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La muerte viaja en Metro

Una mujer se desvaneció en el Metro y no hubo nadie que pudiera auxiliarla para que recibiera atención y darle una oportunidad de vida. Los vigilantes la sacaron a la banqueta y ahí la dejaron tirada por más de un día; no podía hablar ni caminar.

La escena en donde la señora es sacada prácticamente a rastras por policías de la estación Tacubaya, lo que al final derivó en su muerte en un hospital público, abrió un frente en ese sistema de transporte.

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Primero porque transporta más de seis millones de personas al día, con todo lo que ello implica, pues lo mismo abordan estudiantes, amas de casa, profesionistas, vendedores y trabajadores en general, que turistas o amas de casa, sin la certeza de que regresarán con bien.

Y segundo, porque deja ver que las autoridades responsables de ese transporte no están capacitadas para el cargo, pues en unos cuantos meses han puesto en peligro varias veces a la población.

La titular del Sistema de Transporte Colectivo es Florencia Serranía, quien ocupó el mismo cargo cuando Andrés Manuel López Obrador fue jefe de Gobierno del Distrito Federal a principios de 2000, por lo que se supone que ya sabía del tema.

Pero en menos de cuatro meses ya dejó en claro que su estancia ahí es un verdadero peligro para la población, y que no habría que esperar una desgracia mayor para que la jefa de Gobierno la releve del cargo.

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Porque junto con su evidente ineptitud, se nota que lo suyo tampoco es la política, que se refleja en una evidente confrontación con el sindicato del Metro, que también hace sus jugadas.

Por ejemplo, el caso citado de la señora que se desvaneció a causa del infarto cerebral y que fue sacada por los policías del Metro a la banqueta, tiene muchas aristas.

Primero la evidente falta de sensibilidad de los vigilantes y sus jefes, que trataron a la señora como un animal, negándole con sus acciones toda posibilidad de atención que posiblemente le hubiera salvado la vida.

Segundo, el hecho de que las autoridades hayan ocultado el caso, del cual la opinión pública tuvo conocimiento hasta que el periódico Reforma publicara la nota y el video que evidencia la forma cómo se gestó la tragedia.

Tercero, la pésima reacción de la jefa de Gobierno al salir a declarar sobre el tema y dejar en evidencia que ni ella conoce del tema, ni la directora del Metro tuvo a bien asesorarla… o lo peor aún, que tampoco Florencia Serranía conozca nada.

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Porque lo primero que hicieron fue tratar de evadirse echándole la culpa a la anterior administración que encabezó el hoy senador Miguel Ángel Mancera, y que por supuesto nada tiene que ver ya con el tema.

Cuarto, el repaso que en la tribuna del Congreso de la Ciudad de México el diputado perredista Jorge Gaviño, ex director del Metro, le puso a las autoridades capitalinas, a las que exhibió como ignorantes e inhumanas.

Ignorantes, porque Claudia Sheinbaum, en un intento por deslindar de esa muerte a su administración, declaró que la tragedia se debió a la falta de capacitación de los policías por parte de su antecesor, y a la carencia de protocolos de actuación.

Fue penoso para las autoridades que desde la tribuna de Donceles, Gaviño les respondiera que no sólo había manuales para este tipo de casos, sino incluso identificó el procedimiento 17, que hasta se podía descargar en la página del STC.

Pero que además de eso existe un seguro para que en caso de ocurrir una situación como el infarto cerebral de la señora u otra emergencia, los usuarios reciban pronta atención; es preocupante que los responsables ni siquiera lo conozcan.

La cosa empeoró cuando se supo que el incidente, publicado el 23 de abril pasado, en realidad ocurrió dos meses antes, lo que abre una interrogante igual de preocupante que las anteriores: ¿De dónde salió el video?

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Porque es obvio que el periódico no lo obtuvo porque estuviera haciendo una cobertura permanente o alguno de sus reporteros estuviera casualmente el día de los hechos; es tomado por las propias cámaras del Metro, desplegadas en los andenes.

Y todo mundo sabe que en el búnker del STC hay todo un piso que prácticamente todo el día está vigilando y grabando las incidencias, y que mucha gente puede obtener copias.

Si el video fue filtrado desde esa área, hay dos posibilidades: que sea un golpe del sindicato en contra de Florencia Serranía, más que contra la propia Sheinbaum, o una grilla interna en el equipo de la directora.

Porque obviamente que la intención era balconear la falta de seguridad a los usuarios del transporte más importante de la capital, cosa que por cierto fue bien lograda.

Pero lo grave es que cualquiera de estas posibilidades pone en extremo peligro a los millones de usuarios, pues si se trata de ponerse el pie entre ellos y tomar de rehenes a los usuarios, la cosa puede acabar en una tragedia mayor.

El tema, por supuesto, ya se volvió político y es claro que es un peligro sostener en el cargo a Serranía. O porque no la quieren o porque no le sabe, pero la realidad es que hoy, más que nunca, el Metro está hecho un desastre.

Han fallado las escaleras eléctricas y algunas gentes han caído; un policía fue lanzado a las vías y murió. Los trenes frecuentemente se detienen varios minutos entre estaciones, lo que ocasiona sobrecupo.

Los ladrones roban carteras, celulares, relojes, plumas, bolsas y hasta alimentos. Eso sin contar que no hay día en que no haya algún tipo de abuso sexual, alguna agresión o acoso.

Por eso, aunque sigue siendo el transporte más efectivo, cada vez se vuelve más peligroso para los usuarios, por lo que deben ser atendido de inmediato por alguien que en realidad le sepa al tema.

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