Un mundo en el que predomina la explotación de niños, mujeres, y adultos mayores que carecen de derechos laborales, que viven desamparados y sin la protección de la Ley Federal del Trabajo, es el de más de 80 mil cortadores de caña en México.
Ausentes prestaciones como salario mínimo, seguridad social, atención médica, jornadas legales, vacaciones, son garantías que se convierten en un detonante que impide una vida digna y, en ocasiones, raya en principios de esclavitud.
Predominan la insalubridad, enfermedades crónicas, hacinamientos en barracas donde habitan y una raquítica alimentación que produce anemia y un estado físico degenerativo.
La falta de salarios mínimos generales impide, además, la suficiencia para satisfacer las necesidades normales de un jefe de familia, en el orden material, social y cultural, y para proveer la educación obligatoria de los hijos.
Los peligros que se enfrentan ante la insalubridad son crecientes y agudos y de ellos se derivan enfermedades pulmonares por la quema de los cañaverales.
En México la zafra está ligada a 227 municipios en 15 estados de la República Mexicana y se relaciona con 57 ingenios azucareros donde se obtiene y producen casi 7 millones de toneladas anuales.
Aunque hay ingenios donde la tecnología es avanzada, la problemática de los cortadores de caña está pendiente de ser resuelta para beneficio de los cortadores.
Sobra decir que esos trabajadores están ausentes del reparto de utilidades que se obtienen por los 80 mil millones de pesos que se generan en la comercialización. Un problema derivado en la contratación de la mano de obra, son los enganchadores que se convierten en traficantes de seres humanos.
