Carlos Romero Deschamps, secretario general del Sindicato de Trabajadores Petroleros de la República Mexicana (STPRM), aseguró que no tiene miedo a las acusaciones que los señalan como huachicolero.
Luego de que iniciara la lucha de la administración de Andrés Manuel López Obrador contra los grupos criminales que roban combustible, se señaló que el robo también venía desde el interior de Pemex y que los trabajadores estaban involucrados en estos actos delictivos.
En estos señalamientos también figuró el líder petrolero, a quien se le acusó de conocer estos hechos, de encubrirlos y de participar en ellos.
Hace unos días, la prensa cuestionó al presidente López Obrador de las denuncias que hay en contra de Romero Deschamps, a lo que le mandatario respondió:
“No vamos a utilizar al Gobierno para amenazar, perseguir a dirigentes, a empresarios, a ningún ciudadano. Eso se termina. Al mismo tiempo va a aplicarse la ley, la máxima de los liberales: ‘Al margen de la ley nada, por encima de la ley nadie’”.
En semanas anteriores, también se pensó que el líder sindical estaba escondido y que había salido del país, sobre todo después de que se dio a conocer que solicitó un juicio de amparo para evitar su detención, cualquiera que fuera el cargo en su contra.
Sin embargo, este miércoles El Sol de México lo entrevistó mientras comía en el restaurante El Mesón de Puerto Chico, a unos pasos de Monumento a la Revolución.
El dirigente estaba allí sentado comiendo una ensalada de lechugas e higos, con cuatro personas más. No estaba escondido, aunque sí bien resguardado por sus guardaespaldas.
“No tengo miedo”, afirmó Romero Deschamps.
—Parece que hay una cargada de otros medios en su contra—dijo el reportero.
—No soy el diablo—, respondió el ex senador del PRI.
Ya un poco molestó, el secretario general pidió que lo dejaran comer tranquilamente. Junto a su plato de ensalada había una cerveza Tecate bien fría, que bebió con su comida.
“Aquí estoy como usted”., volvió a decir.
Antes de despedirse reiteró que no es el diablo y pidió que lo dejen en paz. No dijo nada más y abordó su auto Mercedes Benz sin dejar de sonreír.