Juan y Joel se apellidan igual pero no son parientes, y mucho menos son iguales, aunque sí serán compañeros del mismo dolor: el próximo gobierno pejista los perseguirá, en la CDMX y en el país, aunque no con la misma intensidad.
A Juan Ayala Rivero ya le están preparando el terreno no solamente para destituirlo del Sindicato Único de Trabajadores del Gobierno de la CDMX, sino para que “vacacione” alguna temporada en la sombra, pues se pasó de listo.
A Joel Ayala le pedirán amablemente que se jubile y deje el liderazgo de la Federación de Sindicatos de Trabajadores al Servicio del Estado.
Aunque oficialmente se mantiene como líder del SUTGCDMX, hace ya bastante tiempo que Juan Ayala no es visto por sus oficinas, y los chismes dicen que anda fuera del país, incluso en lugares como Panamá, entre otros.
El dirigente apostó dos veces por ser diputado perredista y en las dos falló.
Aunque eso en realidad no sería importante, pues sus fracasos políticos tendrían que quedar en ámbito personal… sólo que en esta ocasión no será así.
Y es que Juan involucró de lleno al sindicato que encabeza, alineándolo en favor de un proyecto fallido, en el que incluso obligó a varios de sus agremiados a tomar partido sin respetar su libertad de pensamiento.
No es que haya estado mal que el líder de los burócratas de la capital busque una curul; es hasta normal que ocurra, pero no comprometiendo los intereses de sus agremiados.
En lugar de gastar una fortuna en dos de sus fallidas incursiones para intentar ser legislador, el dirigente tendría que haber optado por exigir un espacio plurinominal para no desgastarse ni mezclar a las bases sindicales.
Hubiera sido más seguro, menos desgastante e incluso mucho más barato, pero le vieron la cara.
Juanito operó abiertamente a favor del PRD en contra de Morena, y es por ello que la nueva administración tiene como uno de los objetivos prioritarios revisar hasta debajo de las piedras todo lo referente a su administración; se los echó encima.
Él lo sabe y tendría que hacer una operación política impecable para que le den oportunidad de retirarse sin sufrir ningún tipo de golpe. Esto es casi imposible, pues el encono que mucha gente trae contra él es mayor.
Pero si Juan está en la tablita, el bajacaliforniano Joel Ayala no está en mejores condiciones y ya son muchos los que han empezado a zopilotearlo porque dicen que van sobre él.
Uno de los más apuntados es Rafael Ochoa Guzmán, persona cercana a Elba Esther Gordillo, quien ha mandado la señal de que primero se avecina un cambio en la dirigencia del Sindicato Nacional de Trabajadores de la Educación, que encabeza Juan Díaz.
La versión se había expandido rápidamente en las entrañas sindicalistas y cobró aún más fuerza luego de que la maestra fue declarada libre de todos los cargos que la mantuvieron durante cinco años en prisión.
Para todos es claro que la chiapaneca tiene sed de venganza y una de las primeras cosas será ajustar las cuentas en el SNTE, de donde fue echada por la puerta de atrás pero los acuerdos que hizo con el próximo gobierno federal le permitirán regresar.
Aunque el fuerte de la maestra es el gremio magisterial, el gobierno tiene interés en que participe para doblegar al veterano Joel Ayala, dirigente vitalicio de la Federación de Sindicatos de Trabajadores al Servicio del Estado.
Además de ser un cacique histórico y ser considerado pieza fundamental del régimen priísta, Joel es visto como un obstáculo para la intención de Andrés Manuel López Obrador de mudar varias secretarías de Estado al interior de la República.
Como dirigente de la burocracia nacional el líder de la FSTSE ha manifestado que sería muy problemático llevar a cabo esa acción presidencial, pues incluso ocasionaría una ola de amparos de los trabajadores.
Si bien es cierto que Joel ha sido muy prudente en no enfrentar abiertamente al régimen que se avecina, también es cierto que López Obrador tiene fama de no tolerar mucho el activismo sindical.
Hay que recordar que en 2003 el bajacaliforniano tuvo un desencuentro con Elba Esther, a quien se negó a dejarle la dirigencia de la FSTSE, que en teoría ya le correspondía a la chiapaneca, lo que motivó una guerra entre ambos.
Incluso Gordillo creó ese año la Federación Democrática de Sindicatos de Servidores Públicos (FEDESSP), una agrupación paralela a la de Ayala, para disputarle la representación de la burocracia nacional.
Desde luego el todavía senador no está manco y si algo tiene es un colmillo largo y retorcido, solamente que en estos momentos el entorno le es adverso por la gran fuerza con la que llegará en diciembre López Obrador.
Además de que tendrá el control del Congreso Federal y de la mayoría de los locales, el bono democrático que le dieron los votantes lo blindaría contra cualquier acción que quisiera tomar la FSTSE para patalear.
Ni siquiera un paro nacional de trabajadores pondría en jaque al gobierno, pues sería repudiado de inmediato por la ciudadanía, que vive aún el idilio con el tabasqueño.
Joel no tiene mucho margen de maniobra; al menos no ahora, y también tiene que considerar que su fuero está a unos cuantos días de extinguirse.
Y será El Sereno, pero incluso entre los líderes de varios sindicatos ya traen el run-run de que su reinado está por llegar a su fin.
Así que el panorama para los dos Ayala en el sindicalismo luce negro.