Investigaciones especiales

Repartidores… ¡explotados!

Carentes de prestaciones sociales los repartidores de apps que entregan comida y diversos productos en México no tienen derecho alguno

Un 45% de los repartidores que perdieron la vida el año pasado, fue por causa de un accidente de tránsito. El mayor peligro para ellos está en la premisa del que más rápido reparte, más puntos tiene, más trabajo le dan y mayores ingresos obtiene.

Esa inmediatez para asegurar mejores ingresos se respalda en violar las señales de tránsito, verse inmersos en una locura por hacer el mayor número de pedidos posible y, paradójicamente, incluso ignorar el consumo de alimentos para aprovechar el tiempo.

Para ellos el tiempo es oro y tratan de capitalizarlo lo mejor posible porque cuanto antes lo repartes, tienes la posibilidad de competir con el resto de los compañeros.

La mayor incidencia de los accidentes de tráfico en vehículos de dos ruedas (motos, bicis o patinetes), se registran los fines de semana, principalmente el día viernes.

Ese repunte obedece al cansancio, al incremento del tráfico vehicular y al  incremento el número de pedidos. Nada ni nadie los protege, salir cada día en bicicleta o motocicleta a entregar pedidos, se vuelve un riesgo, ni los clientes, ni las aplicaciones digitales, ni el gobierno extienden la mano, pues al ser considerados “socios” y no trabajadores, las plataformas digitales no tienen la obligación legal de proveer ningún tipo de seguridad social, aun cuando desempeñar su trabajo es riesgoso.

La lucha no tiene como objetivo desaparecer las apps, sino que ofrezcan garantías, seguridad social y prestaciones dignas ante la falta de un Contrato Colectivo de Trabajo que los proteja.

Ejemplo vigente, es el de Uruguay, donde un tribunal laboral condenó a Uber a pagar vacaciones y aguinaldo a un chofer. O en Canadá, donde la junta de relaciones laborales está solicitando que se clasifique a los conductores de apps como trabajadores y no como contratistas independientes.

A raíz del surgimiento del COVID, durante el año 2020 hubo un descomunal crecimiento de repartidores que participan en las aplicaciones especializadas.

Los meses de marzo, mayo y junio, registraron un incremento del  20% mes a mes de quienes se afiliaron a las App para buscar un ingreso ante el creciente desempleo.

Entre las medidas para cuidar a los repartidores destaca el cero contacto con el usuario al momento de hacer una entrega, la toma de temperatura constante, consultas médicas gratuitas, alcohol en gel, cubrebocas y acceso a información preventiva.

Igualmente se ha pedido a los usuarios que extremen precauciones como el lavado constantemente de manos. Aplicar desinfectantes a base de alcohol, antes y después de recibir el pedido.

Se recomienda tomar distancia de al menos un metro con el repartidor, decirle dónde puede dejar el pedido y tratar de desinfectar el dinero.

O bien pagar con tarjeta de crédito al momento de solicitar el servicio.

Estas medidas son para que los repartidores a domicilio, que es un sector desprotegido y sin garantías de acceso a salud durante la emergencia sanitariaReparten en bicicletas, motos o a pie y se exponen al contagio de COVID-19.

Algunas empresas han implementado protocolos sanitarios para que sus conductores tengan acceso a medidas higiénicas conforme lo recomendado por la Organización Mundial de la Salud (OMS) y con esos procedimientos disminuir los riesgos que se tienen durante la posible exposición al virus.

“Estamos monitoreando de cerca la situación y tomando medidas basadas en las recomendaciones de la Organización Mundial de la Salud y las autoridades locales, para gestionar de manera proactiva los riesgos de exposición”, dijo Nikos Drandakis, fundador y CEO de Beat en un comunicado.

UN EJÉRCITO SOBRE RUEDAS

A pesar de que no existe un registro confiable, se tienen evidencias de que en la República Mexicana existen más de 100 mil repartidores.

La falta de un padrón oficial impide ubicar cuántos distribuidores existen realmente, no hay cifras que puedan precisar el número real de quienes participan en esas actividades.

Por ejemplo, las farmacias recurrieron a la entrega domiciliaria vía los repartidores sobre ruedas durante la pandemia. Hubo un crecimiento de 50% y en ciertas ciudades representa entre el 15 y 20% de la plataforma; donde inclusive tienen la opción de hacer entregas de pruebas rápidas y de PCR para diagnosticar COVID-19.

Algunos centros comerciales operan con repartidores en automóviles, que concentran un mayor número de entregas para sufragar los gastos de gasolina y puedan justificarse el costo.

La pérdida de empleos generada por la pandemia, propició el incremento de repartidores dentro de las diversas App. En la Ciudad de México se estima que en la actualidad hay un promedio de 50 mil.

Quienes se desempeñan en esas tareas debe tenerse una presencia y participación mínima de seis días a la semana, la ausencia de tres días del mes implica un despido por faltas injustificadas.

Los que pertenecen a ese nutrido grupo de trabajadores no asalariados, no pueden disponer libremente de su tiempo. Están sujetos a reglas y obligaciones aunque no exista una relación laboral de formalidad.

Presumiblemente un repartidor obtiene ingresos que promedian los 8,000 al mes, derivado del tiempo que se conecte a la app y a la demanda de servicios.

En época de confinamiento, la entrega de comida y otros productos a domicilio ha sido indispensable para evitar exponerse al contagio de COVID-19, pero esta situación opera a costa de quienes no tienen garantías de acceso a la salud: los repartidores de las plataformas digitales.

Van en bicicletas, motos, otros a pie, y su labor es sustancial en la actual emergencia sanitaria, pues evitan que las personas salgan de casa y no se arriesguen a contraer el COVID-19. Ya sea para entregar medicinas, cubrebocas, despensas o cualquier otro producto.

A raíz de la pandemia, para los trabajadores del reparto el cubrebocas y uso constantemente alcohol en gel, son instrumentos tan importantes como el casco y las protecciones de un equipo que garantice integridad física.

De acuerdo con algunas estadísticas y cifras reveladas por las propias empresas, en la República Mexicana un promedio de 13  millones de personas ordenan vía las apps comida y otros productos, a través de las aplicaciones delivery como Just Eat, Rappi, Uber Eats y Postmates, Sin Delantal y otras más.

En México cada día va en aumento el uso de la descarga de plataformas como Savorly, be2at y Clip que conectan a consumidores con amas de casa, jubilados y personas con que se autoemplean en el envío de alimentos y servicios a domicilio.

Algunas plataformas son empleadas para promocionar y ofrecer platillos elaborados por amas de casa, estudiantes, jubilados y desempleados que no cuentan con un lugar ni horario fijo.

La contingencia obligó a que las empresas repartidoras ampliaran su campo de acción y tras entregar sólo comida, ahora el catálogo incluye productos de belleza, sanitizantes, ropa o despensas.

Por ejemplo en el pasado Día del Amor y la Amistad los repartidores entregaron a domicilio regalos, flores, chocolates, tarjetas de felicitación y una amplia gama de artículos.

JUGARSE LA VIDA

La mayor parte de las empresas contratantes de repartidores ofrece comisiones por las entregas, pero no incluye un seguro de riesgos o de vida. Los accidentes de tránsito, se convierten el pan de cada día.

Ahora tanto Rappi y UberEats ofrecen un seguro a sus repartidores que aplica solamente cuando participan en la entrega de un pedido.

Sin embargo, los repartidores no tienen un seguro que cubra gastos médicos, por pérdidas materiales, robo de la unidad o daño a terceros. Es frecuente que los mismos repartidores se ayudan entre sí cuando ocurre algún accidente.

Un documento conocido como “Más ciclistas, más seguros” del Instituto de Políticas para el Transporte y el Desarrollo (ITDP) señala que la velocidad es el mayor factor de riesgo para los ciclistas motociclistas incluidos en el sistema de reparto.

De la mano de Nosotrxs y #NiUnRepertidorMenos incluye la preocupación para salvaguardar la integridad de los grupos que reparten productos en bicicleta y motocicleta. Ellos han sostenido mesas de trabajo con la Secretaría de Movilidad y autoridades de la Ciudad México, para buscar mecanismos de protección.

Incluso han recurrido a integrantes del Poder Legislativo pero no hay avances que permita contar con un marco legal que permita contar con mayores condiciones de seguridad.

Los repartidores de apps de entregas como Uber Eats, Sin Delantal o Rappi, tampoco cuentan con ningún tipo de seguridad social o prestaciones, sólo con un seguro médico en caso de accidente. A pesar de una incipiente organización los colectivos como #NiUnRepartidorMenos, están lejos de contar con garantías y  derechos laborales.

La Secretaría de Trabajo y Previsión Social admite que aún no está claro el régimen jurídico de subordinación de empleos como el de repartidores para plataformas como Uber Eats, Rappi, Sin Delantal y Postmates.

No se tiene clarificado desde el punto de vista jurídico si deben considerarse como prestadores de servicios independientes o empleados desprotegidos, porque no existe una relación laboral contenida en Contrato Colectivo de Trabajo que regule la relación   entre las empresas tecnológicas de entrega de comida y repartidores.

Contratados bajo un esquema de “colaboración”, los repartidores de plataformas no están reconocidos como trabajadores en el sentido formal y tradicional del término, ello implica que no tengan derecho de exigir prestaciones sociales ni garantías de acceso a la salud.

Las empresas insisten que los repartidores se integran a la plataforma bajo el esquema de  “prestadores de servicios independientes que buscan un ingreso adicional en un horario flexible” toda vez que no tienen una jornada laboral establecida y prestan el servicio directamente a los usuarios que solicitan los productos, en tanto que la plataforma únicamente es la “conexión” entre ambos.

Los tres principales elementos de una relación laboral, como lo son la jornada, el salario y la subordinación no están definidos en este tipo de empleos. Aunque se contempla que hay una relación laboral toda vez que este tipo de servicios se prestan bajo los lineamientos establecidos por la empresa.

Por eso es que con la aparición de este tipo de empleos debiera contemplar la necesidad de integrarlos la seguridad social.

Las autoridades laborales no visualizan el régimen jurídico de subordinación de empleos como el de repartidores para plataformas como Uber Eats, Rappi, Sin Delantal y Postmates.

Han sido los propios repartidores quienes forman grupos de autodefensa como Bitácora de Guerra, que tiene que ver con el registro diario de accidentes de tránsito, agresiones viales y acoso; Rayado de Mochilas, que es el registro de repartidores que vincula sus mochilas con la identidad del repartidor para informar a familiares o personas cercanas en casos de accidente y la Bitácora de Acoso, registro de casos de acoso a repartidoras en la calle, en restaurantes o en los domicilios donde entregan.

También han conformado un mapa de robos y fraudes en el que se mapean los puntos rojos de la ciudad donde los repartidores han sufrido asaltos, violencia o negativas de pago.

Con la frase “en tu pedido va mi vida”, se tiene presente la búsqueda de protección mutua y “No somos un número más que recuerden, que como todo ser humano, tenemos derechos”.

LA HISTORIA DE ELISA

La de Elisa es una historia tamizada por la necesidad que le permite la subsistencia ligada a experiencias de riesgos, pero también a una nueva vida. Ella es madre soltera que trabaja para sostener a su hijo de dos años, pero que le ha permitido vivir nuevos horizontes.

Estudiante de trabajo social, el reparto de productos le permitió conoce a Yair, un compañero de entregas con el que ahora comparte tiempos y el amor. Los dos viven experiencias en los que comparten el miedo, el terror y la posibilidad de forman un hogar.

A sus 26 años sabe que hay quienes han perdido la vida al ser arrollados por conductores de vehículos irresponsables y que frente a la desgracia no hay quién se responsabilice de los deudos.

Ella vive en un cuarto de 4×4 en una vecindad de la colonia Guerrero, y tiene que multiplicar sus esfuerzos para cubrir las jornadas laborales y darle tiempo a su hijo.

Diariamente se levanta a las 5.30 de la mañana para aprovechar el tiempo. Apuradamente se arregla, porque la presentación personal es una tarjeta de presentación con la clientela que le toca atender.

Deja la comida preparada para que Ángela, la vecina que le cuida a su menor, tenga todo lo que necesita para que no falten alimentos higiénicamente preparados.

Para el aseo personal usa un baño compartido con otras ocho viviendas, en esa “manita de gato” que se da, está incluida la ropa que plancha la noche anterior y lava los fines de semana.

Sabe que la jornada de trabajo será larga y extenuante, pero no tiene alternativa. Es la única forma de salir adelante. Las labores que le permiten tener un ingreso, las combina con el tiempo que tiene que darse para cubrir los horarios de la escuela vía videoconferencias.

La aspiración de esta joven es titularse y poder contar con una actividad profesional que la lleve a la superación y a construirse un futuro promisorio para Ricardo, nombre que le puso a su vástago en recuerdo de su abuelo materno.

A Yair, su enamorado, lo conoció en las tareas de reparto. Él es un joven de 27 años originario del estado de San Luís Potosí, quien llegó a probar suerte a la capital del país después de padecer la orfandad por haber perdido a sus padres en un accidente carretero.

Juntos recorren gran parte de la Ciudad de México para hacer las entregas, aunque la empresa restaurantera para la que trabajan está en la colonia condesa.

Hay veces que tienen que multiplicarse para cumplir oportunamente la entrega de medicamentos, porque de manera paralela decidieron combinar el reparto con una farmacia.

La ilusión de la joven pareja es formar un hogar, pero primero se han impuesto la meta de terminar sus estudios. Él tiene una carrera trunca de ingeniero civil.

Elisa dice que en el mundo de los repartidores se han formado muchas parejas sentimentales y que la necesidad les hace tener un mundo de ilusiones pero también de necesidades insatisfechas.

Ya está acostumbrada a malpasarse en las horas de la comida, porque busca aprovechar el mayor tiempo posible para ganarse unos pesitos más.

Extremar las precauciones encima de su bicicleta es casi una religión porque cualquier desperfecto implica pérdida de tiempo y, además, invertir parte del dinero para las reparaciones.

Confiesa que antes era güerita, pero ahora su piel ha cambiado de tonalidad por andar todo el día en la calle y verse castigada por el ardiente sol. Aunque a veces es el frío el que la castiga.

Está consciente de que debe salir de su casa a las 7 de la mañana, pero la incertidumbre la invade cuando piensa que no sabe si regresará para abrazar y reunirse con Ricardo.

Sólo Dios lo sabe, dice con un gesto de preocupación y de tristeza. No tenemos garantizada la vida, tanto tiempo en la calle no tiene expuestos a muchos peligros. Pero lo importante es trabajar para sobrevivir.

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