La mayoría de estas trabajadoras no cuentan con ningún tipo de prestación laboral, ni contrato, ni horario fijo. Llegan a trabajar hasta doce horas, al punto de vivir en casa de la familia para la cual trabajan, con sueldos muy bajos. Esto sumado a la discriminación por ser mujeres, o por el bajo nivel educativo, así como el maltrato por parte de sus empleadores.
En este marco tan precario para las mujeres del hogar y al no haber ninguna responsabilidad patronal para con ellas, desde que inicio la pandemia, han sido las primeras en ser despedidas. Muchas de ellas, son jefas de familia y único sustento en el hogar.
Otro sector, ha tenido que cumplir la cuarentena en la casa que trabajan, teniendo que aumentar incluso la carga laboral, al no tener día de descanso y al aumentar las medidas de limpieza por la pandemia.
Sumado a esto, en el marco de la pandemia están totalmente desprotegidas, pues solo el 1% de las 2 millones480 mil 466 trabajadoras del hogar cuentan con seguridad social. Esto pese a las iniciativas, desde hace un año que se impulsó el programa piloto para promover la garantía de la seguridad social para ese sector. Estos datos fueron dados a conocer por Marcela Azuela del colectivo Hogar Justo Hogar, en una mesa sobre sobre trabajo informal y COVID.
Queda claro que el ser reconocidas en la propia Ley Federal del Trabajo, producto de la Reforma Laboral, no es suficiente. Pues la referencia que se hace a esta labor, queda abstracta, pues sigue permitiéndose la jornada laboral de 12 horas para este gremio, además de no quedar claro el reconocimiento y garantía de derechos como la seguridad social.
Por otro lado, pese a la importancia de la organización de las mujeres de este gremio, en sindicatos, estos tampoco han garantizado el grueso de los derechos negados para estas mujeres.
La propia Azuela, apela a que los empleadores no despidan, solo recorten a las trabajadoras, reconociendo que hay una crisis económica. Pero ¿esto realmente sería garantía para las trabajadoras?
Es importante, que dentro de las movilizaciones de mujeres, se visibilice la precarización y violencia a la que está sometida este sector, demandando lo mínimo elemental para estas trabajadoras, una jornada de 8 horas, salarios que cubran la canasta básica y sus necesidades y crezca según la inflación, seguridad social, estabilidad laboral, etc. Todos estos son derechos mínimos que deberían estar garantizados par las trabajadoras de este gremio y todos los demás.
Pero sabemos que aún con eso, no acabara la esclavitud doméstica. Pes se sigue imponiendo de forma natural para las mujeres, además de que estas trabajadoras tienen que encargarse de atender a dos familias teniendo dobles o triples jornadas laborales.
Es necesario que el Estado saque el trabajo del hogar del ámbito privado, para que no sea una responsabilidad individual que recae mayoritariamente en las mujeres. El gobierno debe dar un giro a algunos de los programas de bienestar y garantizar que comedores, lavanderías, guarderías y centros de cuidado para adultos mayores, sean puestos a andar por trabajadores y trabajadoras con plenos derechos laborales.
Para ello, es importante que el conjunto del movimiento de mujeres, abrace estas demandas y luche por lograr por fin acabar con el yugo que significa el trabajo doemstico para las mujeres.