Hasta el último momento, la Liga MX buscó mantener viva la posibilidad de reanudar el Torneo de Clausura 2020, pero súbitamente se generaron acontecimientos que terminaron por hacer decidir a los dueños de los equipos con terminar el certamen y con ello, darse un hecho insólito dentro del profesionalismo del fútbol mexicano, de concluir una justa, antes de su fin natural. El campeonato femenil y los Sub-20 17, 15 y 13, sufrieron la mismas consecuencias.
Cuenta la historia que en las temporadas 1920-21 y 1921-22 no se reconoció al campeón, por ciertas rencillas que hubo entre los directivos, pero el único torneo que había sido suspendido en su totalidad, fue en 1930-31, porque hubo serios conflictos entre los hombres de pantalón largo, que se solucionaron con la creación de la Liga Mayor. El profesionalismo surgió en la temporada 1942-43 y jamás se había dado una crisis de tal magnitud.
Hay que reflexionar que el Reglamento de competencia ha incurrido en el error de no contemplar este tipo de situaciones que si bien extremas, podrían darse en cualquier momento; grandes áreas geográficas de México abarcan zonas sísmicas, por ejemplo, en 1985 y 2017 hubo que suspender momentáneamente los torneos debido a los terremotos ocurridos en septiembre de ambos años; asimismo la influenza de 2019, también generó encuentros a puerta cerrada, que debieron alertar a los directivos a normativizar esos supuestos. Es increíble que con estos antecedentes, no hubiera habido visión en los federativos para asentar por escrito y de común acuerdo, qué ocurriría en casos como el que vivimos actualmente.
Ningún federativo salió a dar la cara directamente durante estas semanas de incertidumbre; se especulaba que nuestro balompié regresaría como sucedió en Alemania, con partidos a puerta cerrada, o bien, en un caso extremo, entrar de lleno a la Liguilla, con los ocho equipos que encabezaban la tabla al 15 de marzo en que se suspendió el campeonato, pero el pico de la pandemia en México no ocurrió la segunda semana de mayo, sino que en la tercera semana se suscitaron dos aspectos que cambiaron el panorama, uno general y otro particular: 1) Ocurrió mayor cantidad de contagios y muertes por el Covid-19 que se habían registrado hasta el momento; y 2) De repente, se supo que 8 jugadores del Santos de Torreón habían resultado positivos a Coronavirus, cantidad que en dos días aumentó ¡a 12! todos asintomáticos. Y aunque el portero Jonathan Orozco salió a las redes a confesar que había hecho una fiesta “para 3 personas”, la verdad es que esto fue un hecho extremadamente raro, que sin duda se constituyó en el cerrojazo final para dar por terminado el Clausura 2020.
Con los dedos en la puerta, la Federación Mexicana de Fútbol tuvo que bajar la cortina del espectáculo y determinar que el título se quedaba declaraba desierto, pues algunos habían supuesto que podría adjudicarse al Cruz Azul, pues en el momento de la interrupción, encabezaba la tabla general, lo cual fue aceptado con gran deportivismo por esa gran institución, que jamás realizó pronunciamiento alguno en contra. El golpe para la Liga MX fue demoledor. Expertos en cifras calculan el daño económico en 3 mil quinientos millones de pesos, compuesto por pérdidas en las taquillas, patrocinadores, 40 por ciento en ingresos televisivos, impresionante cantidad en ventas de artículos deportivos y alimentos y bebidas dentro y fuera de los estadios, diferimiento y reducción de salarios a jugadores, técnicos, masajistas, doctores, empleados de limpieza y administrativos, choferes de los clubes.
La cancelación comienza ahora a tomar otros tintes, cuando se menciona por ejemplo, que Monarcas podría desaparecer y su franquicia pasaría a Mazatlán, donde nacería el equipo de los Delfines de Sinaloa, lo cual obviamente ha generado un agrio sinsabor en la afición michoacana, que perdería a ese equipo emblema del balompié nacional. Empero, nuevamente se esgrimirán los intereses económicos por encima de los deportivos.
En fin, volvimos a vivir historia y en los años anteriores, se recordará este Clausura 2020, como una desafortunada competencia derrotada por un virus que vino de China, para enlutar y golpear financieramente a importantes territorios del planeta, sin importar hegemonía política, ni rango alguno en el poderío mundial.
Y como dicen los abogados: Es cuánto. ¿Le parece que –Dios mediante-, usted y yo nos leamos la próxima quincena?