Escuela de Negocios Booth de la Universidad de Chicago, concluyó que trabajar desde casa aumentará la productividad en la economía estadounidense pospandémica en un cinco por ciento, principalmente debido a la reducción de los desplazamientos.

Los autores encuestaron a más de 30 mil trabajadores estadounidenses y descubrieron que una experiencia mejor a la esperada, innovaciones tecnológicas e inversiones, y los temores persistentes de contagio alentarán nuevos acuerdos laborales, aunque también señalaron que esos beneficios se reflejarán, principalmente, en personas de ingresos más altos.

“Lo obvio es que habrá mucha adopción de la automatización”, dice Bloom. “Pero creo que menos obvio es que veremos un gran cambio de dirección para hacer que la conectividad remota del trabajo desde casa sea mucho más poderosa”.

Un punto en el que existe un amplio consenso entre los economistas es que no todas las industrias o trabajadores se beneficiarán de estas tecnologías por igual, y algunos pueden salir perdiendo. El impacto diferenciado significa que la mejora de la productividad alcanzada a nivel de empresa o de industria puede no sumar en los indicadores nacionales.

“El verdadero potencial para una revolución es trabajar desde casa”, asegura Robert Gordon, profesor de la Universidad Northwestern.

Gordon expone que las tecnologías actuales como el iPhone y el Internet han sido mucho menos transformadoras que las innovaciones anteriores como la refrigeración o el agua potable en los hogares. Y se apresura a lanzar una advertencia: “Va tomar mucho tiempo para que la economía se adapte en las áreas que están siendo severamente afectadas por el trabajo desde casa, como el transporte público y los edificios de oficinas en los centros urbanos”.

De manera similar, algunos países pueden estar más aventajados que otros. En Estados Unidos, la tasa de aumento de la productividad total de los factores (una medida que explícitamente indica los efectos de la innovación tecnológica), subió de un promedio de 0.6 por ciento entre 1990 y 1995 a casi un dos por ciento en promedio de 1996 a 2004, impulsada en buena parte por la informatización y el internet, señala Kindberg-Hanlon, del Banco Mundial.

Sin embargo, el crecimiento de la productividad en Europa tuvo una tendencia a la baja en el mismo periodo por razones que incluyeron una adopción más lenta de nuevas tecnologías de la información y mercados laborales más restrictivos.

“Si bien muchas economías avanzadas están bien posicionadas para ver mejoras en la productividad en algunos sectores, muchas economías emergentes y en desarrollo pueden tener dificultades para cosechar estos beneficios debido a la limitada cualificación, la falta de infraestructura como internet de alta velocidad y otros facilitadores de la conectividad digital y escaso acceso a la financiación”, apunta el economista.

El optimismo sobre un aumento de la productividad podría atenuarse una vez que tengamos una comprensión más clara de la escala de los estragos económicos que dejó la pandemia, afirma John Van Reenen, director de la cátedra Ronald Coase en economía, en la London School of Economics. “Habrá algunos beneficios en la productividad. Pero… ¿serán lo suficientemente grandes como para compensar todos los costos? Todavía no lo sabemos”.

Con información de Periódico La Voz 

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